¡Estamos en Segunda!

Un partido que tuvo de todo: buen juego, goles en contra a la primera, porfía, malos momentos, un robo arbitral, un penalti justito, una roja, una prórroga a la heroica. Un porterazo. Y muchos héroes.

Contemos, primero, como fue todo.

No empezó nada mal la UDL. De hecho, los primeros minutos del Logroñés fueron como aquellos que, en febrero, le hicieron ser líder destacadísimo de su grupo. Bien detrás, con muy buen centro del campo y puñales por arriba. El 'uy' que puso Ander Vitoria en el minuto 6, tras un fenomenal pase de Andy, fue una buena muestra.

Así, en apenas 12 minutos los blanquirrojos tiraban tres saques de esquina, jugaban con placer y peligro, y sorprendían al Castellón en todas las líneas.

Pero.

Pero esto va de acertar, y el Castellón acertaba en la primera que tenía. En el 16, primer saque de esquina, y el riojano Lapeña, central, que le gana la tostada a su par y pone el balón de cabeza donde Miño no podía llegar.

No cejó el Logroñés pese al gol, y siguió dominando y jugando mejor que su rival, aunque sin crear demasiado peligro claro.

Pero este nuevo fútbol tiene sus cosas, como esos parones para la hidratación del minuto 30. Al Logroñés le vino fatal, y mucho mejor al Castellón.

De hecho, en los últimos 15 minutos sólo existió el conjunto blanquinegro. Demasiado a placer, con el centro del campo riojano con señales de cansancio (un Olaetxea desaparecido, por ejemplo, y Sierra haciendo que echásemos de menos a Errasti) y una zaga dando alguna señal de peligro.

No demasiadas, porque el Castellón no volvió a tirar con claridad. Pero al descanso, con esa desazón: se había jugado bien, se habían hecho méritos... y se perdía. Pero quedaba mucho.

Pero lo que quedaba era (parecía) sufrimiento, poca claridad y un Logroñés con muy poquita pimienta. El Castellón lo tenía todo a favor: el marcador, el evidente cansancio de hombres clave para su rival, y el tiempo que pasaba entre parones y cambios.

No había mucho que contar, y eso era lo que quería el equipo levantino. De hecho, la más clara era para ellos: en el 74, justo antes del parón, Ortuño no llegó a un balón que sólo tenía que empujar.

Cuando llegaba el parón para beber del 75, todo estaba demasiado de cara para los castellonenses.

Pero.

Pero de pronto, la UDL pegó dos zarpazos cuando ya nadie creía que tenía uñas. El primero fue un tirazo de Rubén Martínez que dio en el larguero y entró.

Claro que entró: lo vio todo el mundo, menos el linier y el árbitro. Que no marcaron gol, que devolvieron a todo el mundo el recuerdo del Huracán y de otras zarandajas. Qué momento, minuto 81. Todo parecía perdido, porque la habíamos tenido, la habíamos marcado... y nos la habían robado.

A todo esto, en el campo ya casi nadie sabía quién estaba por ahí. Pero los cinco cambios habían hecho entrar a Ousama, y el marroquí se ganó el sueldo en una sola jugada. Pilló un buen balón, se fue como un tiro dentro del área... y se cayó cuando debía, apenas sintió el contacto mínimo del defensor.

¿Penalti? Quizá sin la pifia de dos minutos antes, el árbitro no lo hubiera pitado. Pero lo pitó, y Andy lo marcó. 1-1, minuto 83.

Pero Ousama venía pasado de vueltas de salida: dos faltas duras en cinco minutos, dos amarillas bien sacadas, y a la calle. Y el Logroñés con 10.

Con 10 a acabar el partido, y con 10 a la prórroga. Y con diez, la UDL fue mejor que el Castellón durante 25 de los 30 minutos. Qué despliegue de Rubén y David, qué gozada ver sufrir a Iñaki.

Y qué bueno es Miño, ese portero que empezó la temporada sembrando dudas y ha acabado sembrando un ascenso. En el 108 nos salvó con un paradón.

Y desde el 115, la UDL se parapetó, intentando achicar agua, porque no se podía perder entonces, era demasiado tardel era demasiado injusto.

Llegaron los penaltis. Ellos fallaron tres, nosotros uno. Miño paró dos.

Qué alegría, señores. Estamos en Segunda.

Que resuene el «gol en Las Gaunas» en toda España. Hemos vuelto.