La Cámara de Representantes de EE UU se hunde en la anarquía por la incapacidad de elegir un presidente

Tras horas de reuniones secretas a puerta cerrada el jueves por la noche, las cuentas no salían para el nominado Steve Scalise, que se vio forzado a retirar su candidatura negado por los republicanos del ala dura, sumiendo con ello a la mayoría republicana a un profundo caos. En medio de una crisis autoinfligida que se ha cobrado ya tres defunciones políticas, -Kevin McCarthy, Jim Jordan y Steve Scalise-, los conservadores se vieron forzados a retornar a la mesa de trabajo para buscar un aspirante viable y capaz de unificar a los republicanos, y con sólo un nuevo postulante, el representante de Georgia, Austin Scott.

Scott criticaba en CNN al puñado insurreccionista señalando que «les gusta salir en televisión y no negocian para nada más que (pasar) tiempo en televisión», refiriéndose a la explotación de la crisis en Fox News, mientras se promueven las donaciones a sus fondos de campaña. En las redes sociales la riña continuaba con el congresista de Georgia Mike Collins declarando que el verdadero problema son «los egos y la hora de ver televisión.

Según fuentes familiarizadas con las conversaciones, las descalificaciones y rivalidades personales disfrazadas de cuestiones de principios imposibilitan una reconciliación a corto plazo. El juego de coaliciones perecederas solo encubre una búsqueda de revancha y de notoriedad. «Algunos no se soportan», señalan.

A pesar de su retirada el jueves, el viernes se barajaba aún la candidatura de Jim Jordan, aunque muchos se resistían a respaldar al aliado de Trump y cofundador del extremismo, aprensivos al repertorio de cadáveres que se le acumulan en el armario -envolvimiento en el intento de cambiar los resultados electorales, en desacato a la investigación de 6 de enero y potencial prevaricación al ignorar el abuso sexual del entrenador de lucha libre a sus alumnos cuando era su ayudante en la Universidad de Ohio-.

Liz Cheney advertía en un tuit que nominar a Jordan como presidente significaría abandonar la Constitución, un paso que sólo tendrá como resultado la pérdida de los republicanos «de la mayoría en la Cámara, y se lo merecerán». La excongresista, que perdió su escaño por la represalia de Trump por su papel en la investigación del 6 de enero del Congreso, recordó que Jordan estuvo involucrado en la conspiración de Trump para robar las elecciones y tomar el poder, e instó a Pence a negarse a contar los votos electorales legales.

Aun así, el senador republicano de Texas, Ted Cruz arrojó su respaldo el viernes en un tuit a 'su amigo' Jordan en base a su filosofía de «apoyar al conservador más fuerte».

Con la presión política al máximo ante la urgencia de tomar medidas para financiar al Gobierno y evitar un potencial cierre federal en apenas un mes; la aprobación de ayuda a Israel, Ucrania, y ahora, también Taiwán (a petición de Biden); y aprobar una resolución de condena a Hamás por los ataques a Israel, los llamamientos al orden se sucedían en exhortaciones a los republicanos a cambiar de rumbo y afianzar el control de su mayoría para gobernar la Cámara.

El líder de la minoría demócrata Hakeem Jeffries, instó a los republicanos a actuar juntos y a elegir un presidente. En una entrevista en la televisión pública PBS, Jeffries alentó a los conservadores tradicionales a romper filas con los extremistas y a asociarse con los demócratas en el camino bipartidista. Pero dada la atmosfera de 'guerra abierta' contra los demócratas, los republicanos optarían antes por la muerte política que por una asociación con la oposición por muy liberadora que ésta fuera.

«Están socavando el funcionamiento del gobierno», señaló el senador demócrata Cory Booker en la cadena MSNBC, refiriéndose al grupo de los ocho extremistas amotinados, y, uniéndose a las críticas de la senadora Elizabeth Warren. «Estamos en crisis ahora mismo en este país», añadió enumerando las múltiples emergencias paralizadas por la guerra civil de los republicanos.

Mientras los republicanos del Congreso se ven forzados a digerir su propio veneno del extremismo, Trump se desentiende del drama mientras mira desde la barrera cómo su partido implosiona. El expresidente, que podría haber ejercido su influencia para imponer orden en las filas republicanas con su respaldo abierto a la candidatura de Scalise -además de haberle añadido a su plantilla de deudores-, se limitó a comentar en una entrevista a Fox News que el congresista de Luisiana tiene problemas con el tema del cáncer.

Scalise, que anunció su enfermedad en agosto señalando que es tratable, ha declarado que su salud física es lo suficientemente fuerte como para hacerse cargo de sus responsabilidades en el congreso. Una vez más la triste situación revela que a Trump solo se moviliza por sus intereses, y pone de manifiesto que el expresidente sigue siendo el jefe supremo del partido, incapaz de clonar alternativas a su imagen y semejanza.

Pero sobre todo subraya la siniestra influencia que el expresidente mantiene sobre el Partido Republicano y sobre todo el país, no solo por las secuelas de su presidencia y el tóxico debate político en que ha derivado, sino en la imposibilidad de la nación de moverse más allá de la era Trump de cara incluso a las elecciones del próximo año.

El aspirante a autócrata, envuelto en sus propios problemas legales, -91 cargos en 4 casos, 2 de ellos federales, en múltiples jurisdicciones, sin contar una serie de juicios civiles-, continúa liderando las encuestas de la contienda a la nominación republicana de 2024, a una respetable distancia del pelotón de candidatos apenas indiferenciables de su partido.