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Antes incluso de que el fiscal especial Jack Smith presente cargos contra Donald Trump por su presunta participación en el ataque al Capitolio, los problemas legales del expresidente aumentaron este viernes. La Fiscalía ha ampliado a 40 los 37 cargos que se le leyeron en ... Miami en junio pasado, uno de ellos por violación de la Ley de Espionaje y otros dos por intentar obstruir la acción de la Justicia.
Para algunos analistas esta ampliación complica más el caso y facilita la labor de posponer el juicio, la mejor defensa de Trump. El multimillonario, que lleva 30 puntos de ventaja sobre sus rivales republicanos, apuesta por ganar las elecciones, volver a la Casa Blanca y autoindultarse. Para ello necesita que el juicio, previsto para mayo de 2024, no se celebre hasta 2025. La ampliación del caso da a sus abogados la oportunidad de pedir una demora para estudiar las nuevas imputaciones.
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A juicio de otros, el fiscal Jack Smith tenía antes un buen caso entre manos, que ahora es todavía mejor. Se lo debe en parte a la aparición jurídica de un nuevo imputado, Carlos de Oliveira, de 56 años. Hasta enero de 2022 era un simple valet del club de golf Mar-a-Lago en el que Trump tiene su residencia. En esa fecha el veterano empleado fue ascendido a manager de la propiedad, colocándose así en el círculo de leales servidores de Trump en problemas con la Justicia por haber mentido por él.
El 20 de enero de 2021 Trump dejó la Casa Blanca con una ingente cantidad de documentos clasificados como secretos entre las cajas de su mudanza. Eso podía haber quedado en nada, como le ha ocurrido al presidente, Joe Biden, o al exvicepresidente Mike Pence, pero Trump luchó, mintió y conspiró para quedárselos, según la acusación de la Fiscalía.
Su ayudante personal, Waltine Nauta, se enfrentaba a seis cargos por haber participado en esa conspiración para obstruir a la Justicia y mentir al FBI, a los que el jueves se le añadieron dos más al entrar en el pliego las conversaciones que sostuvo con Carlos de Oliveira para borrar los servidores en los que se almacenaba el contenido de las cámaras de seguridad. Nauta podría enfrentar hasta a 90 años de prisión.
En junio de 2022 voló de la residencia de Bedminster (New Jersey), donde Trump pasa los veranos, a la de Palm Beach, en viaje «secreto», advirtió De Oliveira a otro empleado, para ocuparse de las cintas de las cámaras de seguridad que le habían grabado moviendo del lugar las cajas del expresidente que intentaban ocultar al FBI. «De Oliveira dijo al empleado número 5 de Trump que Nauta quería hablar con el empleado número 4 para ver durante cuánto tiempo se almacenaban las imágenes». La respuesta fue de 45 días. Poco después las mismas cámaras le capturaron con una linterna en el túnel donde se guardan los servidores, apuntando el haz de luz hacia las cámaras de vigilancia.
Donald Trump El expresidente se enfrenta a cuarenta cargos en el Tribunal de Miami que instruye el sumario.
Waltine Nauta El ayudante personal de Trump está acusado de seis delitos que podrían llevarle a la cárcel durante noventa años.
Carlos de Oliveira El mánager de la propiedad en la que está ubicada la mansión del expresidente es el último inculpado en el caso. Su testimonio podría ser vital parra el futuro de Trump.
Dos días después De Oliveira entró en la oficina de los técnicos informáticos para pedir al empleado número 4 que le acompañara al túnel. Una vez dentro del armario de audio le dijo que «el jefe quería que se borrara el servidor». El empleado dudó. Él no tenía autoridad para hacer eso, replicó, pero de Oliveira insistió en que «el jefe» quería que se borraran. «¿Qué vamos a hacer al respecto?», demandó.
Se desconoce qué pasó con esas cintas. Trump aseguró el jueves en una entrevista de radio que no sólo no se borraron sino que se las entregaron al FBI cuando las pidió con orden judicial. «No sé de lo que están hablando», dijo al presentador John Frederik, ante el que reiteró los insultos al «desquiciado» fiscal especial y la «caza de brujas» contra él de la que acusa directamente a Biden y al Partido Demócrata.
Smith tiene ahora en sus manos un testigo vulnerable. Quienes lo conocen aseguran que De Oliveira es un hombre honesto que nunca esperaron ver involucrado en los turbios asuntos de Trump, aunque trabajara para su organización. Después de una conversación telefónica de 24 minutos, el mandatario, que ha ofrecido pagar por sus costes legales, le convenció para mentir bajo juramento al FBI al negar que hubiera visto dónde se almacenaban las cajas que sus agentes buscaban. Su mejor defensa será cooperar con ellos y testificar contra Trump.
Eso se uniría a otra prueba contundente, las grabaciones de audio que sus propios empleados tomaron en la residencia de Bedminster, donde decía enseñarles documentos clasificados como secretos que probaban su acusación de que el Pentágono diseñó un plan de ataque contra Irán por el que no quería aceptar responsabilidad.
Se espera, además, que el fiscal especial presente nuevos cargos contra Trump la semana que viene sobre su participación en la insurrección del 6 de enero, por lo que los problemas legales de Trump no han hecho más que empezar.
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