Terence Winter escribió esta escena con un punto onírico y llena de desazón que pone fin a la vida de la novia del sobrino de Tony Soprano, en un acto de venganza después de haber colaborado durante un año con el FBI
Ocurre en 'Aparcamiento prolongado', el capítulo 12 de la quinta temporada de 'Los Soprano', poco después de que Adriana La Cerva (Drea de Matteo) confiese a su novio, Christopher Moltisanti, (Michael Imperioli), que ha estado colaborando con el FBI ... durante un año. En un primer arrebato, Christopher intenta asfixiarla con sus propias manos. «¡Estamos muertos! ¿Cómo has podido hacernos esto? ¡Te quería, joder», grita compungido mientras sus manos se van cerrando sobre el cuello de la joven y el brillo en su mirada se va desvaneciendo. Unos segundos después, Christopher afloja. Adriana entonces trata de tranquilizarle y le propone salir de esa vida y labrarse otra muy distinta, alejada de la mafia. «No podremos volver jamás. No volverás a ver a tu madre», le explica el sobrino de Tony Soprano. Adriana acepta: «Sólo te quiero a ti». Pasado el mal trago inicial, Christopher parece más calmado y le dice que va a dar una vuelta, que necesita despejarse un poco y comprar tabaco.
Adriana se queda sola en el apartamento, pensativa. Habla con su contacto en el FBI, que le da una hora límite: «Tenéis hasta la una». No ha sido del todo clara con Christopher, pero cree que finalmente entenderá que deben entrar en el programa de protección de testigos. Un primer plano del reloj muestra al espectador que son la una menos diez. Adriana prepara la maleta, pero una llamada telefónica interrumpe la acción. Es Tony Soprano (James Galdonfini), que se muestra bastante alterado. Llama desde una cabina en la calle y a medida que progresa la conversación, un traveling lento va acercándose hacia su rostros.
«Oye, no ha pasado nada -comienza Tony-. Dios, no se cómo decirtelo... Chris ha intentado suicidarse, pero está bien». Nerviosa y a punto de romper a llorar, Adriana sólo acierta a decir: «Dios mío».«Estaba en Ramapo y, al parecer, se tomó unas pastillas -continúa Tony-. Un agente lo encontró en el baño de un café. Se lo han llevado al hospital. Su madre va para allá». Al otro lado del hilo telefónico, Adriana se lleva las manos al pecho y sigue sin articular palabra. «¿Te comentó algo? ¿Tenía pinta de querer suicidarse?», pregunta Tony. «No», contesta ella. «¿Estás segura? Su madre dice que estaba muy preocupado por algo. Bueno, yo voy para allá. Silvio irá a recogerte, ¿de acuerdo?». «Vale», musita Adriana. «Ha estado bebiendo, seguro que le entra mono de heroína -prosigue Tony-. En fin, que Sil va para allá. Nos vemos en el hospital». El patriarca de los Soprano cuelga y Adriana, agobiada, se sienta en el sofá.
En el estéreo del coche suena a todo placer 'Leaving California', de Shawn Smith. El rostro de Adriana, visiblemente hinchado después de haber llorado, parece ya más relajado. Respira aliviada mientras conduce hacia su libertad. Junto a ella, en el asiento del copiloto, viaja también la maleta con la que emprenderá una nueva vida. Pero un nuevo plano de su rostro muestra al espectador la verdadera realidad. Adriana -Drea De Matteo, con esa mirada que navega entre la melancolía, la tristeza, la nostalgia y lo que ya no podrá ser, está sobrecogedora- va en un coche, pero en el asiento del copiloto. Conduce Silvio Dante (Steven Van Zandt), el eterno aliado de Tony, y la música aparece ya amortiguada por el duro peso de las consecuencias.
Drea De Matteo explicó a Entertainment Weekly años después que David Chase le dijo que filmarían la escena de la serie de HBO de dos maneras: «Te voy a matar y te voy a dejar vivir. Nadie sabrá que va a pasar hasta que se emita». Según explicó la actriz, había dos razones para actuar así. Por un lado, Chase no estaba seguro de qué quería hacer; por el otro, no quería que nadie del set de rodaje pudiera filtrar lo que iba a suceder.
Un desvío hacia el bosque
«Pararíamos a comer, pero no quiero llegar despues que Tony», le dice Silvio. Ella, que barrunta ya lo que le espera, mira por la ventana y le dice, con los ojos vidriosos, que no tiene hambre. «Lo tendrán ingresado unos días, le harán unas pruebas... ¿Quién sabe?», continúa Silvio, que no deja de mirar a la carretera. Toma un desvío. «Es un chaval fuerte, duro como una piedra», dice. Adriana ve los árboles de un frondoso bosque y rompe a llorar. «¿Por qué lloras? Se recuperará», le dice ahora mirándola y sonriendo.
Silvio entra con el coche en un sendero forestal y frena en seco. Sale del coche y camina hacia la puerta del copiloto, mientras Adriana trata de salir sin éxito por la puerta del conductor. «No, no, por favor», suplica llorando. «¿A dónde coño vas? Venga. Ven aquí, hija de la gran puta», espeta. Ella sale gateando del coche. Silvio saca su pistola. Y entonces una cámara casi a ras de suelo se acerca hacia la escena y pone el foco en las copas de los árboles mientras suenan dos disparos fuera de plano.
Terence Winter, escritor del episodio, contaría después que a pesar de haber escrito varios momentos de violencia explícita en la serie, «por alguna razón, «y de forma inconsciente», escribió esta escena para que todo sucediera fuera de plano. «La gente me preguntaba 'por qué' y luego me di cuenta de que en realidad era yo quien no quería ver lo que sucedía», concluía.
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