Vacaciones de lujo
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Vacaciones de lujo
Miércoles, 12 de Junio 2024, 18:00h
Tiempo de lectura: 7 min
Escondido entre la exuberante vegetación se levanta un majestuoso château francés. Podría parecer algo desubicado en medio del Caribe si no fuera porque al lado tiene una mansión balinesa, un palacio marroquí, una villa romana, una residencia futurista, una casa japonesa, otra colonial. Mustique es una isla caribeña de postal, pero también es el lugar en el que algunos de los más ricos del planeta han hecho realidad sus fantasías arquitectónicas más salvajes. El milagro es que el ecléctico resultado no es ninguna horterada, sino un pequeño paraíso convertido en un auténtico imán para quienes buscan un pequeño reducto de privacidad… y pueden pagárselo, claro.
Desde los años setenta, esta pequeña isla privada del Caribe ha sido el destino favorito de la gente rica y famosa. Primero, llegó la aristocracia británica; luego, las estrellas del rock, las del cine, del deporte… Por Mustique han pasado Johnny Depp, Jude Law, Brad Pitt, Beyoncé, Kate Moss, Jennifer Lopez, Tom Ford. En diciembre, Ana Boyer y Fernando Verdasco celebraron allí su boda. Y es que Mustique no pasa de moda. La prueba es que millennials de pedigrí como Cara y Poppy Delevingne la han convertido en su refugio.
Situada al norte de Venezuela, Mustique forma parte de San Vicente y las Granadinas y tiene una superficie de apenas 5,7 kilómetros cuadrados. En 1958, el aristócrata inglés Colin Tennant -tercer Lord Glenconner- compró la isla por 57.000 dólares y empezó a construir las primeras residencias. Dos años más tarde, Tennant obsequió a su amiga la princesa Margarita con cuatro hectáreas de terreno.
Stargroves
De inspiración japonesa, pertenece a Mick Jagger. Tiene siete pabellones en un gran jardín tropical con acceso a una playa. el rockero posee otra villa anexa: Pelican Beach.
Palm Beach
Tommy Hilfiger es el dueño de esta residencia de estilo colonial inglés. En temporada alta, la alquila por 135.000 dólares semanales.
Touchan Hill
De inspiración marroquí, es una de las villas más lujosas. Tiene cinco habitaciones, que esconden todas un tucán en su decoración. Pertenece a Tatiana y Gerret Copeland, dueños de viñedos Bouchaine, en Napa Valley.
Mandalay
Esta villa balinesa perteneció a David Bowie. El cantante dijo: «Es un lugar tan tranquilo que no tengo ninguna motivación para escribir cuando estoy allí». Ha cambiado varias veces de propietarios y se alquila.
Con la ayuda del decorador Oliver Messel, la princesa construyó allí su impresionante villa. Les Jolies Eaux. Su hermana, la reina Isabel II, visitó la isla en tres ocasiones y Mustique se hizo famosa entre la aristocracia europea, cuyos miembros empezaron a comprar terrenos y a levantar sus residencias.
Cuenta la leyenda que Tennant solo quería gente guapa en su isla y que, por eso, la solicitud para comprar terrenos debía incluir una fotografía.
Al mismo tiempo, detestaba la ostentación y era capaz de negarse a vender un pedazo de tierra si consideraba que el comprador era un fanfarrón insoportable. Pero su peculiar forma de gestionar la isla terminó con la paciencia de los propietarios, que acabaron imponiendo su criterio y convirtieron el lugar en una empresa con accionistas y un consejo de administración que funciona a modo de cooperativa.
La Mustique Company gestiona todo en la isla: genera y vende energía y agua (con su propia planta desalinizadora) y recauda porcentajes de los alquileres para reinvertirlos después en infraestructuras.
En los últimos años, los accionistas han decidido convertir la isla en un destino sostenible y eco-friendly preservando, por ejemplo, el anillo verde de la parte sur de la isla y supervisando estrechamente cualquier nuevo proyecto de obra. También están intentando promocionar Mustique como un destino más accesible, aunque la realidad es que sigue al alcance de muy pocos bolsillos. Dormir en la isla por menos de 800 dólares la noche es prácticamente imposible.
Mustique cuenta con un centenar de villas y mansiones privadas, de las cuales se pueden alquilar unas 80 (incluidas las de Mick Jagger o Bryan Adams). Aparte de eso, solo hay dos hoteles, tres restaurantes, dos tiendas, un pequeño supermercado y un bar. Eso es todo. No hay centros comerciales, tampoco hay campos de golf. De hecho, apenas hay coches y los vecinos y visitantes se mueven gracias a una pequeña flota de carritos de golf dispersos por la isla.
Esa tranquilidad forma parte de la promesa de Mustique. De hecho, según sus promotores, el espíritu que impregna la isla no ha cambiado tanto desde los años setenta. Y eso incluye un ambiente tan informal que a menudo implica ir descalzo o, como mucho, en chancletas. Pero eso no está reñido con el glamour ni con las fiestas.
Eso sí, la ostentación está mal vista. Por eso, en su pequeño puerto no pueden atracar megayates, y los accionistas de la Mustique Company se han negado a alargar la pista de aterrizaje del vetusto aeropuerto por miedo a que se convierta en un desfile de jets privados. A cambio, Mustique tiene su pequeña flota de aviones de hélices que conecta la isla con la vecina Santa Lucía o con Barbados en temporada alta.
Por la misma razón, hay pocos lugares que puedan garantizar tanta intimidad a sus visitantes. Cuando un ‘turista’ llegó a la isla hace unos años con un impresionante equipo de fotografía diciendo que era un gran aficionado a la ornitología, fue enviado a casa en el siguiente avión en cuanto se hicieron obvias sus auténticas intenciones.
Oliver Messel fue uno de los diseñadores de escenarios y teatro británico de más renombre del mundo de la decoración. Fue contratado por la familia Glenconnor para dar forma a Mustique con la remodelación de las principales villas de la isla. La primera construcción tuvo lugar en 1969, en concreto la casa ‘Les Jolies Eaux’, situada sobre una colina de la isla, a... Leer más