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El experto: “Nuestra obsesión es la formación a los cardiólogos”

El experto: “Nuestra obsesión es la formación a los cardiólogos”

Nombrado presidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) el pasado mes de octubre, el doctor Julián Pérez-Villacastín comparte con nosotros los retos de la prestigiosa organización, entre los que destacan ayudar al cardiólogo para conseguir la máxima calidad asistencial para el paciente, fortaleciendo su formación y su influencia social.

Martes, 22 de Febrero 2022

Tiempo de lectura: 5 min

Garantizar al paciente de corazón la mejor atención médica y asegurar que los profesionales tienen la preparación más completa y avanzada son metas fundamentales para el doctor Pérez-Villacastín. El nuevo presidente de la SEC es en la actualidad jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, además de director del Instituto Cardiovascular del mismo centro y coordinador de CardioRed en la Comunidad de Madrid. Ejerce también como profesor titular de la Universidad Complutense de Madrid y es investigador principal del CIBER Cardiovascular. Es miembro además del Grupo de Expertos para la elaboración de los estándares y recomendaciones de las unidades asistenciales del Área del Corazón del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.

P. Como presidente de la SEC, ¿cuáles son sus principales objetivos?

R. Seguir manteniendo a la SEC como una de las sociedades científicas más importantes en España. En este sentido estamos volcados en que los cardiólogos tengan la mejor formación, porque eso nos asegura que la calidad de la atención que brindan a los pacientes sea la mejor posible. Es lo que nos mueve, centrarnos en la formación, que sea extraordinaria para que la atención que damos a los pacientes tenga la máxima calidad y además luchar por la equidad, para que no haya diferencia entre unos sitios y otros en el territorio nacional. Esta es una de nuestras obsesiones.

P. ¿Hay programas que persiguen estos objetivos de forma específica?

R. Sí, tenemos una hoja de ruta, muy bien definida, pactada y consensuada, no solo por mi parte como presidente actual, sino con los anteriores, y con el que ya es cargo electo para los próximos años. Consiste, primero, en conocer realmente los resultados de los servicios que tenemos y para eso hay que medir. Tenemos muchos datos, pero a menudo están desaprovechados porque no se analizan o no tienen la calidad suficiente. Nosotros, a través de un programa que se llama RECALCAR (recursos y calidad en cardiología) desde el año 2011, estamos analizando los recursos y resultados en diferentes hospitales (113 en la última edición), de distintos tamaños y localizaciones geográficas. Esto permite compararlos entre sí, de manera que todos conozcamos nuestro margen de mejora en la atención a pacientes de corazón.

Asimismo, estamos trabajando en otro proyecto que tiene como objetivo el que la recolección de los datos sea cada vez más homogénea y se corresponda con la realidad. No es lo mismo tratar un infarto en un paciente de 45 años, que en una persona de 80 años que es dependiente y tiene además otros problemas de salud, por ejemplo, hepáticos, renales o neurológicos. Los dos pacientes de corazón han tenido un infarto, pero la diferencia en los recursos que necesitas para tratar a uno o a otro son muy diferentes, y el tiempo que precisan de hospitalización también. Si queremos compararnos, es muy importante ajustar la dificultad de los pacientes que tratamos.

Además, seguimos trabajando en mejorar los datos que obtenemos y conocer los costes de todo lo que hacemos. Queremos que los distintos servicios de cardiología puedan medir con certeza sus resultados y conozcan los costes de su actividad. Esto, que ya se está llevando a cabo en instituciones sanitarias de prestigio en otros países, no se ha realizado España en una sociedad científica, exceptuando a radiólogos y analistas.  Es un proyecto de largo recorrido, pero con objetivos muy concretos, para medir bien y poder mejorar y aportar la máxima calidad en los servicios de cardiología.

P. ¿Participan tanto instituciones públicas y privadas?

R. Sí, tanto públicas como privadas, porque consideramos que la asistencia cardiológica puede ser buena o mala sin importar que sea pública o privada. Lo que queremos es que sea excelente. Y que el conocimiento llegue a todos. Eso no contradice en absoluto que además defendamos nuestro Sistema Público de Salud.

P. Los últimos datos sobre muertes cardiovasculares no son buenos, alrededor de 120.000 fallecimientos en 2020. ¿Cómo se aborda esta situación para cambiar la tendencia?

R. Se está abordando con un sobresfuerzo enorme por parte de los médicos y de la enfermería. La COVID ha hecho muchísimo daño. De forma directa, porque la cantidad de problemas cardiovasculares que ha producido y todavía produce la COVID nos sigue sorprendiendo. Y también de una forma indirecta, por todas aquellas personas que no han recibido la asistencia necesaria, bien porque no han podido llegar al hospital o a los centros porque han estado saturados, o bien porque han decidido no ir por miedo a contagiarse. Responder a esta situación supone un esfuerzo extraordinario, porque además de continuar tratando las enfermedades que sabemos que son muy prevalentes, tenemos que recuperar el tratamiento de todos estos pacientes de corazón que durante este tiempo no han acudido a los centros médicos.

P. ¿Por qué hay comunidades autónomas con peores datos?

R. Esto es interesante porque si confiáramos en los datos al 100 por cien, y esto tiene relación con lo que comentábamos antes, si todos nos midiéramos de la misma forma, podríamos establecer comparaciones más transparentes. A mí no me cabe ninguna duda de que las políticas sanitarias habrán influido, y en Madrid, que es lo que yo conozco, no me cabe duda de que contamos magníficos médicos que se han dedicado a la gestión. Pero estoy convencido de que los datos poblacionales relativos a la edad y a la distribución de las personas en los distintos lugares, también han influido, facilitando o dificultando el contagio y la severidad de la COVID.

De lo que no me cabe duda es del mérito de las personas que han estado alrededor de los pacientes en estos dos últimos años. Ha sido épico, extraordinario. Han realizado un esfuerzo que no podemos olvidar, porque todavía se sigue llevando a cabo. Esperamos que los políticos nos escuchen y no desperdicien todo lo que hemos aprendido sobre cómo organizarnos; porque si ha habido algo que ha posibilitado salir adelante, ha sido la capacidad de adaptación que ha tenido nuestro sistema sanitario, sobre todo a pequeña escala, tanto en los centros de salud como en los hospitales. Ha sido un ejemplo real de lo que denominamos gestión clínica. Nos hemos organizado estupendamente, sin unas directrices políticas que en muchos casos han brillado por su ausencia.

Los retos de la SEC en torno al corazón

Junto a Pérez-Villacastín, los demás miembros del Comité Ejecutivo de la Sociedad Española de Cardiología afrontan otros proyectos de gran relevancia.

  • Incentivar y promover la investigación cardiovascular de máximo nivel, impulsando líneas de comunicación y colaboración con el CNIC, el Instituto Carlos III y otras instituciones.

  • Dar más peso a la SEC en los medios de comunicación para transmitir a la población recomendaciones encaminadas a mejorar su salud cardiovascular.

  • Mejorar la relación con atención primaria para poder trabajar en equipo.

  • Ganar representación dentro de la Sociedad Europea de Cardiología y de la cardiología latinoamericana, desarrollando programas específicos para cardiólogos jóvenes.

  • Expandir el programa de cooperación internacional, SECoopera. Este proyecto que solo tiene un año de andadura ya cuenta con más de 90 voluntarios. Ha desarrollado un programa de formación online en cardiología básica, extendido a 12 países de América Latina y a médicos de campos saharauis, así como un programa de mejora de acceso a medicación cardiovascular en Camerún con la donación de fármacos para 120 pacientes cardiovasculares, lo que supone un año de tratamiento.