Propietarios de los animales muertos en Cantabria
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Propietarios de los animales muertos en Cantabria
«Sólo pido verme cara a cara con los asesinos que han hecho esto a unas vacas tan nobles»Violeta Santiago
Miércoles, 2 de agosto 2023, 13:10
Ganadero vocacional a sus 28 años. Nieto de ganaderos por las dos partes e hijo de ganaderos, Rubén Fernández aún está rabioso, desesperado y en shock absoluto por lo que vivió en la noche del domingo: tuvo que sacar de una cabaña de Carcabal (en ... San Roque de Riomiera) once vacas de su propiedad -y otras 14 de su compañero Raúl Pérez- que habían muerto asfixiadas, encerradas casi a presión en un invernal donde apenas cabían y donde todo apunta a que habían sido metidas para buscar que se ahogaran, tal como sucedió. Todavía se desconocen los detalles del suceso y Fernández toma aire varias veces en conversación telefónica con El Diario Montañés: no quiere decir claramente lo que tiene en la cabeza, pero avisa a los que han hecho «esto». «Querían sacarme, pero no lo van a conseguir. En cuanto pueda, en meses o el año que viene, voy a volver a empezar».
«Sólo pido poder verme cara a cara con los que han matado así a unas vacas tan nobles. Tengo esperanzas. La Guardia Civil está trabajando y me ha asegurado que van a localizar a los criminales que han hecho esta salvajada. También confío en la Justicia. Y me estoy quieto porque me lo ha pedido la Judicial, que me ha recomendado que haga vida normal y que les deje resolver. Pero cuando sepa quién o quiénes son los asesinos, -que aparecerán sí o sí-... Les voy a ver en un metro cuadrado».
El veinteañero respira por una herida que será difícil de cerrar: no se le cae de la boca «lo duro» que fue descubrir el domingo el invernal en el que habían muerto 25 reses de carne que Raúl y él habían dejado sueltas por el monte un día antes. «Ese momento no se me olvidará nunca. Desde que abrí aquella puerta no he podido dormir: no tengo palabras para explicar lo que sentí esa noche... El cariño que yo les tenía a esos animales, lo bien que me manejaba con ellos... Es que se me iba la vida al encontrarles como les ví».
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Además, tras la primera terrible impresión quedaba margen para la sorpresa, porque después se supo que había cuatro vacas apuñaladas en el cuello. ¿Sospecha quién o quiénes están detrás de algo así? Si tiene alguna intuición, se la reserva. Solo señala que «esto» «no lo hace cualquier clase de persona. «Esto» lo hace un envidioso y no descarto que sea alguien a quien se le ha ido de las manos. Pero yo no tengo deudas, no le debo nada a nadie. Así que toca sangre fría y ver dónde desemboca la investigación. Y eso que él «estaría dispuesto a cualquier cosa: lo poco que tenía, con lo que había costado, me lo han apilao».
Rubén relata que ha pasado por varios empleos «para ir ahorrando» y poder establecerse con ganadería propia, tal como ha visto que se hacía en su entorno. Estudió de adolescente en el colegio Virgen de Valvanuz de Selaya («donde las monjas», se dice en la zona) y luego ha pasado por empresas como Garvasa, la firma de logística de Penagos. Después de trabajar en una fábrica, había vuelto a San Roque para estar con sus padres, a quienes -por cierto- no les ha permitido subir al lugar de «la salvajada». Tras su vuelta, se estaba incorporando a la ganadería «poco a poco. Me iba a poner a mi nombre 40-50 vacas, iba a comprar otras 15 más en septiembre... Tenía en mente hacer una cuadra... Ahora que habíamos vendido 10 terneros, ahora que estaba de puta madre ¿me pasa esto?».
Dentro de que sabe que le costará recuperarse de «esta tragedia» («psicológicamente me han matado más que económicamente»), Fernández da gracias porque las vacas eran suyas y no de sus padres (cuyo establo custodia 85 cabezas), da gracias a los amigos que le sostienen estos días y da gracias, sobre todo, al personal de Ganadería, a los operarios de Tragsatec, a los bomberos de Torrelavega, a los transportistas que metieron los animales en sus camiones... «No se me olvidará nunca -se emociona- la gente que estuvo ayudando el domingo. Hicieron todo y más. Había vacas vivas y podían haberse lavado las manos, pero entraron hasta dentro». En los alrededores, de hecho, había visto antes algo así.
Del futuro habla lo justo. En parte porque lo primero -insiste e insiste- «es aclarar qué pasó, quién fue y cómo esas personas van a pagar por lo que han hecho». Después habrá que superar el disgustazo. Y aunque el otro propietario afectado (Raúl Pérez) le ha comunicado que él tira la toalla porque está «completamente desanimado», Fernández asegura que él no renunciará a crear una ganadería propia.
«Tengo salud y puedo volver a empezar. Cuesta horrores pensarlo ahora, porque me han dejado desnudo y me han paralizado todos los planes pero, si la vida me lo permite, volveré a tener vacas. De buenas a primeras no me voy a rendir. Eso es lo que buscan los que me han matado los animales». Espera poder hablar con el consejero de Desarrollo Rural un día de estos. Y no sabe cómo, ni cuándo, ni con qué dinero montará su ganadería, pero sabe que él quiere seguir en San Roque. Y como ganadero.
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