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Cinco españoles en el centro del universo, en busca de nuevas partículas elementales

Entramos en el CERN, el mayor laboratorio del mundo

Cinco españoles en el centro del universo, en busca de nuevas partículas elementales

Entramos en el CERN (en Ginebra), el mayor centro de investigación del mundo, donde se desvelan los secretos del universo y un puñado de españoles trabaja para desentrañar los misterios del Big Bang y de la materia. Este colosal laboratorio representa el esfuerzo científico colectivo más ambicioso de la humanidad y demuestra que Europa, cuando se lo propone, también puede liderar.

Viernes, 28 de Marzo 2025, 10:59h

Tiempo de lectura: 10 min

Hay preguntas que me desvelan por la noche», confiesa Mar Capeáns (Santiago de Compostela, 1967), una eminencia en el CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear), donde lleva desde que terminó la carrera, en los noventa.

«El 95 por ciento del universo permanece en las sombras: la materia oscura que mantiene unidas las galaxias, la energía oscura que acelera la expansión del cosmos… No quiero irme sin haber descubierto la siguiente partícula. La que explique algo más de lo que aún no sabemos. Y luego otra… Hasta llegar a la última y entenderlo todo».

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El túnel que recrea el Big Bang. El Gran Colisionador de Hadrones se extiende 27 kilómetros bajo tierra en la frontera franco-suiza. Aquí se recrea el Big Bang colisionando partículas casi a la velocidad de la luz. Los detectores CMS (en la imagen) y ATLAS (a la atrapan y analizan las partículas resultantes tras esas colisiones.

El tranvía número 18 serpentea desde Ginebra hacia la campiña. Para llegar al epicentro de la física solo se necesita un billete de transporte público. No es casualidad. Forma parte del espíritu de un centro investigador que se creó en 1954 con vocación de restañar las heridas de la guerra. No para dividir el átomo con letales intenciones, sino para entenderlo.

Leyre Flores Sanz de Acedo | Ingeniera de sistemas

«Cuando chocan los protones, hago la 'foto' del accidente»

«Desarrollo los chips para la futura versión mejorada del Gran Colisionador, que registrará muchos más choques de partículas. Es como hacer fotos para un atestado. Algunas partículas se aniquilan y otras sobreviven. Me aseguro de que podamos captar la información importante sin que el detector falle por el aumento de radiación o la ingente cantidad de datos que recibe en microsegundos».

El mayor laboratorio de física de partículas del mundo a primera vista son edificios de oficinas y naves industriales, dispersos en territorio suizo y francés. Pero en el subsuelo, bajo caminos forestales por los que se puede pasear, se encuentra el Gran Colisionador de Hadrones (LHC), un anillo de 27 kilómetros a 100 metros de profundidad que imita las condiciones del universo primitivo.

Aquí se buscan las partículas definitivas, esas que expliquen el 95 por ciento del universo que permanece en las sombras

Allí —a esas profundidades— se aceleran partículas subatómicas a velocidades cercanas a la de la luz y luego se hacen colisionar entre sí. Estos choques generan condiciones extremas que permiten estudiar las partículas y las fuerzas que constituyen la materia y el universo. 

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La 'ratonera' de partículasLaberinto de tuberías y cables en el corazón del detector ATLAS. El sistema no solo refrigera a temperaturas criogénicas los potentísimos imanes que controlan la trayectoria de las partículas; por otro lado, debe mantener operativos los ultrasensibles calorímetros que miden la energía de sus colisiones. Toda una proeza de la ingeniería.

El corazón del LHC parece el delirio de un astrónomo aficionado a la fontanería. Tuberías forradas con 1232 imanes de 27 toneladas, que curvan sendos chorros de partículas, mientras otros 392 imanes se encargan de concentrar los haces. Los protones viajan por dos caminos paralelos en direcciones opuestas, dando once vueltas al circuito por segundo, y se cruzan en varios puntos donde se producen las colisiones. Todo el sistema se mantiene refrigerado a –271 °C. El origen de estas partículas es un dispositivo rojo que parece un extintor.

