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No podía haberse elegido mejor al grupo de personas que recibió al féretro con los restos mortales de Jorge Mario Bergoglio ante la basílica romana ... de Santa María la Mayor, donde tuvo lugar la inhumación una vez concluido este sábado su funeral en la plaza de San Pedro del Vaticano. 40 indigentes, refugiados, transexuales y presidiarios, cada uno con una rosa blanca en las manos, estaban esperando para darle la última bienvenida al Papa que tan presentes tuvo durante su pontificado a estas personas situadas en los márgenes de la sociedad. O, como él mismo decía, en las «periferias», tanto geográficas como sociales. «Esperemos que ahora no se olviden de nosotros», contaba agradecida una de esas transexuales, parte de un grupo que ejerce la prostitución a las afueras de Roma y al que el Pontífice apoyó económicamente cuando se quedaron sin apenas clientes durante la pandemia de coronavirus.
El peculiar recibimiento en Santa María la Mayor a Bergoglio confirmó una vez más su condición de 'outsider', que le llevó a desear que sus restos mortales no reposasen en las Grutas Vaticanas, como es habitual con los Papas más recientes. Prefirió en cambio esta basílica dedicada a la Virgen, situada en el centro de Roma y adonde acudía a rezar cada vez que iniciaba y regresaba de uno de sus 47 viajes internacionales. También hizo lo mismo cuando salió del hospital Gemelli el pasado 23 de marzo tras pasarse 38 días ingresado por una bronquitis que derivó luego en una neumonía bilateral, que superó sólo en parte y debilitó su salud hasta que un ictus cerebral acabó con su vida el pasado lunes.
El ataúd con los restos mortales del Pontífice argentino fue llevado a bordo de un papamóvil blanco, que ya utilizó durante su viaje a México en febrero de 2016, hasta la basílica situada en el barrio de Esquilino tras recorrer los cerca de seis kilómetros de distancia que separan este templo del Vaticano, donde tuvo lugar el funeral. Tras salir del minúsculo Estado por la puerta del Perugino, el cortejo fúnebre recorrió las calles del centro de Roma mientras miles de personas aplaudían a su paso, le tiraban flores o gritaban «¡Viva el Papa!».
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Más de 150.000 ciudadanos se congregaron durante el recorrido, que duró alrededor de una media hora. El papamóvil pasó delante de algunos de los principales monumentos de la capital italiana, como el Vittoriano o el Coliseo, al que llegó tras recorrer la magnífica avenida que se abre entre los Foros Imperiales. Siguiendo en parte las huellas de la Via Papalis, el camino que hacían hace siglos los Pontífices desde la tumba de San Pedro hasta el palacio apostólico de San Juan de Letrán, donde tenían su residencia, la comitiva fúnebre permitió al argentino, tan amigo de callejear, recibir un saludo póstumo de los que han sido sus feligreses, pues siempre insistió en vida en que su cargo como Papa derivaba del hecho de ser obispo de Roma.
El cardenal lituano Rolandas Makrickas, arcipreste de Santa María la Mayor, reveló cuándo decidió Francisco que sería enterrado en esta basílica en lugar de en el Vaticano. Consciente de lo ligado que Bergoglio estaba a este templo, que acoge la imagen mariana de la 'Salus Populi Romani', a la que sentía una gran devoción, Makrickas le propuso el 13 de mayo de 2023 que su tumba estuviera en ese lugar. En un primer momento le respondió que no, pero una semana después le llamó y le dijo: «La Virgen me ha dicho que prepare la tumba. Y estoy contento de que no se haya olvidado de mí». Así que le pidió al arcipreste que buscara un lugar idóneo para el aterramiento, dejándole claro que no debía ser en la capilla, dedicada al Santísimo, porque «las personas que vienen tienen que rezar al Señor o venerar a la Virgen, no mirar la tumba de un Papa».
Revisando los distintos espacios de la basílica, Makrickas encontró que el mejor lugar era donde se encontraba hasta ahora un cuartito en el que se guardaban candelabros y otros objetos utilizados para el culto. Estaba situado al lado de la capilla donde se conserva la imagen de la 'Salus Populi Romani', que tanto veneraba Francisco, y del altar dedicado a San Francisco de Asís, el santo del que tomó su nombre como Papa. «Nos pareció que era el lugar verdaderamente perfecto», celebró el arcipreste. Ahora se convertirá en un foco de peregrinaciones para los fieles, comenzando por los cardenales, que acudirán este domingo a Santa María la Mayor para rezar ante la tumba del difunto Pontífice.
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