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Zigor Aldama
Shanghái
Viernes, 7 de febrero 2020, 00:20
Los ciudadanos chinos abren cada mañana con ansiedad las páginas web en las que se detalla, como si fuese un parte de guerra, la cifra oficial de víctimas del coronavirus 2019-nCoV. Es una cantidad que crece continuamente y que, además, lo hace de ... forma exponencial. El incremento del número de casos es mayor cada día. Este jueves, por ejemplo, el coronavirus se cobró 73 vidas -cinco más que el miércoles-, lo cual elevó la cifra total a 638. Y se sumaron 3.697 contagios confirmados, una lista provisional en la que ya hay más de 31.490 nombres.
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Pero hay dos datos que invitan a un moderado optimismo. Por un lado, está el número de quienes se han recuperado, un grupo que ayer alcanzó los 1.188 miembros y que duplica ya el de los fallecidos. Por otro lado, que la gran mayoría de los nuevos casos -concretamente, un 70% del total y un 97% de quienes mueren- se circunscriben a la provincia de Hubei, epicentro de la epidemia. Los especialistas señalan que es la confirmación de que las estrictas medidas de cuarentena bajo las que viven casi 60 millones de personas están funcionando. La estadounidense Bloomberg lo resumía así en un titular contundente: 'China sacrifica una provincia para salvar al mundo del coronavirus'.
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En Hubei, las autoridades mantienen a la mayor parte de la población confinada en sus casas. Cada familia tiene que registrar a una persona que recibe permiso para salir a comprar víveres cada dos días, una medida que también han tomado otras localidades fuera de Hubei. Y el transporte en la provincia está cortado de raíz: solo se mantiene el abastecimiento de alimentos y de material sanitario. Mientras tanto, los científicos iniciaron ayer la tercera fase de las pruebas clínicas del Remdesivir, un fármaco experimental que ha dado buenos resultados en pacientes de Tailandia y de Estados Unidos. En Wuhan, 761 infectados con síntomas moderados y severos ya lo están recibiendo para determinar si es eficaz o no.
«No puedo decir que China esté preparada para afrontar esta crisis sanitaria, porque no tenemos suficientes camas en los hospitales. Pero, por eso, hemos movilizado todos los recursos del país y hemos construido dos hospitales en diez días», afirmó este jueves el embajador de China en Reino Unido, Liu Xiaoming. A pesar de ese esfuerzo, el número de países y de aerolíneas que cortan enlaces con China continúa creciendo, y el aislamiento de la segunda potencia mundial se extiende, propagando el miedo a una crisis económica.
638 personas han fallecido ya en China como consecuencia de la infección. El número de contagiados supera los 28.000.
70% de los nuevos casos y el 97% de fallecidos se centran en Hubei.
Taiwán anunció que dejará de dar visados a ciudadanos de Macao y de Hong Kong, Arabia Saudí prohibió a sus ciudadanos viajar a China y añadió que nadie que haya visitado el gigante asiático en las últimas dos semanas podrá pisar su territorio, y Virgin Atlantic extendió la suspensión de sus vuelos a Shanghái hasta el 28 de marzo y canceló todos los que tienen Hong Kong como origen o destino. «Los gobiernos deben evitar la sobreactuación y la propagación del pánico», enfatizó Liu sin mucho éxito.
Estados Unidos continúa airando a China con la evacuación de sus ciudadanos, algo que Pekín desaconsejó desde el inicio, y esta semana operará los dos últimos vuelos chárter para devolverlos a casa. Menos suerte tienen los 5.500 turistas que están atrapados en dos cruceros que permanecen desde el miércoles en cuarentena, uno en Hong Kong y otro en Japón. En ese último, este viernes se detectaron otros veinte infectados más por el coronavirus, por lo que el total asciende a 41, y 273 pasajeros potencialmente expuestos a la infección están bajo observación.
El pebetero olímpico de Tokio 2020 debería encenderse en menos de seis meses. Y el primer ministrode Japón, Shinzo Abe, se ha propuesto que así sea. Con coronavirus o sin él. «Quiero dejar claro que el comité de la organización y el Comité Olímpico Internacional no están debatiendo en absoluto si los Juegos Olímpicos se deben celebrar», afirmó frente al Parlamento del país, cerrando incluso la puerta a un posible retraso. Así que la llama olímpica viajará a la localidad de Miyagi en seis semanas, y culminará cuatro meses de viaje por el archipiélago hasta iluminar la capital japonesa el 24 de julio.
Abe respondió así a quienes temen que la epidemia originada en China, y que ha provocado una cascada de restricciones al movimiento de personas que hayan visitado el país en las últimas dos semanas, pueda afectar a la Olimpiada. «Seriamente preocupado» se mostró el jefe del Comité Japonés, Toshiro Muto, durante una reunión con el Comité Paralímpico Internacional en la que expresó sus dudas sobre la conveniencia de juntar a miles de atletas de todo el mundo en recintos cerrados. China, por su parte, podría ver seriamente reducida su participación si la situación no mejora para julio. Los epidemiólogos consideran que, en el mejor de los casos, el coronavirus no será derrotado en los próximos tres meses.
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