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El Real Madrid salió con emociones dispares de la espectacular batalla que libró el martes en el Santiago Bernabéu frente al Manchester City. Por un lado, le quedó la sensación de haber dejado escapar vivo a un adversario que presentaba bajas notables y ... ofreció una deslucida actuación de sus principales pilares, con Rodrigo y Haaland a la cabeza. Por otro, abandonó el estadio con la convicción de que este año sí es posible meterle mano a un campeón que da menos miedo que el curso anterior pese a que la resolución de la eliminatoria tenga lugar en el Etihad, un fortín casi inexpugnable.
Para lograr la machada, se antoja imprescindible que Carlo Ancelotti recupere la mejor versión de Bellingham, quizás el mayor lunar –excepción hecha de la pifia de Lunin en el tempranero gol de Bernardo Silva- que dejó una noche memorable que confrontó a las dos superpotencias futbolísticas del Viejo Continente.
El inglés experimenta el primer bajón dentro de una temporada que resultó exultante en sus cuatro primeros meses vestido de blanco. Los tres goles que ha marcado y las cinco asistencias que lleva repartidas en lo que va de 2024 suponen un registro considerable para un centrocampista que, conviene recordarlo, se ha perdido tres encuentros por lesión y otros tantos por sanción en dicho tramo. Sin embargo, palidecen en comparación con el rendimiento inmediatamente anterior de un futbolista que asombró a todos con su extraordinario descorche del curso.
La reconfiguración del sistema que llevó a cabo Ancelotti para compensar el adiós de Benzema potenciando la llegada al área del poderoso todocampista de Stourbridge impulsó al '5', que superó las previsiones y se convirtió en el mascarón de proa del equipo más laureado del mundo con una celeridad nunca vista. Pero el cambio de capa comienza a hacer mella en el británico, frustrado toda vez que los rivales van tomándole la medida y al que se le empieza a ver algo incómodo en una posición ortopédica que en cierta medida le limita.
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Todo parecía dispuesto el martes para que Bellingham volviese a adueñarse del escenario. Pero, lejos de ello, el ex del Borussia Dortmund completó un partido gris, a tenor del listón que se ha puesto. Mientras Vinicius y Rodrygo llevaban la voz cantante en un Real Madrid atornillado por Kroos en el centro del campo y sostenido por el imperial marcaje de Rüdiger a Haaland, el inglés puso la nota discordante. Solo disparó una vez, completó 27 de los 32 pases que intentó –ninguno de ellos clave-, hizo tres regates, ganó dos duelos aéreos, realizó dos 'tackles' exitosos y perdió dos balones.
Mas, por encima de los fríos números, transmitió una inquietante falta de frescura pese a que Ancelotti, siempre atento a las jerarquías y cuidadoso con los códigos del vestuario, prefirió mantenerle todo el partido sobre el césped mientras optaba por retirar en la recta final a Rodrygo y posteriormente a Vinicius, mucho más entonados.
El de Reggiolo, que intervino tarde con los cambios pero sorprendió tácticamente a Guardiola recostando a Rodrygo en el flanco izquierdo mientras Vinicius centraba su posición y ejercía como lanzador del paulista, sabe que buena parte de las opciones que tiene su equipo de sellar el pasaporte a semifinales asaltando un Etihad que lleva desde el 19 de septiembre de 2018 sin ceder al empuje visitante en la Champions pasan por recuperar la versión estratosférica de Bellingham, aquella que exhibió el británico en la primera parte de la temporada y que alcanzó su apogeo con el doblete que le sirvió al Real Madrid para tumbar al Barça en la primera vuelta de la Liga en presencia de los mismísimos Rolling Stones.
Para ello, quizás sea hora de devolver a Bellingham a su condición primigenia. El '5' necesita pradera para trotar, aunque eso suponga alejarle un tanto del área. Puede permitírselo el Real Madrid, toda vez que Vinicius y Rodrygo rebosan olfato y han interiorizado plenamente sus nuevas funciones, que pasan por jugar más por dentro sin olvidar el desborde por bandas.
El inglés es un fabuloso interior de recorrido infinito que resulta más punzante cuando llega desde segunda línea que cuando se ve obligado a adelantar metros para fajarse con los centrales. Autorizarle a ejercer como el asombroso hombre orquesta que es sin asignarle una función postiza puede ser una interesante vía a explorar para dar un nuevo impulso a un equipo al que, por ver medio lleno el vaso, probablemente hasta le convenga el escenario resultante del extraordinario duelo visto en la ida. No va de favorito al Etihad ni debe administrar una ventaja. Y eso, conocida su idiosincrasia, hace mucho más peligrosos a los blancos. «No hacer muchos cálculos, como el año pasado, y jugar cara a cara, como hoy. Tenemos la confianza de que algo bueno puede pasar». Palabra de Carletto.
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