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J. Arrieta
Lunes, 29 de abril 2024, 00:03
No todos envejecemos igual. Esta certeza la puede comprobar cualquier persona de cierta edad que haya asistido a un encuentro con sus compañeros del colegio o con sus amistades de la infancia. Allí se habrá encontrado con gente que comparte la misma colección de calendarios ... pasados pero de aspecto y estado bien diferentes. Habrá quien tenga dificultades de movilidad junto a quien se haga sus buenas medias maratones; personas con piel tersa junto a otras con los surcos del pasado bien marcados; gente con aspecto robusto compartiendo mesa con quien ya acusa la curvatura del tiempo en la espalda...
Efectivamente, no todos envejecemos del mismo modo y el fenómeno ha llamado la atención casi desde que se inventó la medicina. De hecho Hipócrates, que elaboró varias explicaciones para tratar de entender qué era el hacerse viejo, consideró que era una evolución natural irreversible, universal y de naturaleza física, y que se explicaba a través de la teoría de los cuatro humores básicos: la sangre, la flema, la bilis negra y la bilis amarilla. Durante mucho tiempo, se creyó que dependiendo de cómo estuvieran presentes en nuestro cuerpo estos humores, así sería nuestro carácter, también nuestra forma de enfermar y de vivir la senectud.
La ciencia actual considera que la clave de la vejez puede encontrarse en los ageotipos, los patrones que reflejan cómo cada individuo experimenta y muestra su propio proceso de envejecimiento. Si el concepto le resulta extraño es porque es de acuñación bastante reciente. Fue dado a conocer en 2020, hace apenas cuatro años, a través de un artículo publicado en la revista 'Nature Medicine'. Titulado 'Marcadores personales de envejecimiento y ageotipos revelados por perfiles longitudinales profundos', era el resultado de un estudio realizado por expertos de la Universidad de Stanford (EE UU) que habían analizado los patrones moleculares profundos «de 106 individuos sanos de 29 a 75 años» durante cuatro años.
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«Definimos distintos tipos de patrones de envejecimiento en diferentes individuos, denominados ageotipos, en función de los tipos de vías moleculares que cambiaban con el tiempo en un individuo determinado», decían los expertos encabezados por el genetista Michael Snyder. «Los ageotipos pueden proporcionar una evaluación molecular del envejecimiento personal, que refleje el estilo de vida y el historial médico y que, en última instancia, pueda ser útil para controlar e intervenir en el proceso de envejecimiento», añadían. Es decir, si sabemos qué camino va a seguir nuestro organismo al envejecer y, por lo tanto, de dónde van a venir los problemas, podríamos ajustar nuestro modo de vida para encarrilar mejor la vía que nos toca.
«El ageotipo es más que una etiqueta: puede ayudar a las personas a identificar los factores de riesgo para la salud y las áreas en las que es más probable que tengan problemas», dijo Snyder cuando se conoció su investigación. «Y lo que es más importante, nuestro estudio demuestra que es posible cambiar a mejor la forma de envejecer», insistió.
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Aunque, según el Centro Internacional sobre el Envejecimiento (CENIE), «algunos investigadores plantean la existencia de un conjunto impreciso de ageotipos», y Snyder y sus colegas han hablado de hasta una veintena, en principio se definieron cuatro:
– Inmune: Se envejece de acuerdo a la forma como el sistema inmunológico responde.
– Metabólico: La persona envejece de acuerdo a la forma como acumula y descompone sus sustancias corporales. Así, por ejemplo, las personas con este ageotipo tienen un mayor riesgo de sufrir diabetes tipo 2.
– Hepático: El envejecimiento está unido a la función del hígado, por lo tanto, quienes tienen este ageotipo corren un mayor riesgo de sufrir enfermedades del hígado.
– Nefrótico: El proceso de envejecer ocurre en este caso debido a la forma como trabajen los riñones.
«Es interesante notar que en el estudio de Snyder no se consideraron los problemas cardiovasculares, un factor que para otros investigadores puede significar una causa importante de envejecimiento», señalan en el CENIE. Por otra parte, y como aclaró el propio Snyder, estos ageotipos no son casillas estancas, y el hecho de que una persona pertenezca a uno o varios de los cuatro ageotipos no significa que no esté envejeciendo también por otras vías biológicas.
¿Y cómo se sabe en qué ageotipo encaja uno? Pagando. La empresa Iollo, de la que forma parte Snyder, ofrece unos análisis que completa con «Asesoramiento dietético y sanitario basado en IA». El producto más completo, «Perfecto para optimizar la salud», cuesta 459 dólares.
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