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Zigor Aldama
Shanghái
Jueves, 6 de febrero 2020, 01:42
Cada día, China se va quedado un poco más aislada del mundo. El miedo al coronavirus 2019-nCoV se extiende y, en consecuencia, crecen tanto el número de países que imponen restricciones a la entrada de quienes hayan estado en el gigante asiático ... como el de aerolíneas que suspenden servicios al Gran Dragón. Ayer, Hong Kong tomó una de las medidas más drásticas entre los gobiernos que evitan cerrar las fronteras a cal y canto: todos los viajeros procedentes de la China continental -también los propios residentes de la excolonia británica que regresen de allí- deberán ser sometidos a una cuarentena obligatoria de 14 días.
La jefa del Ejecutivo autonómico, Carrie Lam, invocó los poderes especiales que le otorga la Ordenanza para la Prevención y Control de Enfermedades y anunció que la medida entrará en vigor el próximo sábado, algo que ha decepcionado a quienes exigen el cierre total e inmediato de los puestos fronterizos aún operativos. «Anunciar el cierre con días de antelación solo provoca una avalancha de gente que puede estar infectada», se quejaba una enfermera. Parte del personal sanitario continúa con una huelga de cinco días para protestar por estas medidas que considera insuficientes, y en la ciudad se forman todos los días gigantescas colas de más de cinco horas para adquirir mascarillas.
Mientras tanto, en el puerto, 1.800 personas no pueden abandonar el crucero 'World Dream' porque en su interior viajaron tres pasajeros chinos que, una vez en tierra, dieron positivo en los tests que detectan el coronavirus de Wuhan. Algunos miembros de la tripulación sufren síntomas que podrían ser de la epidemia, así que las Autoridades han preferido sellar el buque. Y la misma decisión han tomado en Japón con otro crucero, el 'Diamond Princess', en el que viajan otras 3.700 personas. Veinte de ellas están infectadas y han sido trasladadas a hospitales, pero el resto deberá permanecer encerrado hasta nuevo aviso.
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Mientras tanto, en China continúan creciendo las cifras de infectados y de fallecidos. La primera se situó en 28.018, y la segunda en 563. No obstante, el grupo de quienes se recuperan de la neumonía atípica crece mucho más y ya alcanza las 1.153. Por si fuese poco, por primera vez el número de casos sospechosos -23.260- fue inferior al de los confirmados, lo cual hace pensar que el pico de la epidemia podría estar cada vez más cerca. Desafortunadamente, también se conocieron ayer otras novedades preocupantes, como el caso de una niña de solo 30 horas de vida que dio positivo y que demostró la posibilidad de que se produzcan casos de contagio materno-filial, porque su madre estaba infectada.
Una reunión de negocios en la que participaron más de un centenar de personas en un lujoso hotel de Singapur fue vinculada por las autoridades sanitarias de la ciudad-Estado a la expansión internacional del coronavirus. Al menos un malasio y dos surcoreanos que se encontraban entre los 109 asistentes a la reunión privada, que tuvo lugar entre el 20 y el 22 de enero, han sido contagiados por el coronavirus, apuntó la víspera el Ministerio de Salud singapurense.
Además, cuatro residentes en Singapur muestran síntomas de ser portadores del virus y han sido trasladados al Centro Nacional de Enfermedades Infecciosas para un mayor seguimiento de este brote cuyo epicentro es la ciudad china de Wuhan.
El ministerio singapurense alerta que del total de participantes 94 procedían del extranjero, entre ellos los tres casos confirmados, y de que ya ha informado a las autoridades de sus respectivos países. Singapur elevó a 28 el número de casos detectados dentro de sus fronteras, tras detectar 4 nuevos infectados a través de transmisión local, entre ellos un bebé de 6 meses.
En la coyuntura actual, y aunque China ha prometido gestionar la crisis sanitaria con transparencia, lo cierto es que entre los dirigentes preocupan las informaciones no verificadas que apuntan a un gran número de muertos que no aparecen en las estadísticas oficiales porque no fallecen en los hospitales. Las redes sociales se han inundado de todo tipo de vídeos -muchos de ellos falsos o pertenecientes a otros momentos o lugares- que provocan alarma entre la población. Por eso, el Partido Comunista ha comenzado a incrementar la censura y busca ahora controlar el discurso.
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El presidente del país, Xi Jinping, pidió que «se guíe mejor a la opinión pública», y el Departamento Central de Propaganda envió al epicentro de la epidemia a 300 periodistas de diferentes medios de comunicación estatales para que transmitan una imagen más optimista del rumbo que está tomando la crisis sanitaria. Las órdenes son centrar la información en los esfuerzos del país por controlar la epidemia y en los casos de éxito, razón por la que diarios más críticos se han visto obligados a retirar textos que relataban la cara más oscura de la gestión gubernamental.
Es imprescindible aumentar la moral de quienes se preocupan también por el futuro económico de un país que no ha podido empezar el Año de la Rata con peor pie. No en vano, la aerolínea hongkonesa Cathay Pacific pidió a sus 27.000 empleados que en los próximos meses soliciten una excedencia sin sueldo de tres semanas para facilitar que la compañía salga adelante sin necesidad de despedir a personal. El consejero delegado, Tang Kin-wing, afirmó que la situación es «tan grave como la de la crisis de 2009» y añadió que la empresa debe preservar su efectivo «para proteger el negocio». Xi, no obstante, reapareció en los medios de comunicación después de una semana sin dar señales de vida y aseguró que «China tiene confianza en su capacidad para contener la epidemia».
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