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El tiempo se agota. Faltan horas para que expire el título 42, que durante la pandemia permitió expulsar a los inmigrantes sin tomarles ni el nombre. El rumor es que hasta que se cierre esa ventana las autoridades estadounidenses están dejando entrar a los que ... llevan meses esperando su turno en el purgatorio de la frontera. Por eso, Esmeralda Sánchez no se mueve de la sombra del único árbol junto a la puerta 40 en la que al menos uno de los niños ya no responde.
Los periodistas que se han atrevido a cruzar ilegalmente el río Bravo para entrevistarles temen que el pequeño de tres años se le muera en los brazos. Algunos le han llevado suero, otros han llamado a organizaciones de Derechos Humanos de Ciudad Juárez y El Paso para que vayan a asistirles, pero el niño y su madre están en tierra de nadie. Una franja polvorienta entre la alambrada de espino y el muro de 9 metros de acero que ha construido el gobernador de Texas Greg Abbott siguiendo los deseos de Trump.
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Nadie sabe si al otro lado se encuentra realmente el sueño americano que persiguen a través de varios países, pero no cabe duda de que de este lado están en el infierno. A Pedro Manuel Silva Barrera, de 50 años, lo secuestraron, lo molieron a palos, le rompieron un diente y le quitaron todo lo que tenía. «Hasta violaron a una chamaca delante de mí», contó. El miércoles este exmilitar venezolano, al que todavía no han dejado presentar solicitud de asilo pese a llevar tres meses rondando la frontera como alma en pena, volvía al lugar del crimen para intentar por última vez cruzar la valla antes de que eso se convierta en un delito.
«Dicen que a las 17.00 horas van a cerrar la alambrada y ya solo procesarán a los que estén dentro», explicaba. Esas eran las últimas noticias de Radio Bemba, el boca a boca que discurre entre los migrantes con un increíble grado de fantasías animadas, salpicadas de datos familiares que les dan un halo de veracidad. A Pedro le han explicado sus compatriotas que, puesto que no funcionó la aplicación para solicitar citas migratorias, el gobierno de EE UU les va a dar la oportunidad de presentar sus casos en persona antes de que esta noche expire el título 42 a las 22.00 (hora local) con el fin de la pandemia.
120.000 migrantes
se concentrarán en los próximos días en el lado mexicano de la frontera entre el país azteca y Estados Unidos. El caos está garantizado, según desvelan las ONG.
Nada de eso es cierto, salvo que, en efecto, la aplicación que corre ya en todos los teléfonos móviles se queda eternamente colgada con demasiada frecuencia. Para quienes buscan desesperadamente esa cita en teléfonos prestados, con datos de pago y mala cobertura, la frustración es más alta que el muro de 9 metros que les separa del sueño americano. El jueves apareció una nueva versión del CBP One, tan frustrante como la primera.
Amnistía Internacional ha denunciado que el uso obligatorio de esa aplicación para obtener una cita previa con la que presentarse a un punto de entrada es contraria a la legislación internacional. «Si bien las innovaciones tecnológicas podrían potencialmente proporcionar un tránsito más seguro y ordenado para cruzar la frontera, programas como el CBP One no pueden ser usados como la forma de entrada exclusiva para pedir protección internacional en Estados Unidos», ha dicho Erika Guevara rosas, directora de esta organización en América.
Eso será a partir del viernes. Hoy todavía les queda entregarse a las patrullas fronterizas para que les procesen como «alliens». De vez en cuando, las gigantescas puertas de acero se abren y dejan pasar a unos cuántos, no más de 10 o 12 cada vez. Cientos se arremolinan en torno a la sombra del árbol bajo la que Esmeralda sostiene la cabeza del niño. Creen que todo lo que necesitan es atravesar esa puerta y caminar hasta la iglesia del Sagrado Corazón en El Paso, donde de nuevo Radio Bemba les ha dicho que allí les darán papeles.
Prueba de que el párroco jesuita puede multiplicar el pan y el vino para alimentarles pero no es capaz de convencer a San Pedro para que les abra las puertas del cielo es que los alrededores de la parroquia están más limpios que en las últimas dos semanas. Seis autobuses dejaron a más de 200 venezolanos en el aeropuerto de El Paso a primera hora del miércoles y otros cinco simplemente descargaron su mercancía humana en otro punto remoto de la carretera de Zaragoza que desemboca en Ciudad Juárez.
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No se sabe si el Gobierno de Biden quiere dejar paso a los que se avecinan o de verdad cree que está limpiando las calles de El Paso, en manos del Partido Demócrata que hoy abre tres nuevos albergues. Tampoco se sabe que va a pasar mañana. «Llevará tiempo poner en pie lo que queremos hacer», ha reconocido el presidente. «Necesitamos fondos para contratar más patrullas fronterizas, funcionarios de inmigración, jueces de asilo y muchas otras cosas, pero el objetivo es que la gente sepa que hay una forma legal de llegar aquí y no la ilegal que se usa ahora».
Su gobierno se propone también denegar las peticiones de quienes no hayan solicitado el asilo político en otro de los países que han atravesado antes de llegar a Estados Unidos. «Y no nos olvidaremos de que quién lo hace es Biden, un presidente demócrata que prometió dar respuesta con una reforma migratoria amplia», avisa con rencor para siempre Fernando García, director de la red fronteriza por los derechos humanos.
Una migrante colombiana anónima resume el sentir general de latinoamericanos que esperan en la frontera. «Sólo queremos una vida mejor. No queremos hacer daño a nadie, lo único que queremos es trabajar», puntualizó.
«Pues claro, esto ha sido siempre una trampa desde el principio», Replicó Betty Camargo, directora de programas estatales de la Red Fronteriza por los Derechos Humanos. Y los flamantes salvoconductos que los agraciados interpretan como el principio del sueño americano son en realidad el comienzo de un proceso de deportación en diferido, que tendrán que enfrentar en dos o tres años, según la cita judicial que les haya dado la patrulla fronteriza.
El milagro que permitirá seguir el camino a unos, es también el cebo que ha truncado el viaje de muchos y el imán que alentará a los que están en camino siguiendo una estrella que brilla en el cielo de guía hacia un lugar de paso en El Paso.
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