Javier Botet
Secciones
Servicios
Destacamos
Javier Botet
Tiene Javier Botet (Ciudad Real, 46 años) una gracia de esas que no te acabas nunca y una capacidad innata para mantener la seriedad y la compostura, aún a sabiendas de que lo que cuenta es para troncharse de risa. Y es curioso porque a ... él lo hemos conocido fundamentalmente por aterrorizar a los incautos que se acercan al cine. Incautos que ni siquiera sospechan que detrás de la Niña Medeiros de '[REC]' o del xenomorfo de 'Alien: Covenant' hay un tipo de Ciudad Real con el síndrome de Marfan que siempre tuvo claro que enfocaría sus pasos hacia el arte y la creatividad, ya fuera dibujando, escribiendo, dirigiendo o actuando. El 11 de agosto estrena producción por partida doble: en España atemorizará a los más jóvenes en 'El hombre del saco', en EE UU se meterá en la piel de Drácula en 'El último viaje del Demeter'.
-Vuelve a hacer de monstruo, esta vez en 'El hombre del saco'. ¿Cómo le llegó el proyecto y qué le sedujo del mismo?
-Siendo sincero Ángel Gómez es amigo desde hace mucho tiempo. Es un chico con el que empecé a hacer cortos hace diez o quince años. Era un amante del terror y le he visto construirse y mejorar haciendo cortos. 'Behind', el corto anterior, que fue el que le abrió las puertas porque ganó muchos premios, también lo hicimos juntos y con Macarena Gómez. Así que cuando me mandó la propuesta, era inevitable. Ya era un placer solo por volver a trabajar con él, pero hay una belleza singular en que te propongan no solo monstruos creados sino un mito, algo que tiene tanto background e historia como el hombre del saco. Tiene un encanto especial encarnar a personajes tan presentes en el imaginario desde que tengo uso de razón. Luego el proyecto está muy bien montado y es muy redondo y tienes la sensación de que esta sí que va a quedar bien y, gracias a Dios, la hemos visto y está redonda.
Noticia Relacionada
Oskar Belategui
-Estudio Bellas Artes en Granada. ¿Cuándo supo que su sitio estaba delante y detrás de las cámaras?
-Pues nunca lo he sabido a ciencia cierta, yo creo que ni ahora lo sé. Mi sitio no es uno en concreto. Yo desde pequeño siempre he tenido una tendencia creativa fuerte y creaba, pero creaba con lo que tenía a mano. El cine me inspiró muchísimo a crear mundos fantásticos, así que dibujé, modelé, hacía ilustración o cómic, contaba mis historias... Cuando conseguí dinero por mi cuenta, logré comprar mi primera cámara y empecé con mis amigos a hacer cortos. Era una cosa natural, aunque nunca lo tuve muy claro, igual que no lo tengo ahora. La vida es la que decide pero tampoco sé el tiempo que voy a estar delante, detrás o a la izquierda de una cámara. Yo lo que quiero es seguir desarrollando mis ideas. No puedo evitar sacarlas y estoy escribiendo guiones, hago dibujitos de vez en cuando, maquetas... No sé, estoy todo el rato haciendo cositas. Pero de pequeño no tenía ninguna percepcion de voy a ser actor o director. Sí que cuando ví mi primera película en el cine, que fue 'Bambi' y con mi madre, me levante en la sala y dije: «¡Yo quiero hacer eso!». Pero tampoco te sé decir a qué me refería si a dibujar, a hacer cine, a crear ilusión desde un sitio u otro... Y en eso estoy.
-¿Hay alguien con gen artístico en su familia o fue usted el pionero?
