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BBVA ha dado un paso más en el proceso de la opa lanzada a primeros de mayo sobre Sabadell al lograr el aval de la autoridad británica de regulación prudencial (Prudential Regulation Authority o PRA, por sus siglas en inglés) para que la entidad ... presidida por Carlos Torre pueda tomar el control indirecto de TSB Bank, la filial bancaria de Banco Sabadell en Reino Unido. El permiso no es baladí ya que esta entidad es el principal negocio que el grupo financiero catalán tiene fuera de España.
Esta autorización es una de las condiciones a las que estaba sujeta la oferta de compra a los accionistas de Banco Sabadell y un paso necesario para completar la misma, dado que TSB pasaría a formar parte del Grupo BBVA. Entre otras instituciones, BBVA estaba obligada a recibir este permiso de los reguladores donde Sabadell tiene negocios, como Reino Unido, el principal mercado exterior de la entidad presidida por Josep Oliu.
BBVA presentó una oferta de compra de las acciones de Banco Sabadell a sus accionistas el pasado 9 de mayo, que se iniciará una vez reciba las autorizaciones regulatorias necesarias. Desde entonces, BBVA ha recibido el visto bueno a la operación por parte de las autoridades de competencia de varios países donde Banco Sabadell tiene presencia (Estados Unidos, Francia, Portugal y Marruecos). La autoridad británica de regulación prudencial es la encargada de supervisar alrededor de 1.500 entidades, entre bancos y aseguradoras. Una de ellas es el banco británico TSB, participado por Banco Sabadell.
Entre los próximos pasos pendientes antes de iniciar la oferta de compra a los accionistas de Banco Sabadell, destaca la autorización de dicha oferta por parte del Banco Central Europeo (BCE), la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) o la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), entre otros. Estos son, en realidad, los permisos más relevantes que debe superar BBVA, habida cuenta de que la mayor parte del negocio del Sabadell se encuentra en España.
El grupo presidido por Carlos Torres se encuentra pendiente del permiso oficial del Banco Central Europeo (BCE), que debe pronunciarse sobre la operación. Fráncfort debe emitir su dictamen como máximo responsable de las entidades financieras de la zona euro ante una fusión que afectará a una parte relevante de su mercado.
Hasta ahora, el BCE se ha limitado a indicar que tienen una «clara visión sobre la consolidación» bancaria. De hecho, la institución siempre ha defendido integraciones supranacionales, entre bancos europeos, más allá de las que se materialicen en cada país. Lo hace siempre basado en el principio de solvencia y en el principio prudencial, recuerdan fuentes de la institución monetaria europea.
A principios de julio, BBVA superó otro paso importante en todo este proceso, que puede prolongarse durante meses al recibir respaldo mayoritario de sus accionistas para continuar con la opa lanzada sobre el Banco Sabadell y que, previsiblemente, no se sustanciará hasta principios de 2025 después de superar otros trámites pendientes. Los accionistas de BBVA aprobaron realizar una ampliación de capital de hasta un máximo de 1.126 millones de acciones. Renunciaron también a su derecho preferente de suscripción, porque esos títulos serán los que se ofrezcan a los accionistas del Sabadell si se superan todos los trámites y la opa comienza a rodar. La ampliación de capital y con ello la opa sobre el Sabadell fue respaldada por el 96,54% del capital que participó en la junta. Un paseo militar para los máximos responsables del banco y también una señal de que a los inversores -muchos de ellos también presentes en el accionariado del Sabadell- ven la oferta con buenos ojos.
Aunque BBVA supere todas las autorizaciones que le quedan pendientes, tiene que enfrentarse al dictamen de los accionistas de Sabadell, que son los que deben aprobar la opa. La mitad de los titulares de acciones son pequeños inversores -en buena medida, catalanes- y la otra mitad son grandes fondos de inversión en los que BBVA y Sabadell comparten algunos titulares.
La última palabra sobre la fusión bancaria de ambas entidades la tendría el Gobierno. Pero el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, ya se ha mostrado contrario a esta integración por las consecuencias económicas vinculadas a la reducción de oficinas, impacto en los trabajadores o reducción de la oferta bancaria para los clientes por la concentración que conlleva.
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