Mariano Jabonero
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Mariano Jabonero
Consenso es el término que mejor define la razón de ser de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) y el reconocimiento al desempeño de Mariano Jabonero (San Martín de Valdeiglesias, 1953) como su secretario general. Elegido dos veces para este cargo por unanimidad, este filósofo ... y pedagogo experto en política de cooperación educativa, cultural y científica reconoce que América Latina nunca estuvo tan desunida como en la actualidad, pero es optimista sobre el poder de llegar a acuerdos con otras herramientas donde no es capaz de hacerlo la política. Este viernes recoge el Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional 2024 coincidiendo con el 75º aniversario de la institución.
-Premio Princesa de Asturias, 75 aniversario, adscripción a la Asamblea de las Naciones Unidas... ¿En qué momento se encuentra la OEI?
-La sensación es de balance histórico. La OEI nace en 1949 tras salir de grandes guerras con una mala conciencia y al igual que organismos como la Unesco tiene una intención promisoria de pensar que el mundo puede ser mejor a través de la educación y la cultura. En la actualidad contamos con sedes en 19 países además de España, es una organización iberoamericana que está arraigada en el territorio. Esto no es lo frecuente y es uno de los grandes valores de la organización. Me gusta decir que la OEI es un bien público regional de América Latina.
-El galardón llega en un entorno multilateral debilitado.
-La política exterior se ha fundamentado siempre en dos ejes: intereses e ideología. En este momento hay una fuerte focalización en lo segundo, y eso complica todo mucho más. Pero planteamos temas sobre los que son fáciles los consensos: la educación, la cultura y la ciencia unen. Tenemos capacidad para plantear un plan de trabajo a los gobiernos sobre los que difícilmente pueden estar en desacuerdo.
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-Una de las iniciativas de este año de la OEI, 'Un futuro para lo que importa', trata de dar respuesta a la desafección ciudadana hacia la política. ¿Cuál es su visión?
-Los países de la región son todos básicamente democráticos en este momento, pero el incumplimiento de promesas electorales ha generado una desafección ciudadana muy fuerte cuando el problema no es la democracia, sino los partidos. El segundo tema es la corrupción generalizada, una termita que se come el sistema. Se piensa en este argumento antidemocrático, muy duro, de que todos son iguales. Y en tercer lugar, la violencia. Somos una región muy violenta y esto es otro elemento que carcome la democracia porque una persona insegura es una persona desconfiada.
-¿Cómo se articulan esas iniciativas para revertir esa desconfianza?
-Movilizando a los jóvenes hacia la democracia y poniendo en valor en la escuela los derechos humanos y el debate de los valores. Hay que enseñar matemáticas, inglés, literatura, pero que sean ciudadanos. Educar no es enseñar, es mucho más. Y la escuela tiene rearmarse en ese sentido porque ahí es donde puede forjarse una cultura de ciudadanía y de democracia. Es donde vemos que podemos tener una capacidad de trabajo muy fuerte.
-En estos tiempos complicados para la democracia y, en concreto, para Venezuela, ¿qué papel puede y debe jugar la OEI?
-Por un lado, favoreciendo procesos de transición y de cambios de gobierno y salidas a situaciones conflictivas y a bloqueos, por un lado. Por otro, logrando consensos y buscando aquello sobre lo que se puede hablar para llegar a acuerdos.
-¿Es optimista sobre el futuro de este país?
-Tengo que serlo; si no, no estaría aquí. Son procesos históricos que de una u otra forma tienen una evolución y a veces hay temas que se sobredimensionan porque forman parte de cierta bronca política, pero luego, cuando aterrizan en la realidad intervienen otros factores (migratorios, económicos y culturales) que son herramientas sobre las que construir otro futuro.
-España llega a la Cumbre Iberoamericana, que se celebrará en Ecuador, en la que la OEI estará presente, con tensiones diplomáticas con Argentina, Venezuela y México. ¿Se traslucen estas tiranteces en este tipo de cónclaves?
-Sí, fundamentalmente en una cuestión cuantitativa, que es la asistencia. Hay años de ausencia de jefes de Estado y de gobierno, eso ha ocurrido siempre. Pero para mí hay otro aspecto importante, que es que se mantengan esta y otras cumbres en las que se pueda sentir el dialogar y compartir. La asistencia es algo circunstancial, el mantenimiento es algo estratégico.
-¿Qué supone para España pertenecer a la organización?
-En estos tiempos en los que se habla de 'diplomacia blanda' -la tecnológica, digital, cultural y educativa- somos una oportunidad de hacer mejor política exterior. Somos 850 millones de personas que hablamos, pensamos, nos peleamos y nos amamos en español y portugués. La mayor comunidad bilingüe del mundo en el mundo. Eso tiene un valor político y económico tremendo.
-EE UU no forma parte de la OEI, pero acoge a mucha población hispana. ¿Entra en sus planes que esta comunidad participe en un futuro?
-Son 62 millones de personas, estamos trabajando en ello. Hemos creado una cátedra en la Universidad estadounidense de Georgetown vinculada a temas migratorios y preparando proyectos en las zonas fronterizas de la migración latina para EE UU, fundamentalmente de El Salvador, Guatemala y Honduras. EE UU geográficamente no es América Latina, pero humanamente sí.
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