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Alerta: sequías y calor extremo Regresa el fenómeno atmosférico más temido Vuelve El Niño... en pleno calentamiento global

El fenómeno atmosférico de El Niño vuelve este verano. Su última visita al planeta fue hace siete años y resultó de aúpa. Ciclones, lluvias torrenciales, temperaturas abrasadoras, aumento del precio de los alimentos...  Este año —alertan los climatólogos— su llegada se une al calentamiento global y puede ser aún más devastadora. ¿Estamos preparados para recibirlo?

Viernes, 28 de Abril 2023

Tiempo de lectura: 6 min

Cuando los pescadores de Paita (Perú) notan que una corriente de agua inusualmente cálida acaricia las quillas de sus barcos, maldicen entre dientes. Les espera un año miserable. Los grandes bancos de caballas y anchoas prefieren las aguas frías; pero esas aguas no van a aflorar y, por tanto, los peces no se acercarán a sus redes. Los pescadores suelen notar esta anomalía climática por Navidad, por eso la llamaron 'El Niño'.

Y no es ninguna superstición, sino un fenómeno que los meteorólogos estudian desde hace un siglo, cuando el físico británico Gilbert Walker se percató, en 1924, de que esa corriente marina que llega a Perú desde la zona ecuatorial significa que todo el planeta comienza a cambiar su patrón climático, como si se pusieran las polaridades de un circuito eléctrico del revés. Los científicos todavía discuten las razones que desencadenan el fenómeno, pero saben que, más o menos seis meses después de que los pescadores peruanos mascullen su mala suerte, suele llegar El Niño.

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Australia. En 2005, la combinación de la sequía prolongada y un torrencial aguacero acabó con la vida de más de 500.000 bovinos en el estado australiano de Queensland.| Getty Images.

El fenómeno se produce cada dos o siete años, en una extraña regularidad para la que no hay explicación. Y anuncia una época de altas temperaturas en la mayor parte del mundo. A las fases frías se las conoce como 'La Niña'. Y a los años templados se los llama, simplemente, 'neutrales'.

Pues bien, El Niño asoma en lontananza. Según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos, hay un 62 por ciento de posibilidades de que llegue a partir de este verano y que se instale durante lo que queda de 2023 y un buen pellizco de 2024. El último El Niño llegó en 2016, hace justo siete años, y fue de aúpa. Según la NASA, 2016 fue el año más caluroso en el mundo desde que se tienen registros. A usted puede parecerle que 2022 también fue de sudar la gota gorda, y es que en la Península Ibérica se batieron todos los récords, pero a nivel mundial solo fue el quinto más cálido. En la imagen de apertura, se puede ver como el embalse de Sau, en Osona, está a un 6 por ciento de su capacidad. Barcelona se enfrenta a la peor sequía en los últimos 50 años.

Si el verano pasado te pareció cálido, prepárate para este... En 2022 dominó La Niña, la fase fría de este fenómeno, que refresca el planeta

Y es que llevábamos tres años seguidos bajo la influencia refrescante de La Niña, aunque esto solo sirvió para moderar la inmisericorde subida de las temperaturas asociada al cambio climático. «La Niña había estado camuflando estos últimos años el calentamiento del planeta», explica Rubén del Campo, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología. Pero la tregua ha terminado.

La Niña acabó oficialmente el pasado 9 de marzo, cuando la temperatura del océano Pacífico volvió a la normalidad. El problema es que tiene toda la pinta de que no se va a quedar ahí, porque los satélites que miden la temperatura de los océanos han registrado una media mundial de más de 21 grados por primera vez. «Entramos en territorio desconocido», advierten los climatólogos.

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Perú. En 1998, el Niño provocó en Perú, que los ríos se saliesen de sus cauces y las inundaciones acabaron con la vida de más de trescientas personas.| Getty Images.

Si ya nos estábamos cociendo y resulta que La Niña nos daba aire, ¿qué nos espera a partir de junio cuando El Niño le quite el abanico? Nadie lo sabe, pero los expertos se temen lo peor. «El mundo no está preparado. El calentamiento global ya establecía el escenario de un clima extremo. Las consecuencias probablemente serán cataclísmicas», pronostica en la revista Wired Bill McGuire, profesor emérito de Riesgos Geofísicos y Climáticos del University College de Londres.

