Trasladan a la secuestradora del bebé de Bilbao al hospital psiquiátrico de Zaldibar

La mujer fue examinada por forenses especializados en psiquiatría del juzgado, que descartaron que en ese momento sufriera un brote psicótico, aunque sí apreciaron un ligero retraso que podría afectar a sus facultades. No obstante, deberá ser valorada de nuevo para decidir sobre su imputabilidad.

Una jueza la dejó en libertad sin medidas cautelares tras tomarle declaración. La joven asumió ante ella que había sustraído al pequeño Aimar de los brazos de su madre disfrazada de sanitaria y con la excusa de practicarle una prueba de oído. Pero la magistrada entendía que no existía riesgo de fuga, ni de reiteración delictiva o destrucción de pruebas, criterios exigibles para el ingreso en prisión preventiva, al decaer ante su pareja y familia la mentira que la había llevado a sustraer al bebé. En ese momento se comprometió a ingresar de manera voluntaria en un centro psiquiátrico. Se dictó una orden de alejamiento sobre los padres y la defensa no se opuso.

Según confesó ante la Ertzaintza y en el propio juzgado, se había quedado embarazada en febrero, pero al cabo de mes y medio sufrió un aborto natural. Sin embargo, lo mantuvo en secreto y siguió aparentando que estaba encinta para recibir el mismo trato protector que le había brindado su entorno. Así, compró ropa y todo el ajuar para la niña que supuestamente esperaba, y hasta mostró ecografías y una cartilla falsas.

Según esta ideación, salía de cuentas a finales de septiembre, aunque fue retrasando la fecha hasta asegurar que le iban a provocar el parto. Cuando su novio y su familia empezaron a dudar de que realmente estuviera embarazada, Mireia se marchó de casa y planeó el secuestro. Se puso un traje blanco de sanitaria y accedió al área de Maternidad, donde los controles de acceso eran laxos. Lo intentó hasta en tres ocasiones anteriores en otras habitaciones y, finalmente, se llevó a Aimar. Para salir del complejo médico, metió al bebé en una bolsa del supermercado BM.

Como no quería volver a su casa y se lamentaba de encontrarse «sola en el momento más delicado de su vida», unas amigas le ofrecieron pasar la noche con ellas en su domicilio de la calle Fika, creyendo que el niño era suyo. Incluso les sacaron fotos y vídeos, que enviaron a conocidos. A la mañana siguiente, consciente ya de lo que había hecho, Mireia cogió al recién nacido, entró en un portal y lo dejó en el felpudo de un piso que eligió al azar en el mismo barrio de Santutxu.

Dos horas después, fue detenida por la Ertzaintza en Zorroza. Según su versión, fue caminando hasta allí y le pidió a una amiga que llamara a la Policía para pactar su entrega. Tras pasar dos días en los calabozos de la comisaría central de la Ertzaintza en Deusto, fue puesta a disposición judicial, y por decisión de la magistrada de guardia quedó libre.