-Nadie. Tengo una familia medianamente amplia, pero no hay nadie. Fue el cine el que se me coló. Era un chico que por viajes del trabajo de mi padre o por mis operaciones y por mi salud tenía que echar ratillos en casa, recuperándome, y siempre me ha gustado mucho pasar en mi habitación horas y crear, dibujar o inventarme algo. Mi cabeza siempre estaba en otro lado. En clase, por ejemplo, fui muy mal estudiante porque no atendía nada. Empezaba la clase y de golpe sonaba ring, y despertaba de mi viaje en el que había conocido a Michael Jordan, me había ido en limusina a nosedonde y había estado luchando con nosequien. Todo el rato la cabeza se me iba a mundos fantásticos y tenía mis moviditas y luego, claro, eso pasa factura. No tenía buenas notas, excepto en artes donde con los ojos cerrados sacaba onces constantemente. Siempre tuve muy claro cuál era mi sitio, nadie lo discutió a mi alrededor. Los profesores a mis padres les dijeron que estaba muy claro que tiraba hacia una línea muy concreta y que estaba muy enfocado hacia ese lado artístico y que luchar contra esto sería ridículo.
-¿Y lo intentaron en algún momento?
-Sí. Yo tenía todas las libretas llenas de dibujos y un día me las limitaron y las enumeraron. Tres días duró eso. Al tercer día llegué a casa con los pantalones pintados enteros y entonces aceptaron que no había nada que hacer.
-¿Cómo le llegó la oportunidad de ser actor? ¿Siempre le había llamado la atención?
-Sí era otra de esas cosas que me encantaban. Cuando tuve mi cámara y mi ordenador, hice mi primer corto de animación, hacía todos los dibujos yo. Escribía cosas y tenía amigos y luego rodábamos e interpretábamos lo que habíamos escrito. Siempre me sentí muy cómodo delante y detrás y luego montando. Lo hacía todo. Además, desde pequeño, he sido muy payaso. Encontré en mi cuerpo una manera extra de llamar la atención, porque soy un tío físicamente peculiar. Siempre me sentí muy a gusto siendo el foco de atención y tengo muchos recuerdos de dar la nota y de que me echaban de clase por ello, así que nunca he tenido miedo a la cámara ni al público y he sido muy abierto. El caso es que cuando me vine a vivir Madrid, recién acabada la carrera, empecé a concursar en algunos festivales con mis cortillos y hacía algo de teatro. Los primeros años viví con un par de amigos que hacían Arte Dramático. Ellos iban a estudiar y yo lo que hacía era rodar cortos. Y aunque era consciente de que sabía explotar mi cuerpo para hacer comedia, la ciencia ficción y los monstruos me habían encantado y obsesionado toda la vida, pero sabía que era algo muy lejano, que aquí en España no se hacía ese tipo de cine. Hasta que me encontré una publicidad de unos cursos de maquillaje protésico.
-¿Qué pasó?
-Pensé que era perfecto para encarnar este tipo de criaturas como Alien o Predator, pero iba con la idea de que solo iban a dar clases de maquillaje. Aún así me acerqué y descubrí que Pedro Rodríguez, el profesor no solo daba clases sino que ya había empezado a trabajar para algunas peliculillas. Entonces estaba la Fantastic Factory muriendo, que era una de las pocas opciones de hacer ciencia ficción o terror en España y él estaba trabajando para alguna de sus películas. Y entonces pensé: «Ostras, este es el mejor 'link' que he podido encontrar'. Hablé con él y así empezó todo.
-¿Cuándo tuvo la sensación de que aquello iba en serio?
-Pues mira, esa misma tarde que visité el taller, que ni siquiera era cuando empezaba el curso. Vi que esa puerta estaba hecha para mí y que iba a tener una carrera. Aquella tarde me fui con un amigo y nos pillamos un pedo tremendo, como celebrando algo que estaba solo en mi mente. Pero yo lo veía clarísimo.
-Han pasado ya casi dos décadas desde su primer papel. ¿En algún momento le ha invadido el famoso síndrome del impostor por aquello de no haber hecho Arte Dramático?
-Ha habido rachas en las que los actores me han hecho pensar en que quizá debería prepararme, pagar el pato que se supone que hay que pagar. Quizá debería hacerlo por respeto a la carrera y por que la gente que está ahí pues no me sienta raro o como un intruso, pero como al principio mis personajes eran tan concretos y eran unos personajes para los que no hay clases que te preparen, pues siempre me sentí seguro y mejor preparado que nadie. Si alguna vez alguna vez algún actor me insinuaba algo, yo decía a mí plin.