Juan Carlos Pérez | Experto en imanes superconductores

«Fabrico imanes 150 veces más potentes que los del motor de un Porsche»

«Vengo de una familia de emigrantes de Camposancos, un pueblecito gallego. Soy ingeniero electromecánico y fabrico imanes. Llevo toda mi vida en el CERN. Mi mujer, que es húngara, trabaja conmigo. Ahora estamos desarrollando los imanes que llevará la nueva versión del Colisionador, donde chocarán muchas más partículas que en el actual. Cuantas más partículas colisionen, más información obtendremos. Los imanes servirán para focalizar... Leer más

Capeáns ha estado en todas las gestas del CERN. Por supuesto, en la más memorable. El hallazgo del bosón de Higgs, en 2012. El honor se repartió entre los equipos de los dos experimentos principales, ATLAS y CMS. Sus detectores son como dos orquídeas monstruosas que despliegan sus pétalos para atrapar la fina lluvia de partículas que escapan de las colisiones y que emiten energía durante una fracción de segundo. «ATLAS y CMS tienen el mismo objetivo, pero cada uno tiene su propio diseño y tecnología. Cuando uno detecta algo importante, enseguida preguntamos al otro: '¿Lo estáis viendo?'», explica Capeáns.

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El atrapasueños que cazó al bosón. El corazón del detector ATLAS parece un atrapasueños gigantesco. Este ingenio subterráneo, del tamaño de un edificio de ocho pisos, esconde una 'trampa' para cazar partículas subatómicas. Aquí, en 2012, se detectó el bosón de Higgs.

Entonces se descorcharon miles de botellas de champán. Pero la resaca ha sido larga. Porque el LHC completó la última pieza del puzle de la naturaleza conocida... Y sí, desde entonces se llevan detectadas 23 partículas 'exóticas', aunque ninguna tan interesante como el bosón, que por algo fue bautizada 'la partícula de Dios'. ¿Pero qué pasa con la naturaleza desconocida?

Mar Capeáns | Física

«Este centro es el mejor del mundo porque todo se comparte»

«El modelo estándar solo explica el 5 por ciento del universo, pero yo quiero ver la nueva física que lo explique todo. Los descubrimientos son lentos porque necesitamos tecnologías que hay que imaginar sobre la marcha, pero se van a acelerar en los próximos años. Y los grandes avances no solo vendrán de la física de partículas, sino de su combinación con otras muchas... Leer más

Miguel Escudero (Orihuela, 1991) irradia entusiasmo: a sus espaldas, una pizarra con las ecuaciones que describen el primer segundo del universo. A Escudero también le motivan las intrigas. Su favorita: por qué existe más materia que antimateria. La teoría dice que debería haber las mismas cantidades. Pero entonces cada partícula habría aniquilado a su contraria. Y el universo se habría autodestruido.

El CERN representa un ideal, la búsqueda del conocimiento sin garantías de que la inversión tenga retorno económico

Escudero cree que los neutrinos tienen la solución. «Son unas partículas muy 'tímidas', no tienen carga eléctrica y apenas masa. Tu cuerpo es atravesado por mil millones de neutrinos por segundo y ni te enteras». Escudero confía en comprobarlo cuando entre en funcionamiento la nueva versión del LHC. O quizá haya que esperar al Futuro Colisionador Circular, de 100 kilómetros.

Miguel Escudero | Físico teórico

«Algo chulo pasó en el primer segundo del universo»

«Llevo más de diez años fuera de España estudiando las partículas del universo primitivo. Quiero saber qué sucedió en el primer segundo tras el Big Bang. Algo chulo tuvo que pasar para que la materia y la antimateria no se anulasen mutuamente; o no existiría nada. Mi sospechoso número uno es el neutrino. Algunos logran escapar a las desintegraciones».

Pero corren malos tiempos. La Casa Blanca esgrime la 'motosierra'. Y Rusia ya no coopera con el CERN que, a pesar de su transparencia, también es pasto de conspiraciones: que si aquí se fabrican agujeros negros o bombas de antimateria… Pero el CERN representa un ideal: la búsqueda del conocimiento sin garantías de retorno de inversión. Y sus hallazgos también impactan en la vida cotidiana. Si Tim Berners-Lee no hubiera imaginado la World Wide Web mientras comía en su cafetería, quizá Internet seguiría siendo de uso militar, el modelo americano.

Marcos Fernández García | Físico de altas energías

«Creamos máquinas que no existen… Y las hacemos en España»

«Las partículas generan mucha radiación que acaba estropeando los detectores, como
una cámara que pierde nitidez al cabo de miles de disparos. Lo que hago es probar la resistencia de distintos materiales. Y para eso hay que desarrollar máquinas que no existen. No puedes ir a una tienda a comprarlas. Lo hacemos con láseres que fabricamos en España».