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Este artículo revela acontecimientos importantes de la temporada 4 de 'La maravillosa señora Maisel'.
«¡Tetas arriba!» es la frase con la que Susie lanza a Midge al escenario. '¡Tetas arriba!' es sal ahí y cómetelos, sal ahí y reclama tu parte, sal ahí y ... no pidas perdón, sal ahí y demuestra quién eres, sal ahí y ríete de todo y de todos. 'Tetas arriba' es un grito de guerra feminista.
La última y quinta temporada de 'La maravillosa señora Maisel' acaba con las tetas arriba. Con las de Midge y con las nuestras. Porque es una temporada atrevida y gozosa: a base de 'flashforwards' tenemos el regalo de ver el futuro de los protagonistas de la serie, un riesgo que los creadores, habitualmente, prefieren no asumir y dejar a la imaginación los espectadores. En cambio, los Palladino nos dan la oportunidad de comprobar que la señora Maisel triunfa a lo grande. Y ahí está, viviendo el éxito profesional tras varias relaciones fracasadas a sus espaldas (incluyendo una boda que no se llega a celebrar con el mismísimo Philip Roth porque no la hacía reír), una hija superdotada que es carne de psiquiatra, un hijo que acaba viviendo en un 'kibutz', una madre que amplía su negocio de casamentera, un padre que acaba sintiéndose orgulloso de su hija (lo hace en una extraordinaria conversación que mantiene con sus compañeros del Village Voice en el episodio 8 de esta temporada) y un exmarido que pasa de ser un necio insoportable a convertirse en apoyo y cómplice de su exmujer.
Pero ¿cómo salta la señora Maisel a la fama? Está trabajando como guionista en 'The Gordon Ford Show' (¡que viva la televisión dentro de la televisión!), aquel programa cuyo rótulo, como una anunciación, cerraba la temporada cuatro. Saber cómo llega a ser una estrella de la comedia es la trama principal de la quinta temporada, y se desvela en el capítulo final, titulado 'Cuatro minutos'. ¡Y qué cuatro minutos! Es un monólogo divertidísimo, arrollador, tan motivador que te dan ganas de salir al mundo a exigir tu parte del pastel, tan bien escrito que resume la historia de la señora Maisel mejor que cualquier análisis de la serie. Cuatro minutos que son toda una vida.
Y no se vayan todavía, aún hay más: en concreto, otros dos finales. Primero, un 'flashback' que remata aquella noche entre Midge y Lenny (¡oh, Lenny!) y en la que él le asegura que será una estrella. «Un foco te espera en el escenario. Solo tienes que dar un paso adelante. Cuando lo hagas, todos sabrán quién eres», le dice Lenny mientras simula leer el mensaje de una galleta de la fortuna, el mismo mensaje que ella se mete en el sujetador antes de salir a triunfar en el programa de Gordon Ford. Segundo, un 'flashforward' en el que dos envejecidas Midge y Susie ven 'Jeopardy!' a la vez mientras hablan por teléfono desde sus respectivas mansiones.
Porque la verdadera relación no es la deliciosa historia entre Midge y Lenny (¡ay, Lenny!), que también, pero ya sabemos que es imposible que tenga un final feliz puesto que conocemos el trágico desenlace del cómico (en otro 'flashforward' nos cuentan la dramática situación en la que se encontraba un año antes de su muerte), sino entre Midge y Susie. Explicadas y resueltas las diferencias entre ambas en un sexto capítulo homenaje a Myerson que es, sin duda alguna, un tratado maestro de cómo emplear todos los formatos narrativos posibles en un solo episodio, representada y representante continúan manteniendo su amistad a través de los años. Porque no hay nada mejor que encontrar a alguien que crea en ti, que te ayude, que te espolee, que te coja de la mano, que te suelte las verdades a la cara, que te seque las lágrimas. Y, sobre todo, que te haga reír. Por eso la serie termina (y este sí es el final) con las risas de las dos fundiéndose a negro y con 'Girls Talk', la canción de Elvis Costello versionada por Tegan and Sara, sonando en los créditos finales.
Entre tanto, cinco temporadas que son gloria bendita (ya analizamos aquí las razones por las que la señora Maisel era, efectivamente, maravillosa) y un final estructurado de forma genial, ya que ha sabido jugar a largo plazo sin dejar de mantener su ritmo frenético. Tetas arriba.
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