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Donald Trump es ya oficialmente candidato republicano a las presidenciales del 5 de noviembre. Su audiencia ha cambiado. Ya no necesita espolear a sus bases más radicales para asegurarse de que salen a votar en las primarias, sino convencer a los moderados de su partido ... y a los independientes de que él será el mejor hombre para ocupar de nuevo la Casa Blanca.
Toca ser conciliador. El trabajo sucio se lo deja al hombre que ha elegido como vicepresidente, el congresista de Ohio J. D. Vance, de 39 años, anunciado la noche de este lunes -hora española- durante el primer día de la convención. Un hijo de su movimiento que deja tranquilas a las bases en caso de que le ocurra algo al magnate de 78 años y tenga que asumir el poder. Como en las películas, Trump puede ser el poli bueno y su perro de caza, el malo.
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Mercedes Gallego
Miguel Pérez
Criado en el corazón industrial de Ohio, se trata de un leal que nunca ha cedido un ápice de terreno a Biden, al que acusa de haber robado las elecciones. El sábado fue el primero en responsabilizar al demócrata del intento de asesinato que sufrió Trump en la pequeña localidad rural de Butler (Pensilvania). Mientras, el expresidente puede buscar «la unidad» y aprovechar el regalo político de un atentado frustrado para reconducir su imagen.
Autor de la 'Elegía de Hillbilly', una oda al americano rural, huraño y aislacionista con el que simpatizan muchos seguidores de Trump, Vance es la figura que mejor conecta con las bases de Trump por su infancia marcada por la pobreza, el abandono y la drogadicción de su madre. Eso le da la capacidad de apelar al electorado insatisfecho de Biden. Hillbily es el «average Joe» con el que se ha identificado el presidente en su medio siglo de carrera, sin haber cumplido su promesa de prosperidad. Ese estadounidense depauperado que contaba con el Gobierno de Biden para sacarlo de la miseria y la marginalidad, que puede inclinar la balanza en Estados como Michigan y Pensilvania, claves para las elecciones de noviembre.
El delfín de Trump tiene una historia de éxito personal y profesional, preparado para los ambientes de negocios gracias a su carrera en el mundo tecnológico y de las finanzas. No es un político tradicional, porque apenas llegó al Senado en 2022, gracias al apoyo de Trump. Será él quien se enfrente a Kamala Harris en un debate auspiciado por la cadena CBS. Encarna a la nueva derecha populista y aislacionista que seguirá vigente mucho más allá de Trump. «Mi padre está más decidido que nunca a ganar estas elecciones», dijo el vástago del expresidente, Eric Trump.
En declaraciones a un periodista del 'Washington Examiner' que el domingo viajó con él a Milwaukee, donde este lunes comenzó la Convención Nacional Republicana a la que se dirigirá el jueves, aseguró haber «arrojado a la basura» el discurso que tenía escrito para sustituirlo por otro «unificador». Un tono que dice haber adquirido a la luz de la catarsis que le habrían producido el roce de las balas. «Era un texto extremadamente duro, pero bien planteado», dijo. «He estado peleando (por la nominación del partido) contra un grupo de personas que, en su momento consideré muy malas, y ellos han estado luchando contra mí. Hemos dado una buena pelea, pero ya no puedo seguir diciendo esas cosas».
Se refería a sus principales contendientes en primarias, su exembajadora ante la ONU y exgobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley, y el gobernador de Florida, Ron de Santis, a los que ha invitado a hablar en la convención, no sin que renuncien antes a sus delegados para que puedan votar unánimemente por Trump. Tradicionalmente esta cita da la oportunidad de sanar las heridas de las primarias. Los políticos están acostumbrados a pasar página y abrazarse con quien criticaban, pero sus seguidores pueden guardar rencor. Algunos, como los de Bernie Sanders en 2016, nunca perdonan y pasan factura al ganador en las generales. Esos votos pudieron haber dado la victoria a Hillary Clinton si ella hubiera sabido ganárselos. Trump no va a cometer ese error. Ni el de pensar que puede vencer sólo con los conservadores.
Sus bases lo saben y lo entienden. La decisión de no buscar en la plataforma del partido, aprobada este lunes en el marco de la convención, un veto nacional del aborto ha decepcionado al movimiento pro vida, que sin embargo sabe que lo importante es ganar las generales. «Tiene que hilar muy fino», entiende Frank Pavone, director de Priests for Life. A nosotros no nos preocupan las palabras, sino las acciones. Y él ha hecho más por el movimiento que ningún otro presidente».
Trump ya no necesita de los medios para comunicarse con sus seguidores. Su mensaje les llega por texto al teléfono, gracias a la base de datos que la campaña ha armado durante ocho años al registrar a los que solicitan admisión a sus mítines masivos. «Fight, fight, fight», decía el que llegó horas después del intento de asesinato, del que salió prácticamente ileso con el puño en alto y un chorreón de sangre en la cara. «No tengas miedo», dice otro que muestra Sandy Hodges en su teléfono. Y ya no lo tiene.
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Cuando la noticia del atentado vibró en la pantalla, la delegación de Oklahoma de donde es delegada estaba reunida en el hotel Hilton Garden del aeropuerto de Milwaukee. «Afloraron muchas lágrimas de hombres y mujeres», cuenta con los ojos aún enrojecidos. «¿Por qué alguien querría matarlo?». Como hacen siempre que la vida les asusta, se dieron las manos y se pusieron a rezar. Pronto supieron que su líder había esquivado la bala, «por la gracia de Dios», y recibieron su mensaje, con un enlace para donar a su campaña. «No camines con miedo», decía.
Ahora está más entusiasmada que nunca. «Si Dios puede dirigir una piedra, también puede torcer una bala», le llega por las redes sociales. Tiene más claridad que nunca sobre la misión divina de su líder, «un luchador, un superviviente, al que si le han escuchado decir cosas inapropiadas es porque cuando le acorralan lucha para defenderse», pero es «fundamentalmente una buena persona, que tiene en mente el bien del país».
El intento de atentado «demuestra que están intentando acabar con él por todos los medios posibles, -impeachment, imputaciones judiciales y ahora asesinato», sostiene el prelado de Priests for Life. Todos los delegados entrevistados por este periódico en el marco de la convención dicen conocer a alguien que antes no estaba convencido de votar por Trump, «pero cuando vieron cómo reaccionaba, cambiaron de opinión», dice Pavone. «Su resolución y espíritu de lucha llega a la gente que originalmente no era entusiasta».
Trump despierta ahora más solidaridad y empatía que nunca. Es, claramente, la víctima. Y en comparación a la fragilidad del presidente Biden, de 81 años, se parece más al héroe de las películas que los estadounidenses quieren ver sentado en la Casa Blanca «haciendo lo mejor para el país», concluye Hodgets.
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