El arzobispo de Valladolid, el conservador Luis Argüello, es el nuevo presidente de la Conferencia Episcopal, en sustitución del cardenal Juan José Omella, que deja el cargo al haber cumplido la edad de jubilación. Por 48 votos a favor, la asamblea plenaria se decantó por ... Argüello en la primera votación. La cúpula de la Iglesia se ha inclinado por el equilibro y apostado por José Cobo, un progresista de 58 años, titular de la archidiócesis de Madrid y candidato preferido por el papa Francisco, como vicepresidente, con 39 votos en la segunda votación. De este modo los mitrados se han abstenido de conformar un tándem netamente conservador, lo que habría supuesto un cierto desaire al pontífice.
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Argüello, el hombre que capitaneará la jerarquía eclesiástica, no es nuevo en esta estas lides. De hecho, ocupó la secretaría general del episcopado entre 2018 y 2022, periodo en el que ejerció de portavoz durante la crisis ocasionada por los abusos sexuales dentro de la Iglesia católica, asunto que provocó una investigación del Defensor del Pueblo. El nuevo líder de los prelados aglutinó el voto de moderados y conservadores, que suponen unos dos tercios de los obispos, frente a la facción progresista, que agrupa a unos 20 electores.
Argüello, de 70 años, gobernará el timón de la Iglesia española durante los próximos cuatro años, pero no podrá volver a presentarse a un segundo cuatrienio por motivos de edad. El Vaticano recomienda que no se seleccione para esta responsabilidad a mitrados que, en el ejercicio de su presidencia, vayan a cumplir 75 años. Argüello cumple 71 el próximo mes de mayo. La asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal se decantó por él sin dudarlo con una mayoría absoluta incontestable.
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Antonio Paniagua
El nuevo equipo dirigente tendrá que afrontar como retos inmediatos las indemnizaciones a las víctimas de la pederastia eclesial y la reforma de los seminarios. Como desafíos a más largo plazo, habrá de hacer frente a la rampante secularización de la sociedad española, que se refleja en cifras descendente de asistencia a misa y en la caída de matrimonios que pasan por vicaría, que apenas llegan al 20%. Pocos cambios reales se esperan sobre el fin de celibato sacerdotal, las bodas gais o el diaconado femenino, que, a pesar de los signos de apertura, encuentran una resistencia numantina en la Iglesia. Además, los obispos habrán de acometer la renovación de un episcopado que adolece de falta de savia joven.
Después de saludar y hablar brevemente con las víctimas de abusos sexuales que se concentraron en Añastro, sede de la Conferencia Episcopal en Madrid, Luis Argüello y José Cobo comparecieron ante la prensa. «Somos del único bando, del bando del Evangelio y del reino del Dios», dijo Argüello, que confió en una colaboración «leal, respetuosa y crítica» con los poderes públicos.
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José Cobo aseguró que es voluntad de los obispos reforzar la transparencia en el trato con los supervivientes de abusos y poner a las víctimas en el centro. «Seguiremos quedando con ellos y con todas las asociaciones de víctimas para que haya un dialogo fluido. Es lo que pretendemos asentar en nuestros protocolos , pastorales y formas de trabajar», apuntó el vicepresidente de la Conferencia Episcopal.
Con la elección de Argüello los obispos imprimen a la jerarquía católica un cambio de ciclo. Del talante abierto de Omella se pasa al más rígido y conservador del arzobispo de Valladolid, si bien ha sido elegido por Bergoglio. Hombre culto e inteligente, Argüello empezó gestionando la crisis de los abusos sexuales negando la evidencia -suya es la frase de que los casos de pederastia clerical serían muy pocos, si no ninguno- para acabar aceptando la reparación a los supervivientes y el error que supuso cambiar de destino a los clérigos acusados de agresiones sexuales.
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«Los desafíos culturales y la reflexión sobre lo que pasa en el mundo son mis pasiones. Me gusta el fútbol y leer. Es lo que pueda aportar, la iluminación de alguien que es un apasionado del Evangelio y al que le gusta leer novelas y ensayos», adujo Argüello.
El nuevo presidente de la jerarquía católica abogó por la colegialidad en la toma de decisiones, la vinculación con el Papa y expresó su preocupación por la pobreza, por los que están solos, los jóvenes que carecen de un empleo, los que no pueden crear una familia por el alto coste de la vida y los migrantes que pueblan las calles españolas. «El deseo de estar presente en la vida pública forma parte de la vocación de la Iglesia, y lo es especialmente a través de lo que significa la vocación laical, que tiene una expresión propia que se llama caridad política. Estamos deseando que los laicos tiren de nosotros, que su deseo de estar presenten nos haga espolear nuestra vocación por el Evangelio y la doctrina social de la Iglesia», alegó Luis Argüello.
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La nueva comisión ejecutiva pasa a estar integrada ahora por Argüello, Cobo, el secretario general César García Magán; el obispo de Getafe, Gines García Beltrán; el ultraconservador Jesús Sanz (Oviedo), Mario Iceta (Burgos), Enrique Benavent, (Valencia), Ángel Saiz Meneses (Sevilla) y Jose María Gil Tamayo (Granada).
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