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J. A. Guerrero
Viernes, 1 de marzo 2024, 14:00
Los médicos internistas han anunciado un estudio para conocer y evaluar el estigma social asociado a las personas con obesidad, que se pondrá en marcha a partir de mayo en las consultas de esta especialidad. Al mismo tiempo, han elaborado un decálogo que pone ... el foco en las comorbilidades sociadas a la obesidad. Ambas iniciativas de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) se enmarcan dentro del Día Mundial de la Obesidad, que se celebra este próximo lunes, 4 de marzo.
«Debemos cambiar el discurso desde la comunidad científica y ayudar a la población a tomar una mayor conciencia sobre el riesgo que supone la obesidad. El exceso de grasa corporal conlleva un importante deterioro de la salud y de la calidad de vida y no es una cuestión estética, sino de salud«, subraya la presidenta de la SEMI, Juana Carretero, que pone énfasis en que la sociedad en su conjunto debe »dejar de culpabilizar a la persona con obesidad por el hecho de ser obesa«.
De ahí la iniciativa del grupo de Diabetes, Obesidad y Nutrición de la SEMI para elaborar un estudio que han bautizado con el elocuente nombre de Stigma. El estudio pretende combatir los prejuicios asociados a la estigmatización de las personas obesas. «Estos prejuicios provocan desigualdades en ámbitos como el familiar, el laboral o educativo, y contribuyen a la pérdida de calidad de vida y al aumento de riesgos para la salud ». También quiere conocer el grado de estigmatización de las personas obesas tratadas por los internistas y cómo repercute en su día a día este tipo de afrentas sociales.
La prevalencia de la obesidad en la población adulta española (esto es, un índice de masa corporal superior a 30) alcanza el 23%, pero se estima que para el año 2030 será del 30% y, para el 2035, del 37%.
Carretero recuerda que «no se debe hablar de persona obesa metabólicamente sana. Debemos considerar la obesidad como una enfermedad crónica, recidivante y multifactorial. La obesidad no es un factor de riesgo para la diabetes y otras enfermedades metabólicas y no metabólicas, sino que es en sí misma una enfermedad crónica, de la que derivan otras enfermedades metabólicas».
Las personas con obesidad pueden desarrollar enfermedades metabólicas, como la diabetes y la disfunción hepática asociada a la enfermedad metabólica, enfermedades cardiovasculares (cardiopatía isquémica, insuficiencia cardíaca o ictus), apnea del sueño, enfermedad renal crónica, hasta 32 tipos distintos de cáncer, infertilidad y esterilidad, y problemas articulares -artrosis-, y tienen mayor riesgo de necesitar prótesis y su recambio para alguna de las articulaciones deterioradas.
Carretero cifró en casi el 24% la prevalencia de obesidad en las consultas de medicina interna. Eso se une a la «complejidad de identificar correctamente» la obesidad sarcopénica, que aun con un índice de masa corporal elevado, implica una deficiencia de masa muscular. «Es muy importante identificar la obesidad sarcopénica en nuestros pacientes porque asocia menor masa muscular, peor calidad de la misma y mayores comorbilidades», incide Carretero.
En términos generales, la obesidad permanece infradiagnosticada (menos del 40% de las personas con obesidad tienen ese diagnóstico), infratratada (menos del 20% reciben medicación con evidencia científica) y menos del 1,3% de los profesionales prescriben dicha medicación.
Para conocer mejor las distintas caras de la obesidad, los internistas han elaborado el decálogo 'La Obesidad en la Medicina Interna del Siglo XXI', que contiene 10 claves sobre exceso de adiposidad, perfil del paciente obeso, beneficios cardiovasculares de la pérdida de peso, estilo de vida, fármacos, cirugía, sarcopenia, y otros aspectos.
Entre las principales cuestiones, el decálogo recoge que las comorbilidades en la persona con obesidad son consecuencia del exceso y localización de la adiposidad. Y en el mismo se explica que «pérdidas de peso superiores al 10% consiguen cambios radicales en el estado de salud y beneficios cardiovasculares» que «mejoran el manejo de las comorbilidades en las personas con obesidad».
El decálogo completo de la SEMI es el siguiente:
1. Adiposidad. Las comorbilidades en la persona con obesidad son consecuencia del exceso y localización de la adiposidad.
2. Perfil de paciente. El perfil de persona con obesidad más frecuente en la consulta de Medicina Interna es el paciente con muy alto riesgo cardiovascular. Los sujetos mayores con obesidad presentan sarcopenia, fragilidad, y comorbilidades.
3. Evaluación. La evaluación de las personas que viven con obesidad en la consulta de Medicina Interna debe incluir una valoración antropométrica, la detección de las causas subyacentes y las complicaciones propias de la enfermedad.
4. Alteraciones farmacocinéticas y farmacodinámicas. Los cambios fisiopatológicos que se observan en pacientes obesos producen alteraciones farmacocinéticas y farmacodinámicas que pueden condicionar la correcta exposición a fármacos si se emplea la dosificación habitual.
5. Beneficios cardiovasculares de pérdida de peso. Los beneficios cardiovasculares de una pérdida ponderal de un 1-5% en pacientes obesos ha sido ampliamente demostrada. Pérdidas superiores al 10% consiguen cambios radicales en el estado de salud y manejo de las comorbilidades en estos pacientes.
6. Estilo de vida. Se debe recomendar un estilo de vida saludable, más allá de la pérdida de peso, que permita mejorar los factores de riesgo y comorbilidades asociadas a la persona con obesidad.
7. Fármacos. Si bien la financiación de los fármacos debería ser exigible para aquellos pacientes obesos en grados avanzados con comorbilidades, una excelente estrategia de salud pública sería permitir su utilización en estadios precoces de la enfermedad.
8. Cirugía. La cirugía bariátrica puede considerarse para personas con un IMC ≥ 40 kg/m2 o un IMC ≥ 35 kg/m2 con al menos una enfermedad relacionada con la adiposidad acompañado siempre de programas de seguimiento multidisciplinar médico, nutricional, psicológico, y farmacológico.
9. Sarcopenia. A la hora de valorar la obesidad en el adulto de edad avanzada con obesidad, es fundamental evaluar el estado funcional, la sarcopenia y el estado cognitivo.
10. Fragilidad. En los pacientes identificados con fragilidad, sarcopenia o deterioro cognitivo el objetivo consiste en priorizar las intervenciones no farmacológicas y preservar la calidad de vida, evitando dietas restrictivas.
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