Luis Argüello, cerebro en la sombra de la Iglesia y hábil regateador

Argüello, tenido por un conservador, coqueteó con la izquierda de joven, meros «tonteos» que pronto abandonó. Colaboró con la Democracia Cristiana de Joaquín Ruiz Giménez antes de ingresar en el seminario y hasta llegó a cooperar en la candidatura municipal del PSOE de Valladolid cuando los socialistas cosecharon las primeras victorias electorales. En este sentido ha hecho un recorrido inverso al de muchos creyentes: sus convicciones políticas le inclinaron a comprometerse con la Iglesia. Partidario de que los católicos se impliquen activamente en la vida pública, se desenvuelve con soltura en los puestos de poder.

Contrario a la amnistía para los políticos independentistas (al menos si los beneficiarios no renuncian a la unilateralidad) y hostil a las leyes que ejercen una suerte de «ingeniería social» (ley trans, aborto, eutanasia y nuevas realidades familiares), Argüello fue la voz de la Iglesia que auguró que serían «cero o muy pocos» los casos de pederastia clerical, una postura que la jerarquía católica ha tenido que corregir a la luz de sus propios informes. En sus relaciones con el Gobierno de coalición, asegura que ha sido más fácil llegar a acuerdos en materia económica que en asuntos educativos y antropológicos.

De lo que no cabe duda es que Arguëllo tiene ascendiente intelectual entre sus pares. Los obispos le están agradecidos por su gestión al frente de la secretaría de la Conferencia Episcopal. No en balde, cuando hubo que designar a su representante en la primera sesión del sínodo, el nombre de Argüello cosechó una holgada mayoría. Es el cerebro en la sombra de algunos documentos episcopales de relevancia, en especial 'El Dios fiel mantiene su alianza', que, entre otras cosas, cuestiona la ideología de género y arremete contra la «deconstrucción de la familia».

Alberga reservas con respecto a la misión del Estado, al considerar que este invade a veces campos que atañen solo a la sociedad civil. Es partidario de plantear sin ambages la 'batalla cultural' en contra del laicismo. Con relación al pontificado de Francisco, no plantea abiertas discrepancias con su línea, pero tampoco se le han escuchado razonamientos entusiastas a favor de Jorge Mario Bergoglio.

El prelado pretende retomar la causa de beatificación de la reina Isabel la Católica, «primera y principal defensora de los indígenas». La causa para elevar a dicha reina a los altares fue paralizada por el entonces cardenal Jean Marie Lustiger, un judío convertido al catolicismo que advirtió al papa Juan Pablo II de las posibles consecuencias de beatificar a un personaje que expulsó a los judíos de la península. Para el flamante presidente del episcopado, en los tiempos actuales es «revolucionario» que «los frailes llevan hábito y que las monjas sean reconocibles».

Nació el 16 de mayo de 1953 en Meneses de Campos (Palencia). Estudió en Valladolid, en el colegio de los Hermanos de La Salle y luego en la universidad, donde obtuvo la licenciatura en Derecho Civil. El 14 de abril de 2016, el Papa Francisco le nombró obispo auxiliar de la archidiócesis de Valladolid. Recibió la consagración episcopal el 3 de junio del mismo año.

En la Conferencia Episcopal es miembro de la Comisión Permanente y de la Comisión del Clero. También ha sido miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral y de la Comisión Episcopal de Seminarios y Universidades (2017-2018).