El primer oligarca norteamericano
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El primer oligarca norteamericano
Viernes, 29 de Noviembre 2024, 12:44h
Tiempo de lectura: 13 min
Cuando Donald Trump fue elegido presidente, Elon Musk publicó esta imagen que recuerda a una de Ronald Reagan cuando ganó las elecciones en 1984. Al verla, parecía que Musk, y no Trump, iba a liderar Estados Unidos. De hecho, rara vez un hombre ha acumulado tanto poder. No es solo la persona más rica del mundo. Domina el mercado de los coches eléctricos, las comunicaciones por satélite y los viajes espaciales. Y ahora, a los 53 años, se ha convertido en el principal susurrador del nuevo presidente.
Dirigirá –junto con el empresario farmacéutico Vivek Ramaswamy– el nuevo Departamento de Eficiencia Gubernamental, encargado de reducir radicalmente la burocracia de Washington; es decir, 'meterá la motosierra' en las mismas instituciones que se dedican a controlarlo. Musk pronto ocupará en Estados Unidos una posición que hasta ahora solo existía en sistemas autoritarios como Rusia. Será un oligarca: la combinación de riqueza extrema, enorme influencia política y grandes conflictos de intereses. Cuando se supo que la liberal CNN estaba perdiendo audiencia de forma masiva tras el triunfo de Trump, Musk escribió un comentario triunfal a sus seguidores en X: «Ahora, ustedes son los medios de comunicación». Así se ve, como el forjador de la nueva política y de la nueva manera de informar.
La alianza entre Trump y Musk se basa en el beneficio mutuo. Musk invirtió 118 millones de dólares en un lobby político llamado America PAC que ayudó a Trump a ser reelegido, pero en muchos sentidos el dueño de Tesla es el contrapunto del republicano. Musk es el brillante empresario que Trump siempre quiso ser. Un hombre que revolucionó la industria automovilística y luego desarrolló un cohete que no solo va al espacio, sino que también regresa. Según sus propias declaraciones, se metió en el negocio de los coches eléctricos porque, a diferencia de Trump, le asusta el cambio climático. De hecho, Musk siempre ha tenido ideas más grandes que él mismo: abrir un hogar para la humanidad en el espacio o emancipar el espíritu humano del cuerpo mortal. El programa de Trump, en cambio, siempre se llamó Trump, y sus horizontes empresariales nunca fueron mucho más allá de Atlantic City, donde construyó casinos que lo llevaron a una espectacular quiebra en los años noventa.
En 2020, Musk votó por los demócratas, como había hecho durante toda su vida. Es más, tenía poca simpatía por Trump. En 2022 declaró que el republicano era demasiado mayor para un segundo mandato y debería «zarpar hacia el ocaso». Ante lo cual Trump se despachó a gusto llamándolo 'imbécil'. Pero poco a poco Musk empezó a separarse de los demócratas. La decepción llegó con la pandemia, cuando California ordenó el cierre de las fábricas de Tesla, lo que Musk definió como «fascista». Porque si algo rechaza Musk son las regulaciones, casi tanto como a los sindicatos. Probablemente sea esa la razón por la que el presidente Joe Biden no lo invitó a una cumbre sobre automóviles eléctricos en la Casa Blanca en 2021, lo que le enfureció.
Otro detonante de su rechazo a los demócratas es que uno de los hijos que tiene con la canadiense Justine Wilson declarara que quería vivir como una mujer trans. El empresario vio fuerzas oscuras en ello y responsabilizó a los demócratas. Vivian Jenna Wilson llamó entonces a su padre «pequeño fanático del control, delirante y sucio». Cuando California aprobó el pasado julio una ley que exime a los maestros de la obligación de informar a los padres si creen que un alumno no se identifica con su género biológico, Musk anunció que sacaría la sede de la compañía del estado. Trump es su instrumento para destruir el «virus del pensamiento woke»: el republicano ha anunciado que prohibirá los tratamientos hormonales y la «ideología trans» en las escuelas públicas.
En estos últimos años, los principales jefazos de Silicon Valley, antes liberales de izquierda, se han ido moviendo en una dirección libertaria y, a veces, radical de derecha. Musk ahora está fusionando esa ideología con el «make America great again». La metamorfosis de Musk de libertario a conservador no tiene solo razones personales. Sus empresas se enfrentan a procedimientos legales por discriminar a mujeres o refugiados. Además, su inversión en la campaña de Trump ya ha dado frutos. El día después de la elección republicana, las acciones de Tesla subieron casi un 15 por ciento, lo que elevó su fortuna a más de 300.000 millones.
Entrevista
Este profesor de Economía y Ciencias políticas en la Universidad de California (Berkeley) es uno de los economistas americanos más influyentes. Le preguntamos sobre los planes de Trump y su conexión con Silicon Valley.
XLSemanal. Con la victoria de Donald Trump, el estado de ánimo en la economía ha cambiado, la Bolsa en Estados Unidos ha subido. ¿Es Trump bueno para la economía?