-¿En serio le han afeado no tener estudios de interpretación?
-Sí, había personas que te hacían saber que, claro, hay gente muy preparada y que pasa muchos años estudiando. Y yo decía, pues muy bien, lo mismo lo necesitan. A lo mejor tú tienes que estar veinte años y aún así jamás vas a tener mi talento porque hay una cosa que he sabido desde crío y es que hay gente que nace con una predisposición muy alta y otros que tienen que currárselo más. Ahí están Messi o Cristiano Ronaldo. Es una putada, pero es la realidad. Yo he sido toda la vida autodidacta. Cuando llegué a Bellas Artes, el nivel didáctico fue horrible, fueron cinco años de borrachera porque las clases no servían para nada. Algunas tardes lo que hacíamos era ir a mi casa y me llevaba a mis amigos y les enseñaba todo lo que había aprendido por mi cuenta. La especialidad era diseño gráfico y yo les enseñaba a usar Flash, LightWave, Photoshop... Todo herramientas que había aprendido a usar yo en mi casa, a mi bola y a mi ritmo. Y sí, es verdad que eso, que he sido siempre muy autodidacta y con las artes dramáticas, a base de trabajar, pues me he ido especializando. Nadie tiene la experiencia en 'Monster Performance' que tengo yo. Ningún profesor me podría haber enseñado lo que sé yo. Y luego tengo otra carrera más suave que engordará en breve y que es la comedia. Y aquí pasa lo mismo. La vis cómica o la tienes o no la tienes. Por mucho que estudies, hay gente que tiene ese toque, tiene gracia, que toda la vida la ha tenido, y otros que quieren tenerla y escriben mucho. Y bueno, trucos se pueden aprender, pero gracia no puedes aprender a tenerla, o se tiene o no.
-El síndrome de Marfan le ha dado muchas alegrías, pero imagino que también tristezas. ¿Qué es lo más duro de convivir con una enfermedad así?
-Efectivamente. Por ejemplo, el tener vis cómica puede ser porque la vida te muestra un angulo diferente desde el que observarla. Si no te suceden cosas que te modifiquen la mente, a lo mejor no puedes aprender a verle el lado gracioso a todo. Supongo que esto, el síndrome de Marfan, desde muy pequeño ha marcado muchísimas cosas que podían haberse convertido en el final, y sin embargo yo siempre las he construido, las he ordenado de una manera útil. A mí la vida me parece una broma, y siempre me la he tomado a broma, supongo que porque desde muy pequeñito, desde los dos años y medio, estaba todo el rato de hospitales, operaciones... Por otro lado he sentido cómo era diferente desde pequeño y cuando no tienes todavía herramientas para ver lo útil o lo práctico de eso, ser diferente es normalmente algo negativo. La sociedad te deja claro que no entras dentro de unos cánones de normalidad y eso es malo. Pero después una persona con inteligencia descubre que no tiene por qué ser así, que puede ser todo lo contrario y ser diferente es una ventaja. Hoy día, que hay tanta gente igual, sobresalir es un poder. Ahora, no deja de ser lo que sigue siendo el síndrome de Marfan, es un problema, es una enfermedad del tejido conjuntivo, y he conocido, gracias a SIMA, una organización, a muchos otros, porque es verdad que somos muy pocos, y he conocido más la enfermedad, la he entendido, he aprendido a vivir con ella de otra manera. Pero vamos, en general, es verdad que yo hacía mis operaciones y mis convalecencias y luego, enseguida, seguía con mi vida normal, y me he cortado de muy poco.
-Es usted muy positivo.
