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España entra en una nueva fase en la lucha contra el coronavirus, ahora también como foco de expansión del COVID-19 y no solo como mero importador de casos, principalmente desde Italia. Las alertas saltaron este jueves. Y no fue porque se elevaran a ... 23 los casos activos en España, tras doce nuevos positivos en Madrid, Barcelona, Valencia, Segovia y Valladolid que los expertos consideran un ritmo de expansión bastante moderado, incluso asumible. Las luces rojas se encendieron porque las autoridades sanitarias no saben cómo se han infectado tres de los pacientes -el ya conocido enfermo de Sevilla y dos nuevos casos detectados este jueves en Madrid-, que no han estado en zonas de riesgo, como el norte de Italia, y que no habrían tenido contacto con personas enfermas o que hubieran viajado al extranjero.
Los nuevos y preocupantes casos de Madrid son dos pacientes (de 77 y 50 años y con patologías previas) que estaban ingresados en el hospital de Torrejón de Ardoz sin que se conociera el origen de su dolencia y que han dado positivo a los cultivos por coronavirus. Uno de los enfermos -el de 77 años y que lleva siete días en la UCI- se encuentra en situación grave, según las autoridades médicas de la Comunidad de Madrid, que descartan que los dos enfermos se hayan contagiado en el centro hospitalario porque siempre han estado aislados.
En Valencia siete personas dieron positivo este jueves, aunque todas importadas. El primero fue un periodista de 44 años que viajó con el Valencia a Milán para seguir el partido contra el Atalanta el pasado 19 de febrero. Cuatro de las personas del círculo más cercano del informador resultaron también infectadas. También dio positivo un estudiante italiano que había viajado recientemente a la zona de riesgo y una mujer que igualmente había estado en Milán hace poco.
En Castilla y León este jueves hubo dos positivos: un joven estudiante erasmus que acababa de regresar a Segovia después de haber viajado al norte de Italia para ver a su familia y un iraní trabajador de la empresa Cidaut en el Parque Tecnológico de Boecillo de Valladolid, que había estado recientemente en su país.
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Edurne Martínez Lucía Palacios
El positivo en Cataluña fue en Barcelona, una mujer de 22 años, vecina de Tenerife y que viajó al norte de Italia entre el 19 y el 25 de febrero. Con estos doce nuevos casos, el balance de la epidemia en España es, por tanto, de 23 personas actualmente contagiadas por el virus. Once notificadas entre el lunes y el miércoles y doce este jueves. Su distribución geográfica es: siete en Valencia, cuatro en Tenerife, cuatro en Madrid, tres en Barcelona, una en Castellón, una en Sevilla, una en La Gomera, una en Segovia y una en Valladolid. Diecinueve de los contagiados serían importados de Italia y tres serían infectados locales. Todos se encuentran en buen estado de salud, excepto el paciente de Madrid en estado grave.
Entre tanto, las autoridades sanitarias, tanto del Gobierno como de la Junta de Andalucía, siguen echando el resto para enfrentar el que, hasta el momento, es el mayor problema de esta crisis del coronavirus: conocer todos y cada uno de los contactos recientes del paciente de Sevilla, que está infectado por el COVID-19 sin haber estado en ninguna de las zonas de riesgo y sin haber tenido contacto con ninguna persona que haya viajado recientemente a esas áreas o que estuviera afectada. El problema -apuntaron a este periódico responsables de Sanidad- es que el paciente sevillano, aquejado de neumonía, pasó mucho tiempo sin ser diagnosticado. Los primeros síntomas los tuvo el 13 de febrero. No ingresó hasta el 20. Y no fue aislado hasta el 25 de febrero en el hospital Virgen del Rocío.
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Los especialistas de ambas administraciones se esmeran en encontrar al 'caso cero' que infectó a este varón de 62 años y que muy probablemente no haya presentado síntomas. Los técnicos, tras descartar su entorno familiar donde todos han dado negativo, investigan si pudo infectarse en el trabajo -el paciente es empleado de banca-, concretamente en una convención de su trabajo a la que acudió hace tres semanas en Málaga y que incluyó un espectáculo flamenco.
Fernando Simón, la cara más conocida de la Administración central en la vanguardia de la lucha contra el coronavirus, no se anduvo con rodeos: antes o después en España va a haber muertos por el COVID-19. El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, el mismo que hace solo dos días llamaba a la tranquilidad porque todos los casos registrados en el país eran importados de Italia, fue el encargado de anunciar no solo que España se ha convertido en foco, sino que lo más plausible es que haya víctimas mortales porque la enfermedad, «sin ser grave, no es banal».
Simón estuvo mucho más pesimista que en sus últimas intervenciones, probablemente consciente del riesgo que entraña no conocer cómo llegaron a infectarse dos de los pacientes de Madrid y el de Sevilla. Quizás por ello empezó a hablar de la posibilidad de que en breve se pase del actual estadio de «contención», el más bajo de la epidemia, a un «escenario dos», de «mitigación».
El director de Emergencias, a pesar de todo, recordó que los técnicos consideran que la situación sigue bajo control. Es más, según varias de las fuentes consultadas, la mayoría de expertos esperaban que la progresión de casos tras los primeros positivos fuera exponencial, como pasó en Italia. Sin embargo, no ha ocurrido en los cuatro primeros días del boom infectivo en España. Simón destacó que se mantiene el escenario de «contención» porque la «transmisión todavía no es amplia» y «no hay entrada masiva de casos importados».
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