La guerra estalla entre varias organizaciones mafiosas afincadas en Londres. Lo que ocurre después es un espectáculo apabullante. 'Gangs of London' es una de la series del año. Pura adrenalina
Si hubiera que elegir desde ya la mejor serie del año, a poco más de un mes para que acabe la temporada, para el que esto escribe el absoluto hit de 2020 es 'Podría destruirte', disponible en HBO. Le sigue de cerca 'Gangs of London', un pelotazo que se estrena estos días en nuestras pantallas vía StarzPlay. Las producciones sobre organizaciones criminales, sean de ficción o documentales, funcionan muy bien en la plataformas de pago. La atracción que siente el gran público por los negocios turbios, la mafia y el mundo de la droga, es evidente. El tirón del morbo. Esta pasión por el lado salvaje del ser humano, convenientemente romantizado, es confirmada por las cifras de visionados que manejan las empresas que operan en 'streaming' (el éxito de 'Narcos', por ejemplo, dio un buen empujón a Netflix). No hay semana en la cual no se estrene alguna producción que atienda a esta demanda, pero el lanzamiento que nos ocupa merece especial atención por su indudable calidad a todos los niveles. De ritmo asfixiante, cada capítulo, de un total de nueve, es un mundo en sí mismo. Cambia la realización, afectando incluso al tono, pero todo adquiere plena coherencia según el desarrollo de los acontecimientos. En su conjunto, es un buen thriller, rodado con nervio, con giros contundentes y un empaque visual atronador. Las escenas dramáticas y las secuencias de acción están perfectamente armadas y engrasadas, en un espectáculo adictivo encabezado por Gareth Evans, máximo artífice de 'The Raid' -estrenada en su momento directamente en formato doméstico bajo el fallido título en castellano 'Redada asesina'-, un clásico del cine de género y las artes marciales.
Evans está especializado en la dirección de escenas de acción. Su trabajo de planificación es digno de elogio. 'The Raid' asentó un precedente en el género y el grueso de 'Gangs of London' lleva su sello. Principal ideólogo de esta producción británica, se nota qué dos capítulos dirige en concreto. El piloto -90 minutos de duración-, donde hay una gresca monumental sumamente creíble, impregnada de adrenalina, y otro episodio extra en el cual el espectador es partícipe de tiroteos y luchas cuerpo a cuerpo, a veces en plano secuencia, que acaban doliendo. Cuando Gareth se ha salido alguna vez de la fórmula, como apuntó la floja 'El apóstol' para Netflix, no le fue tan bien, pero ya ha dejado claro por los siglos de los siglos que lo suyo es coreografiar la violencia en la ficción, un sello de identidad que no va a dejar de abrirle puertas en el mercado audiovisual, máxime habiéndose atrevido con el formato serializado. Además se ha sabido rodear de buenos compañeros de viaje en la realización de las demás entregas de la serie. Por un lado, Corin Hardy, vinculado al terror con 'The Hallow' y la taquillera 'La monja', firma tres episodios, en torno a una hora de metraje. Por otro, Xavier Gens, otrora enfant terrible del fantástico made in France que cuenta en su filmografía con la brutal 'Frontiere(s)', cinta gore repleta de oscuras referencias cinematográficas, o 'Hitman', versión en carne y hueso del conocido videojuego, completa el lote. Tres cineastas vinculados al cine de género que afrontan con nota alta la descripción de un baño de sangre monumental que salpica las calles de Londres tras el asesinato de uno de los grandes capos de la ciudad. Joe Cole, Sope Dirisu, Lucian Msamati, Michelle Fairley, Colm Meany foman parte de un reparto portentoso y carismático.
Brutal puesta en escena
Desvelar quién asesinó al famoso mafioso es una de la líneas argumentales básicas de 'Gangs of London', que cuenta con varias subtramas que avanzan implacables en paralelo, apuntando al honor, la amistad y la traición en un mundo insultantemente masculino, como en la realidad criminal de los bajos fondos. El hijo del líder muerto toma las riendas del negocio, pero no le será fácil mantenerse en la cumbre. La lucha entre clanes deriva en una carnicería en la que también participan la policía y algunos peces gordos de la política. Asistimos a la descripción de una organización cuya telaraña llega a las altas esferas, pringándolo todo, incluído el sector mobiliario. Las rivalidades estallan por cada parcela de poder, por cada porción de pastel envenenado, en un ambiente turbio poseído por el exceso de ambición. Traumas, manipulaciones y egocentrismo en grado sumo, con una puesta en escena que pone los pelos de punta. El drama va subiendo en intensidad a la misma velocidad que el contador de muertos. Ya se ha anunciado una segunda temporada, aunque tendrán que inventarse algunos nuevos personajes tras la brutal sangría final.
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