Barry Eichengreen. Hasta ahora ha sido bueno para los mercados, lo que, por supuesto, es diferente a decir que es bueno para la economía. Los mercados esperan recortes de impuestos, mayores ganancias y... Leer más
Trump y Musk también comparten su malestar por el Poder Judicial y las autoridades reguladoras. El dueño de Tesla no ha olvidado cómo la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) le impuso una multa de 20 millones de dólares hace seis años y lo obligó a dimitir como presidente de la junta directiva durante tres. Ahora, muchos en Washington temen que se vengue de todos los funcionarios que controlan sus empresas.
El temor no es infundado. Musk quiere ahorrar la inimaginable suma de dos billones de dólares al año, es decir, casi un tercio del presupuesto estadounidense. Quiere cerrar las tres cuartas partes de todas las agencias federales, incluido, como exigió Trump, el Departamento de Educación. Está convencido de que la burocracia se ha convertido en un cuarto poder que carece de legitimidad democrática y ni siquiera obedece a un presidente electo.
Musk probablemente será uno de los mayores beneficiarios de su propio plan al quitarse de en medio a reguladores incómodos. Por ejemplo, discutió durante años con las autoridades de tráfico porque le exigían una pegatina de advertencia de airbag que él encontraba fea y no quería ver en sus Teslas. Además, es un experto en recortes. Tras hacerse con Twitter, despidió a casi dos tercios de los empleados, incluso a los responsables de la moderación de contenidos. Al mismo tiempo desbloqueó las cuentas de extremistas y mentirosos notorios. Mientras Trump sea presidente, Musk no temerá regulaciones gubernamentales al respecto. Además, la proximidad al futuro presidente también puede resultarle útil fuera de Estados Unidos. La Unión Europea quiere obligar a las redes sociales a controlar los contenidos. Sin embargo, el vicepresidente electo J. D. Vance ya ha dejado claro que Estados Unidos solo defenderá militarmente a aquellos socios europeos que compartan la idea estadounidense de «libertad de expresión», es decir, la de Trump y Musk, que prevé medios de comunicación en gran medida no regulados. Seguridad a cambio de que nos beneficiemos: los europeos escucharán esta fórmula aún más a menudo en los próximos cuatro años.
Básicamente, no hay rama del imperio de Musk que no pueda beneficiarse de su compromiso político con el 'jefe': SpaceX podría recibir los miles de millones necesarios para hacer realidad su sueño de una misión tripulada a Marte. Con Tesla, avanzar hacia los coches autónomos. Con Neuralink, que tiene permiso de facto para implantar chips en el cerebro, separar la mente humana del cuerpo y cargarla en una máquina. Hace unos días, Musk publicó uno de esos post que solo entienden los nerds. Muestra el Brain Bug de la película de ciencia Starship Troopers, una fea criatura alienígena que ha atacado la Tierra y es perseguida por valientes soldados. «La gran máquina del Gobierno» escribe encima de la imagen del Brain Bug, acompañada de la cita «tiene miedo». El noble soldado Elon contra las fuerzas oscuras de la burocracia.
Musk también es fascinante porque, al igual que Trump, rompe todas las convenciones. Musk ya se ha fumado un 'porro' en el programa del podcaster Joe Rogan y tiene once hijos con tres mujeres, cumpliendo así su propia máxima de que las personas inteligentes deben tener más hijos. En sus empresas, Musk puede actuar como un autócrata, pero también es cierto que la resistencia ucraniana contra Vladímir Putin se habría derrumbado rápidamente si Musk no hubiera equipado inicialmente a Kiev con la última tecnología de comunicaciones de forma gratuita. Ahora, las tornas han cambiado y, según una investigación del Wall Street Journal, el empresario mantiene un contacto directo y regular con el presidente ruso desde 2022.
Durante las conversaciones intercambiaron preguntas personales y de política mundial, y Putin le pidió a Musk que no activara Starlink en la isla separatista de Taiwán para hacerle un favor al líder chino Xi Jinping. Entonces, ¿cómo será la política global cuando esté en manos de Musk? ¿Qué pasa si los dos megaegos discuten, por ejemplo, sobre si China realmente debe ser golpeada con aranceles del 60 por ciento? Esa decisión tendría consecuencias dramáticas para Tesla. China no solo es el segundo mercado de ventas para el fabricante de automóviles, sino que Tesla cuenta, además, con una gigantesca planta de producción en Shanghái. Muchos en Washington creen que es solo cuestión de tiempo que haya una gran pelea entre Trump y su Rasputín. Porque Musk también puede cambiar de rostro muy rápidamente.
El entonces Comisionado de Mercado Interior de la Unión Europea, Thierry Breton, experimentó esa rapidez cuando pasó por Austin (Texas) en mayo de 2022 para explicarle a Musk las regulaciones de la UE para los servicios digitales. Musk parecía humilde, «casi como un colegial algo tímido», como recuerda un participante en la conversación. Escuchó pacientemente mientras Breton explicaba los entresijos del reglamento europeo. Lo que dice la ley «concuerda perfectamente con mi forma de pensar», aseguró Musk. La armonía no duró mucho. Cuando el comisario amonestó a Musk unos meses más tarde porque Twitter había violado repetidamente la legislación de la Unión Europea, Musk respondió: «¡Que te jodan!».