¿Y qué es lo peor? «Un aumento de la temperatura global promedio de 1,5 grados se considera la línea de seguridad (establecida en el Acuerdo de París) más allá de la cual el colapso climático se vuelve impredecible. En 2021, la cifra (en comparación con el promedio de 1850-1900) fue de 1,2 grados, mientras que en 2019, antes del desarrollo de la última La Niña, fue preocupantemente alta: 1,36 grados. A medida que el calor se acumule de nuevo en 2023, es perfectamente posible que toquemos o incluso superemos los 1,5 grados por primera vez en la historia», advierte McGuire.

El Niño podría hacer frecuentes las sequías 'flash', que son repentinas y mucho más agresivas

Si es así, nunca habremos estado tan cerca del precipicio: el punto de no retorno que puede provocar que el desastre climático ya no tenga vuelta atrás. Hay tres líneas rojas, según Chris Field, de la Universidad de Stanford: la liberación de carbono atrapado en los bosques tropicales, el derretimiento del permafrost y el aumento del nivel del mar por encima de dos metros. Si estos puntos se sobrepasan, el calentamiento global será irreversible.

Por lo pronto, es probable que este año se pulvericen los récords de temperaturas más altas. El mundial se batió en el valle de la Muerte (California) el 16 agosto de 2020, cuando se registraron 54,4 grados. Y el de España, en La Rambla (Córdoba) el 14 de agosto de 2021, cuando los termómetros marcaron 47,6 grados. Los negacionistas del cambio climático, sin embargo, hicieron viral la imagen de un periódico de 1957 en el que se decía que se habían superado los 50 grados. Es falsa. En ningún lugar de Europa se ha pasado nunca esa barrera, aunque los expertos creen que este verano o el que viene podría superarse, y que en Oriente Medio y el sur de Asia podrían irse por encima de los 55.

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Estados Unidos. Los restos de una piscina en una colina de San Clemente, California, arrasada por las lluvias torrenciales en marzo pasado.| Getty Images.

Además, la sequía seguirá arreciando. En 2022, el clima extremo provocó una reducción de cosechas en China, América del Sur y Europa (agravada con la guerra de Ucrania), aumentando la inseguridad alimentaria. Otra ronda de malas cosechas en 2023 podría provocar disturbios en muchos países; como poco, seguirá avivando la inflación.

El Niño también podría hacer más frecuentes las llamadas 'sequías flash', que según un estudio publicado en la revista Science están aumentando en frecuencia. A diferencia de las sequías habituales, que se extienden durante lustros y permiten a los sistemas adaptarse, las sequías flash se producen rápidamente y tienen un impacto más agresivo en los ecosistemas.

El Niño, por lo demás, es revoltoso y suele prodigarse en desgracias que reparte sin ton ni son: el blanqueamiento y muerte de los corales; riadas e inundaciones en Sudamérica y todo lo contrario en la India, donde el monzón llega con las nubes menos cargadas de lo habitual; más ciclones en Hawái y menos huracanes en el Caribe; más incendios forestales en Australia, Indonesia y también en el sur de Europa.

La gran esperanza para España es que, por una carambola de las interconexiones climatológicas debida a la activación de la corriente subtropical, podría beneficiarse de un pasillo que nos traiga un tren de borrascas, aunque atenuadas por la lejanía al origen del fenómeno. Esto significa que el próximo invierno podría ser algo más lluvioso.

Pero ¿cómo es posible que los efectos de El Niño se noten en tantos lugares si se origina en una cuenca tan remota? Piense que el Pacífico es tan vasto y profundo que contiene la mitad del agua salada del planeta, con una extensión que duplica a la del Atlántico y una profundidad media de cuatro mil metros. Y, dado que el clima surge de la interacción entre la atmósfera y la hidrosfera, es nuestra mayor fábrica de nubes, la gran turbina de las corrientes marinas y un inmenso ventilador que mueve los vientos planetarios.