doménico chiappe
Domingo, 21 de agosto 2022, 00:04
Ha cumplido misiones en Bosnia, Afganistán y Pakistán en sus 15 años en la UME. Conoce incendios, inundaciones, terremotos. Lo peor, el covid, cuando eran los únicos que entraban en las residencias para desinfectar y terminaban sacando cuerpos. Está casado y tiene dos hijas, de ... 18 y 15 años, «que lo llevan regular» cuando ven en televisión dónde está su padre. Le llaman todos los días. «La familia sufre y yo le quito hierro a la situación». En esta emergencia, por ejemplo, les ha enviado fotos de los cuatro burros y dos mulas que salvó del fuego, aunque uno le mordiera cuando los atraía con trozos de pan. «Ellas no tienen que saber por lo que estamos pasando».
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Con tres tíos bomberos, la vocación le venía de serie. «Mi historia puede llamarse 'Amor y UME'», dice, porque este madrileño cuya pareja es de Valencia optó por una vacante en el cuerpo de emergencias de esa ciudad hace una década. Tenía entonces 25 años y llevaba cuatro en las Fuerzas Armadas. En casa tienen «dos perritos que también me extrañan», bromea. Más allá del riesgo, que se compensa con la «adrenalina» y la prudencia, ha presenciado tragedias que pocos viven de frente y ha visto imágenes que prefiere no airear en escenarios como el terremoto de Lorca o las inundaciones de Orihuela. «Cuando estoy trabajando es como si me pusiera una coraza».
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Casado y con hijos de 15 y 12 años, cuando sale del hogar a cumplir con una misión le piden que tenga cuidado. «Los niños a veces no son del todo conscientes, aunque nos ven en el telediario». El brigada Lagoa -47 años, más de la mitad como militar- asegura que «estar en esta unidad es un desafío porque, como los médicos, tienes que estar al día en el conocimiento de nuevos equipos, materiales, mecanismos de actuación. Y cada emergencia, aunque parezca similar, es diferente y hay que adaptarse sobre el terreno. Nunca me he arrepentido». Además está el compañerismo. «Tenemos la familia natural y la militar, con la que convivimos muchas horas al año».
Estuvo en la Brigada Aerotransportada y en el Grupo de Escolta de la Guardia Real durante ocho años, antes de ingresar en la UME, donde conduce la 'Nodriza', el camión cisterna. «Voy, lleno y reparto agua a los demás, pero no es un todoterreno y hay que buscarle siempre un sitio seguro». A este soldado de 29 años que vive en Valencia con su novia, le gusta el trabajo, a pesar de que «hoy estamos aquí, ayer en Castellón y mañana no se sabe». «Es muy intenso y bonito, se ayuda mucho a las personas. Además recibes bastante formación. A la semana de entrar hice un curso de la Compañía de Incendios y ahora iré a Toledo, para el de inundaciones».
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«La lucha contra los incendios es la emergencia más compleja desde el punto de vista técnico», dice Pablo Modroño, quien con 37 años comanda el subgrupo táctico desplegado alrededor del descontrolado fuego de Vall d`Ebo. Con tres años en el tercer batallón de la UME y 16 de militar, el capitán tiene como «prioridad» la seguridad de los hombres a su mando. «Hay un vínculo emocional entre nosotros, que va en aumento». Además de su propia trayectoria, afirma que también se apoya en la «experiencia de muchos años» de sus subordinados veteranos. Entró en la UME buscando «un nuevo escenario en mi carrera, donde afrontar retos distintos».
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