Núria Sebastián-Gallés e Itziar Laka se conocieron en Tarragona en octubre de 1998, cuando participaban en unas jornadas científicas con motivo de la concesión a Noam Chomsky de un doctorado 'honoris causa' por la Universidad Rovira i Virgili. Procedían de campos distintos, la psicóloga ... evolutiva y la lingüística teórica, y conectaron inmediatamente. «Nos caímos muy bien. La química personal y la científica, que también existe, fueron perfectas», recuerda la catedrática de Lingüística de la Universidad del País Vasco.
A finales de los 90, Laka buscaba su espacio en el ecosistema investigador. Hacía poco tiempo que había vuelto a España después de nueve años en Estados Unidos, donde había hecho su doctorado con Chomsky en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y después había sido profesora en la Universidad de Rochester. «Fui a estudiar al MIT porque durante la carrera leí libros de Chomsky en los que venía a decir que el lenguaje estaba en la cabeza. Para mí, eso fue una epifanía. Me dejó flipada», reconoce.
Un campo «fas-ci-nan-te»
«Es una de las pioneras en la investigación de la adquisición del lenguaje en los bebés, una área muy arriesgada y de baja productividad en publicaciones, aunque con muchísimo impacto»
«Lo que me hizo ser lingüista es el descubrimiento de que el lenguaje es una función mental. Entonces, lo que se nos contaba a los lingüistas era que, como no podíamos abrir el capó del coche (hace el gesto de abrir el cráneo para dejar a la vista el cerebro), por eso trabajábamos con datos del lenguaje. Intentábamos entender cómo es el mecano de la gramática, pero no necesariamente nos poníamos a mirar cómo esa gramática está alojada en el cerebro. Y a mí esta segunda parte es la que siempre me ha fascinado», asegura la catedrática de la UPV/EHU, cuyo grupo de investigación, La Mente Bilingüe, «intenta ver cómo está representado el lenguaje en tu mente o cerebro y qué sucede cuando lo usas».
Laka tuvo su primer contacto con la investigación experimental en Rochester. «Allí me encontré con el psicólogo Tom Bever, que se inventó prácticamente la ciencia cognitiva del lenguaje. Fui a un departamento más de ciencia cognitiva que de lingüística y lo hice a propósito. Era el lugar donde iba a poder colaborar con gente que hacía las preguntas que yo quería hacer». Aunque siguió publicando sobre todo trabajos de lingüística teórica, al noroeste del estado de Nueva York se mojó los pies en la experimentación... y le gustó.
Cuando regresó al País Vasco, comprobó que había «muchos lingüistas teóricos trabajando en euskera, pero nadie haciendo experimentación». Fue entonces cuando la invitaron a dar una conferencia en el homenaje a Chomsky y conoció a Sebastián-Gallés. «A la vuelta de Tarragona, Núria me llamó. Ella estaba trabajando con unos neurocirujanos que operaban tumores que afectaban al habla y me preguntó si tenía algún becario a quien le interesara el tema. 'Me apunto yo, a hacer lo que haga falta', le dije. Y así comenzó una larguísima amistad que ha sido, además, científicamente muy fructífera para mí», dice Laka.
«Una área muy arriesgada»
«Al igual que a mí me interesaba mucho lo que hacían los psicólogos que trabajaban en lenguaje, a Núria le interesaba mucho la lingüística teórica. A cada una, nos interesaba el campo de la otra», destaca al recordar cómo surgió la conexión entre ellas. Después, vinieron horas y horas de conversación, una hablando de lingüística y la otra de ciencia cognitiva. «En Núria encontré alguien con quien hablar y de quien aprender, y que me ha dado consejos prácticos sobre cómo llevar un grupo de investigación».
Catedrática de Psicología de la Universidad Pompeu Fabra, Sebastián-Gallés trabaja «en un campo fas-ci-nan-te», dice la lingüista vizcaína marcando las sílabas del adjetivo. «Es una de las pioneras en la investigación de la adquisición del lenguaje en los bebés, una área muy arriesgada y de baja productividad en publicaciones, aunque con muchísimo impacto. Si hay un campo en la ciencia cognitiva, y particularmente en el lenguaje, con un potencial de descubrimiento tremendo es el de la adquisición temprana del lenguaje. Los bebés».
Los investigadores que trabajan en él son en su mayoría mujeres. «Eso rompe con otro mito que circula por ahí: que las ideas rompedoras las tienen ellos, y ellas lo que hacen es el trabajo de hormiguitas. ¿Que no somos rompedoras? Pues, mira, ahí están las científicas cognitivas, investigadoras valientes como Núria, que trabajan con bebés», replica Laka, quien cree que, sin el apoyo de su colega y amiga, no hubiera montado el equipo que dirige en la UPV/EHU. «Hubiera sido imposible. Ella me puso de pie y conseguí caminar. Le debo mucho porque fue, simplemente, muy generosa. Ella no sacaba nada de esto», destaca de la investigadora catalana, que ha sido vicepresidenta del Consejo Europeo de Investigación (ERC), la institución que promueve la investigación de vanguardia en la UE.
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