El adiós de Coloma, un titán de la bicicleta

Nadie lo esperaba, pero quien le conoce lo podía intuir. Manejar el día a día de un equipo que ya es grande en su estructura y sacar horas para entrenar y poder competir con la garantía de obtener resultados era cada día más complicado. Él lo sabía, aunque los Juegos de Tokyo le animaban cada mañana a entrenarse, pero también a coger el coche para cerrar un patrocinio allí donde hubiera un patrocinador dispuesto a unirse a su proyecto.

A Carlos Coloma se le abre un nuevo mundo que conoce, por otro lado, muy bien. Debutó en el año 2000 en Copa del Mundo, en Élite, y no ha faltado a su cita en ningún momento. Llegó a la gran prueba de la bicicleta de montaña después de lograr el maillot arcoíris siendo un niño. El Mundial, con más de una veintena de participaciones, y los Juegos, con tres presencias, eran sus grandes obsesiones. Ha logrado cumplir ambas.

Su nuevo mundo se resume en alojar en la sede del equipo y en la carpa que se ve en cada carrera a los cinco continentes, porque su equipo compite en todos ellos. La bicicleta seguirá formando parte de su vida diaria, pero ahora tendrá que cuadrar cifras y presupuestos. No cuelga el maillot, pero da más importancia a la ropa de negociación. Su proyecto acoge a los mejores especialistas españoles del cross country y a las grandes promesas.