La nueva apuesta de HBO no busca el prestigio a toda costa y más bien se centra en entretener y apuntar cierto mensaje social cuando describe las andanzas de Bumpy Johnson, un gángster que sale de prisión tras diez años en la cárcel
En su necesidad de encontrar nuevas propuestas serializadas que enganchen a la audiencia, todavía lejos de que irrumpa con fuerza otro fenómeno como 'Juego de tronos', HBO no se corta a la hora de apostar por producciones en la línea de otras referencias triunfadoras de su catálogo. Es inevitable pensar en la mítica 'Los Soprano', de lo mejor en la historia del formato y la cadena, junto a la estupenda serie 'A dos metros bajo tierra', cuando nos acercamos a 'El padrino de Harlem', estrenada capítulo a capítulo, semana a semana, como antaño, para deleite del respetable. Los entresijos de las organizaciones criminales, la mafia y lo que le rodea, son un caldo de cultivo excepcional para la ficción contemporánea. La demanda de este tipo de material audiovisual en las plataformas de vídeo bajo demanda es evidente, con Netflix y el narcotráfico a la cabeza. La nueva apuesta que nos ocupa no busca el prestigio a toda costa, más bien se centra en entretener y en apuntar a cierto mensaje social cuando describe las andanzas de Bumpy Johnson, un gángster que sale de la cárcel después de diez años a la sombra y se encuentra con un mundo diferente, aunque haya seguido moviendo los hilos de sus negocios sucios desde la celda. «Los tiempos han cambiado, pero yo no», exclama en una de las escenas clave del episodio piloto, subrayando el momento como un tratado de principios.
'El padrino de Harlem', rodada con estilo cinematográfico, con estimables interpretaciones, se basa en una historia real. Situada en los años 60, las tribulaciones del capo de la mafia Johnson, interpretado con carisma y principios por el inefable Forest Whitaker, sinónimo de garantía, cuenta con un aliciente sugestivo, además de las inevitables guerras entre clanes. Para recuperar el control de su zona de Nueva York, Bumpy se alió con el activista Malcolm X, nada más y nada menos, con la excusa de librar de la devastadora droga a las nuevas generaciones de los barrios de Harlem. El caos reina en las calles y la policía no parece tomarse en serio su trabajo. El discurso político está presente, la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos, mientras se suceden las habituales rencillas entre organizaciones fuera de la ley y se cruzan en el camino políticos y proscritos. Chris Brancato, mente pensante detrás de 'Narcos', figura como creador de la serie para ABC Signature Studios. Puede entenderse como una precuela de 'American Gangster' (2007), la película de Ridley Scott.
La banda sonora de 'El padrino de Harlem', cuya temporada inicial consta de diez capítulos, es uno de sus mayores aciertos, así como el casting principal, con el siempre deslumbrante Vincent D'Onofrio (el Kingpin de 'Daredevil'), que interpreta al despiadado rival del protagonista, Paul Sorvino ('Uno de los nuestros'), Chazz Palminteri ('Una historia del Bronx'), Giancarlo Espósito ('Breaking Bad'), Luis Guzman ('Narcos') y Nigel Thatch ('Selma: El poder de un sueño') como el predicador Malcolm X. La serie aprovecha los clichés propios de los relatos sobre el hampa para contar muchas más cosas, como es habitual en el thriller. Lo que rodea las acciones criminales, las relaciones entre los personajes y sus familias, así como el devenir de los cambios sociales en EE UU, es lo realmente importante en un drama oscuro que apunta maneras. ¿Será Bumpy Johnson el nuevo Tony Soprano?
HBO estrena un capítulo a la semana de 'El padrino de Harlem'.
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