Una mujer camina con dos niños junto a un guardia en Ciudad Juárez. Reuters

Los cruces fronterizos caen a la mitad en El Paso

El fin de las restricciones por el coronavirus revela que las leyes de Biden son más duras que las de Trump para quienes huyen de la pobreza

Mercedes Gallego

Corresponsal. Nueva York

Lunes, 15 de mayo 2023, 21:24

Ocurrió exactamente lo contrario de lo que se anticipaba. Una vez expirado el Título 42, que durante la pandemia permitió expulsar a los inmigrantes indocumentados sin necesidad de cursar sus peticiones de asilo político, el número de personas que intenta cruzar la frontera se ha ... reducido a la mitad en comparación a la semana anterior.

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Así lo confirmó este lunes Blas Núñez Nieto, el asistente del secretario de Seguridad Doméstica para Asuntos de Frontera e Inmigración, que comunicó que los más de 10.000 'encuentros' diarios que registraron las patrullas fronterizas en vísperas a la medianoche del jueves, cuando expiró la medida del Gobierno de Trump, han pasado a menos de 5.000, quienes no han durado mucho en los centros de detención. «Hemos sacado y repatriado a miles», aseguró el funcionario en conferencia de prensa. «Sólo a México, 2.400 en los últimos tres días».

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¿Qué es lo que ha pasado? ¿Por qué se equivocó tanto la prensa y las autoridades al hablar de una inminente oleada? «La gente sólo estaba especulando y debería dejar de hacerlo», zanjó el abogado Lee Gelernt, director adjunto del Proyecto de Derechos del Inmigrante del Sindicato de Derechos Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés). «No podemos seguir juzgando nuestra política migratoria por cuánta gente expulsamos».

Algunos periodistas confrontaron a Núñez Nieto con la acusación de que sus fuentes sobre el presunto aluvión partían precisamente de la Secretaría de Seguridad Doméstica que él representa, pero lo negó tajantemente. Esas especulaciones han alimentado las críticas de la derecha, las teorías de la conspiración y puede que hasta nuevas caravanas de migrantes, pero la mayoría de los que habían llegado hasta la frontera entendía que las leyes que sustituyen al Título 42 son todavía más duras para quienes huyen del hambre. En vez de expulsarles sin dejar registro se les deportará y criminalizará si vuelven a intentarlo. Por eso aprovecharon en los últimos días cualquier hueco de la alambrada fronteriza para cruzar al otro lado sin dilatar la experiencia.

De vuelta

Las patrullas de EE UU han repatriado a unas 2.400 personas a México en los últimos tres días

A algunos no les durará mucho. Al bajarse del avión en Denver, Elías Veles, de 19 años, buscaba con la vista perdida el rumbo para enlazar con el siguiente avión a Nueva York, donde le esperaba su primo. De las montañas de Ecuador a uno de los aeropuertos más polémicos de EE UU, pasando por una persecución fronteriza a las orillas del río Bravo, donde las patrullas le dieron caza con perros, quad y hasta helicópteros. Tras cinco días en la 'hielera' le dejaron salir el sábado sin cordones en los zapatos y una bolsa de sándwich transparente que contenía su teléfono, una toalla de manos, un 'snack' y una cita para presentarse en Inmigración el mes que viene. Si lo hace, probablemente sea deportado. Si no… «Me han dicho que me pondrán en búsqueda y captura».

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Animado por unos primos

Su caso no es válido para la petición de asilo político, al menos tal y como lo cuenta. «Vivíamos en Guayaquil -la mayor ciudad portuaria de Ecuador-. Mi papá falleció y fuimos a enterrarlo en el pueblo. Estuvimos diez días y cuando regresamos nos habían robado todo, hasta la cocina y los muebles, así que tuvimos que volver a las montañas. Allí mi madre se enfermó y mis primos de Nueva York me animaron a que me viniera a trabajar con ellos en la construcción».

Durante mucho tiempo lo que ganase hubiera sido para pagar los 15.000 dólares del coyote, que le cobra a plazos, pero el trato se anula al caer en manos de las patrullas fronterizas. En junio podrá optar entre volver a un centro de detención para ser deportado o vivir en la sombra temiendo que en cualquier momento le echen la zarpa al cruzar la calle con el semáforo en rojo o caer en una redada.

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Los animales asustados no beben ni comen. Tampoco Elías ha abierto el 'snack', ni ha usado el baño en las ocho horas del viaje entre El Paso y Newark. Ni siquiera se ha movido del asiento central en la cola del avión. Mira una y otra vez los papeles que le dieron en la frontera y piensa en su madre. Al menos, él volverá a casa sin deuda. Otros han vendido todo lo que tenían y empeñado su futuro en un viaje mitológico que no tiene amigos en ninguno de los dos partidos que se alternan la Casa Blanca.

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