Giuliani y otros cómplices de Trump se entregan en la cárcel

«La gente dice que he cambiado, pero soy el mismo Rudy Giuliani que le metió mano a la mafia e hizo de Nueva York la ciudad más segura de Estados Unidos», presumió el exalcalde al salir este miércoles de su casa camino de Atlanta para entregarse.

Era un momento de justicia poética para los neoyorquinos que siempre desconfiaron del alcalde, al que consideraban tan mafioso como los miembros de la familia Gambino a los que metió en la cárcel utilizando la misma ley que hoy se aplica contra él para enjuiciar de una sola tacada a los cómplices de Trump en sus intentos de revertir las elecciones para perpetuarse en el poder. La mafia que, según la fiscal Fani Willis, ocupaba la Casa Blanca para sus labores de crimen organizado ha empezado a caer una tras otra a los pies del sheriff Patrick Labat.

A Giuliani le esperaba en la puerta una nube de periodistas que desde que se anunciaron los cargos hace una semana aguardaban el momento para la historia en el que se dirige a la cárcel, de donde salió media hora después bajo fianza de 150.000 dólares, la más alta después de Trump. Otros de sus cómplices prefirieron el anonimato de la noche.

El sheriff Labat les había invitado a entregarse en cualquier momento con un irónico «la cárcel está abierta las 24 horas». El expresidente del Partido Republicano de Georgia David Shafer y uno de los falsos electores, Cathy Latham, aceptaron la oferta presentándose a las dos y media de la madrugada, con la expectativa de encontrar menos periodistas y curiosos en los alrededores de la cárcel, donde la seguridad se ha intensificado.

El sheriff se encargó después de difundir sus fotografías para el interés del público, por lo que Shaffer prefirió ganarle la partida colgándola en su perfil de Twitter. Se trataba de sacar pecho, como si no hubiera nada que ocultar ni de lo que avergonzarse, pero a falta de que se entregue Trump, que lógicamente ha elegido una hora de máxima audiencia en la parrilla televisiva de este jueves, el que se lleva la palma es Giuliani.

«Me siento muy bien, estoy defendiendo los derechos de todos los estadounidenses, como hice de fiscal general», dijo a la prensa en su papel de héroe. «Desde el primer momento he representado a Donald Trump en la lucha por la justicia». Con ello redoblaba veladamente sus mentiras de que le robaron las elecciones. Giuliani está en apuros económicos y dice haberse gastado ya una fortuna en costes legales, por lo que dependerá del expresidente a la hora de afrontar los cargos.

Uno tras otro, los 19 encausados van entrando por los corredores de una de las cárceles más infames de EE UU, donde los reos mueren hacinados a la espera del juicio por no poder pagar su fianza. Solo el exjefe de gabinete de la Casa Blanca, Mark Meadows, y el funcionario del Departamento de Justicia Jeffrey Clark intentan evitar su destino al haber solicitado al juez de distrito que cambie la celebración de su juicio a la jurisdicción federal. El argumento de que sus presuntos delitos ocurrieron mientras ejercían sus labores de gobierno no funcionó para Trump en Nueva York.