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Candela Gordovil
Santander
Sábado, 26 de octubre 2024, 12:18
César Zorrilla vive a 200 metros del edificio que se ha prendido en llamas. Asegura que sobre las cuatro menos cuarto. Lo sabe porque aún no estaba dormido cuando escuchó el petardazo. «Ha sido como una bomba. Horrible. He pensado que era un coche bomba y me he acordado de cuando escuché la bomba que puso ETA aquí también».
Es uno de los vecinos que desde esta madrugada se encuentra en la zona ayudando a sus vecinos o esperando a saber qué ha ocurrido. En la calle, cortada al tráfico, el trajín es incesante: servicios de emergencia, autoridades y muchos vecinos que han salido a la calle para ayudar a sus conciudadanos aportando mantas, café o simplemente un abrazo o consuelo. A medida que pasan los minutos, la desesperación y el nerviosismo siguen instaladas allí porque no hay noticias de las personas desaparecidas. Todos se temen lo peor, que aparecerán bajo los escombros del edificio.
Ha habido mucha tensión y desconcierto. Varias personas de avanzada edad se han mareado por los nervios de la explosión. Y en cuanto se observa algún movimiento, la gente se pone de pie y se acerca a los servicios de emergencia para saber si han aparecido las personas a las que se busca desde la explosión.
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El edificio se cayó en torno a las cuatro de la mañana, tras un estallido en la parte baja y el fuego desatado después. Apenas dio tiempo a salir a la calle.
Otro de los vecinos, que vive junto a cuatro familiares en el edificio siniestrado, narra como ayudaron a salir por el balcón a las dos hijas del matrimonio que se está buscando. «Al oir la explosión hemos salido de casa, a las cuatro de la mañana. No podiamos ir para ningun lado». Del primer piso han ayudado a salir por el balcón a una joven de 18 años y una niña de año y medio. «Los bomberos han tardado 20 minutos», se lamenta este vecino que, junto a una mujer, han sido atendidos por inhalación de humo en Valdecilla pero que ya han regresado a la zona. Dicen que no les dan información de cómo estan los heridos. En el edificio vivían 15 personas: los tres fallecidos (Manuel Fernández Cuenca y el matrimonio recién localizado), la dos hijas de la pareja, una familia peruana de cinco miembros y otra familia de otros cinco integrantes.
Kimi, que vive en el bajo del edificio, se encontraba aún despierto cuando ha escuchado la explosión y ha empezado a ver las llamas del incendio. Él ha logrado salir con su familia -sus padres y dos mujeres- y con sus dos perros pero «estamos muy preocupados y muy nerviosos porque no sabemos nada de nuestros vecinos ni cómo va a quedar nuestra casa. No hemos podido rescatar absolutamente nada».
La alcaldesa de Santander, Gema Igual, que ha sido una de las primeras en llegar, ha charlado con varios grupos y con los vecinos que por el momento han rechazado la oferta del Ayuntamiento de Santander para alojarse en el Centro Princesa Letizia hasta saber qué ocurre con los edificios colindantes. Prefieren permanecer en el lugar hasta conocer qué pasas con sus casas y cómo estan sus vecinos. Igual ha estado unos minutos con ellos dentro del autobús que se ha habilitado para los traslados. De momento nadie puede volver a sus casa hasta ver que todo es seguro.
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