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Las cifras, por desgracia, son históricas. Los limpiadores habían retirado hasta hoy más de 4.500 kilos de peces muertos de las orillas del Mar Menor. Capazos y capazos de agujas, chirretes, lubinas, salmonetes, mújoles y hasta otra decena más de especies marinas cargados durante ... una semana larga. Suman la mayor mortandad de fauna acuática registrada nunca en este paraje protegido murciano, en la mayor laguna salada de Europa.
Los cadáveres recogidos en los arenales a lo largo de nueve días son al menos una tonelada y media más de animales que los que murieron también asfixiados en 2019, cuando una violenta gota fría inundó con una riada de agua dulce y sedimentos contaminados por nitratos y fosfatos el ya anémico mar interior y causó la muerte de unos 3.000 kilos de peces y crustáceos.
El récord aún podría elevarse. Los naturalistas de Anse y WWF aseguran que siguen apareciendo animales muertos y que lo hacen incluso más al norte de las siete calas y playas del sureste (próximas a La Manga) cerradas al baño por concentrar las manchas de podredumbre y peces agonizantes. Un gran desastre medioambiental y un fiasco económico. Está dañando la imagen y el futuro del enclave litoral más turístico de la Región de Murcia.
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Anoxia (ausencia total de oxígeno), hipoxia (cantidad muy reducida de oxígeno)...Sea finalmente cual sea el tecnicismo concreto que explique la enorme mortandad que siguió a la gran ola de calor de este verano, ninguno de los expertos duda de que estará íntimamente vinculado a la enfermedad crónica que desde hace décadas padece el Mar Menor, la eutrofización. Una especie de cáncer vegetal desatado por el vertido diario a la laguna de toneladas de abonos y fertilizantes usados en los cultivos del cercano Campo de Cartagena. Estos contaminantes acumulados durante cuatro décadas favorecen la colonización del agua por algas y microorganismos que consumen el oxígeno y dificultan la entrada de luz, con lo que abortan la función clorofílica y la oxigenación natural del líquido. Una laguna convaleciente y cada vez más frágil que sufre crisis en cuanto es azotada por cualquier alteración climática significativa.
¿Qué hacer para evitar que más pronto que tarde se consume el desastre en este tesoro natural único? Pues ahí está el de debate y, por encima de todo, el enfrentamiento político.
El Ejecutivo murciano tiene clarísimo que la laguna cada vez está más dañada porque recibe diariamente decenas de millones de litros de agua dulce mezclados con toneladas de fertilizante a través de filtraciones de un gran acuífero subterráneo contaminado por los cultivos cartageneros y por vertidos de igual origen que llegan por las ramblas. Culpa de ello al Gobierno central, por no vaciar y depurar el acuífero y por no drenar uno de los canales de la laguna para aliviar sus males en el Mediterráneo. Lamenta que no escuche su llamada a declarar el área zona catastrófica y le pide que le delegue sus competencias sobre costas y cuencas si no está dispuesto a ejercerlas.
El Gobierno de Pedro Sánchez, por contra, considera que aquí no hay más culpable que el Ejecutivo murciano. La portavoz, Isabel Rodríguez, describió hoy el comportamiento del Ejecutivo regional entre el del cómplice y el cooperador necesario de los grandes contaminadores del Mar Menor, a quienes, aseguró, no ha querido parar los pies en el cuarto de siglo largo que el PP gobierna de forma ininterrumpida esta comunidad autónoma.
Como se supone que reiterará mañana la titular de Transición Ecológica en su visita a la comarca del Mar Menor, donde se reunirá con alcaldes, organizaciones ecologistas, el presidente regional y verá los daños en la laguna, el Ejecutivo de Fernando López Miras no hace nada para clausurar las 8.000 hectáreas de riegos ilegales y explotaciones con un uso excesivo de fertilizantes y un descontrol en los vertidos que han sido sancionadas o delatadas por la Confederación Hidrográfica del Segura, la Guardia Civil y la Fiscalía. «Es consentimiento doloso (conocedor del delito y sus daños) de una situación irregular lesiva para el medioambiente», acusó Rodríguez. Todo «mentiras», «excusas» e «intereses partidistas», respondió López Miras.
Sin embargo, el Colegio Oficial de Biólogos de la Región de Murcia, en un durísimo comunicado oficial, parece coincidir en parte con el diagnóstico del problema y la terapia defendidas por el Gobierno central. Reclama descartar las soluciones de «final de tubería», depuraciones y drenajes del Ejecutivo regional y pide centrarse en extirpar el origen del problema: reducir la cantidad de agricultura intensiva del Campo de Cartagena, empezando por las explotaciones ilegales, para minimizar los abonos que condenan la laguna. Lo argumenta con un ejemplo. Para luchar contra el cáncer de pulmón lo más rentable no es invertir en terapias sino acabar con el tabaquismo.
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