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El cine de terror atrae al público juvenil a las salas, lo ha confirmado por enésima vez el éxito desmesurado de la nueva versión de 'It', el clásico de Stephen King, pero, lejos de ser una garantía para la proliferación de buen cine de género, ... nos cuelan en la cartelera títulos de discutible calidad que se suben al carro de la moda de fenómenos como 'Expediente Warren', 'Insidious' o la reciente secuela de 'Annabelle', franquicias de terror domesticado para todos los públicos que buscan sembrar la inquietud en la platea a base de sustos de manual de principiante, virus letal en las entrañas de 'The Crucifixion', o como los memes y gifs de internet han pervertido el horror audiovisual justificando el miedo en el espectador a base de imágenes que surgen de golpe, como un flashazo, con el sonido a todo trapo.
Es difícil no pegar un brinco si te gritan al oído de repente, cuestión que no parece importar a los productores de lo último de Xavier Gens, otrora enfant terrible del fantástico made in France que cuenta con dos estrenos en nuestro circuito de exhibición. Coinciden en el tiempo la fallida adaptación cinematográfica de 'La piel fría' y este telefilme que explota una vez más el concepto de posesión demoníaca que ha dado pie a tantos subproductos en lo que llevamos de existencia. El principal problema que encontramos en esta corriente de sucedáneos es basar el potencial de su angustia en subir el volumen de la pista sonora. Aquello que cuentas puede quedarse en mera anécdota si la tensión no cala en los huesos del patio de butacas.
'The Crucifixion' pudo verse la noche de Halloween en la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián, donde fue recibida con algarabía gracias a las mieles del humor involuntario. Los comentarios en voz alta de los asistentes al pase en el Teatro Principal, sede estrella del festival, fueron lo mejor de una proyección tediosa que deja a Gens en mal lugar tras apuntar maneras en sus comienzos. El cineasta galo no parece estar interesado en la propia historia que le ha tocado filmar, como si fuese un encargo alimenticio incómodo en su torcida filmografía. El relato supuestamente macabro no funciona desde el momento en que su protagonista, Sophie Cookson, vista en la saga 'Kingsman' (¡qué terrible es la segunda entrega!), va de un sitio a otro como un pollo sin cabeza. Su interés como periodista inquieta le lleva a viajar a Rumanía, donde una mujer religiosa ha muerto asesinada, supuestamente, por un sacerdote y sus compañeras de monasterio. La investigación empuja a la intrépida redactora a pensar que las acusaciones son falsas y la fallecida fue víctima de un exorcismo. No tarda en aparecer una presencia que le busca las cosquillas en situaciones que no vienen a cuento, como si estuviesen tachando líneas en la lista de la compra de tics del género. Personajes sin carácter y una estructura narrativa apoyada en flashbacks, capaz de irritar hasta al fan fatal del terror menos exigente, dan la puntilla a un mal ejemplo de terror diabólico.
Como curiosidad, cabe reseñar que 'The Crucifixion' es un ejemplo del tipo de producciones que se llevan a cabo hoy en día. "Rodar en Rumanía ha sido una experiencia alucinante", narra Gens. "Todo el equipo técnico es rumano, los productores son estadounidenses, la actriz es inglesa, el director de fotografía y el operador de la steadicam son españoles, el equipo de drones es turco y el director es francés. ¡Eso era como la torre de Babel! Se hablaban un montón de idiomas en el rodaje". Rumanía se ha convertido en la localización perfecta para trabajar con presupuestos ajustados. A la hora de preparar las escenas de exorcismo "trabajamos con un sacerdote que nos asesoró a la hora de utilizar determinadas oraciones. Nos dio un libro con las oraciones ortodoxas que se utilizaron durante un hecho real", explica el cineasta galo. "Una de ellas no la usamos porque nos dijo que era la maldición del demonio. Se supone que es tan fuerte que puede traerte problemas incluso sin que creas en una religión específica". Una pena que tan inquietantes palabras no poseyesen el proyecto en su concepción, quizás de esta manera hubiera conseguido perturbar más al espectador en lugar de tener que tragarse otra fotocopia regulera de 'El exorcista' (por cierto, la serie basada en el clásico de terror, disponible en HBO, sí que da miedo de verdad).
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