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Francisco fue para muchos un Papa diferente, más cercano a sus fieles y alejado de ciertos lujos que acompañaron a sus antecesores, y eso se ... reflejará también en la manera en que será despedido. Desde su funeral, más sencillo, al lugar donde será enterrado, ya que Jorge Mario Bergoglio decidió romper con la tradición de que los restos de los pontífices reposen en el Vaticano. Él eligió otro lugar fuera de la ciudad-Estado.
El cuerpo de Francisco será depositado en un único ataúd, frente a los tres -ciprés, plomo y roble- que se utilizaban hasta ahora para los pontífices fallecidos. El suyo estará hecho en madera, con cubierta interna de zinc, y se espera que durante el velatorio se coloque sobre el suelo para quedar a la altura de sus fieles y no sobre el tradicional catafalco, la plataforma de delicada y rica ornamentación que suele elevar los féretros en exequias solemnes. El propio Bergoglio dijo en el funeral de su predecesor, Benedicto XVI, que sería el último en el que se seguiría esa costumbre.
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El ritual funerario de los pontífices «estaba demasiado recargado», llegó a comentar Francisco, que en 2024 cambió el protocolo para este momento. El cuerpo del Papa se traslada ahora directamente a la basílica de San Pedro una vez confirmado su fallecimiento por los médicos y el camarlengo -ya no se mantiene el cadáver durante un tiempo en el palacio apostólico- y el féretro queda expuesto en un velatorio de tres días. Sin ceremonias privadas, con el ataúd abierto, a ojos de todos quienes quieran despedirse de él, lo que augura enormes colas de fieles para dar su último adiós al argentino. Después se celebrará el funeral.
Bergoglio eligió también un destino diferente para sus restos. No quería ser enterrado en el Vaticano y optó por uno de los templos más visitados de Italia: la basílica de Santa María la Mayor. Allí, cerca de la transitada estación de Termini, se encuentra la patrona de Roma, la Virgen Salus Populi Romani, a la que el Papa tenía gran devoción, como demostró el día de su elección hace más de una década al acudir a rezar a esta iglesia tras su nombramiento. También lo hacía antes de cada viaje.
La decisión de Francisco de ser inhumado fuera del Vaticano no es la habitual, pero tampoco es novedosa del todo entre los pontífices. Pío IX, por ejemplo, pidió que su entierro tuviera lugar también en Roma, en concreto, en la basílica de San Lorenzo Extramuros.
Con la muerte de Francisco se estrena una modificación que hizo Benedicto XVI en 2013 de cara al esperado cónclave. Hasta ahora se celebraba entre quince y veinte días después de la muerte del pontífice -con el objetivo de dar tiempo a los cardenales de todo el mundo a aterrizar en Roma- pero el alemán decidió acortar ese plazo, siempre que todos los participantes se encuentren ya en la ciudad. A esta cita están llamados más de un centenar procedentes de los cinco continentes.
Lo que no cambia es el consenso mínimo necesario para elegir al nuevo Papa, y con ello la posibilidad de que el cónclave se alargue durante días, semanas... Al menos dos tercios de los cardenales presentes en la cita -a veces se producen ausencias, por ejemplo, por enfermedad- tendrán que dar su voto a un mismo candidato.
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