-Creo que he hecho bastante más cosas que la norma, ya no digo profesionalmente, sino de lanzado, de ir a darle la patada a la caja a ver qué pasa, he sido el que más ha tenido siempre la sensación de que la vida son dos días, y supongo que es porque desde pequeño sentía que había que aprovechar, que había que ir a por lo que a uno le gusta, que hay que cortarse lo mínimo, porque puedes tirarte cincuenta años pensando en algo o intentarlo hoy. Y, bueno, he tenido suerte porque todo esto está muy bien porque parece que si lo intentas lo consigues y no es así. Si tienes talento, guay, pero tienes que tener ciertos golpes de suerte. Yo hay una cosa que valoro mucho y es que he tenido tan claro desde joven lo que me gustaba, lo que me apasionaba, que me he tirado como Coelho toda la vida clamando a las estrellas en la misma dirección, así que todo el mundo a tu alrededor sabe qué es lo que quieres. Yo he tenido siempre tan claro esta línea creativa, artística, que desde que tengo uso de razón he estado súper enfocado a ella, pero he visto otras personas que no tenían una pasión bien dibujada, y es una putada, porque estás en la vida y vas subsistiendo profesionalmente. Si no hay una pasión, pues es como si nunca te hubieran encendido.
-¿Qué es lo que más echa de menos de España cuando sale a trabajar?
-Bueno, la comida la echas enseguida de menos, y yo soy de buen comer. Me encanta toda la comida de todos los lados, he estado en las Indias comiendo como un cerdo, pero claro, en cuanto no puedes comerte un buen cocido, un arroz así con pollo casero de mi madre, o una paella pues enseguida echas en falta las cosas más básicas. Yo me he criado entre La Mancha y Andalucía, dando vueltas para arriba y abajo, unos pescaditos, unas migas y un gazpacho andaluz... En cuanto estás fuera, lo echas de menos mucho. Luego también tenemos una forma de ser, que es un punto entre caradura y muy abiertos. Somos gente con mucha libertad y luego vas a sitios en los que ves que la psicología del entorno ha hecho humanos diferentes. Ni peor ni mejor, pero, coño, si eres español ya no te puedes acostumbrar a otra cosa.
-¿Ha pensado en irse a vivir fuera?
-Me planteé vivir en Los Ángeles, pero es muy duro decidir cambiar toda tu existencia, tu entorno de amigos. Es demasiado cambio, demasiado loco. Creo que acabaría echándome colegas, pero no sé.
-¿Cuáles son las principales diferencias entre rodar aquí y rodar allí?
-El dinero. No es que sea el doble o el triple, es como cincuenta veces más. Cuando hay una diferencia tan grande, tan abismal entre presupuestos, entre la seguridad económica que le da a cada profesional que forma parte del equipo, se genera también otra psicología de trabajo. Allí la gente respeta el trabajo de los carpinteros que ponen tablas para organizar la base del set, de los que traen la comida del catering. Todo el mundo trata esa industria y su trabajo con orgullo. Aquí sería como en España ser canterano del Real Madrid o algo así.
-De todos los monstruos a los que ha dado vida, ¿a cuáles les tiene más cariño?
-Tengo dos o tres. El primero es la Niña Medeiros de '[REC]' (Jaume Balagueró y Paco Plaza, 2007), aquí en España, porque me ha dado tantas alegrías, me ha llevado a tantos sitios bonitos y me ha proporcionado tantos halagos de la gente que es inevitable tenerle amor. He tenido que volver a ella dos o tres veces más, para las siguientes secuelas, y veo todo lo que ha hecho en el público. Al final, antes que profesional, yo soy un fan del cine, y estoy en esto por la pasión que me levantaba desde pequeño. Tener la suerte de coincidir con estos grandes, y hacer una película de esta manera, que sin esperarlo, se convierte en un hito, pues es el mayor placer y honor para un actor. También, es verdad que hasta que no hice 'Mamá' (Andrés Muschietti, 2013), no hubo un cambio en mi carrera. Aquí ya empecé a trabajar en Estados Unidos y el rodaje fue tan maravillos. Estuve allí con Guillermo del Toro, con Jessica Chalmstein, y ya estaba jugando a lo que yo creía que iba en algún momento a suceder. Era realización, mucho trabajo, darlo todo, pero darlo con una pasión de puta madre, y bueno, la experiencia de estar hablando con todo el equipo en inglés durante tres meses... Fue exitosa y número uno en taquilla en América. El cambio lo noté con el vídeo de test de movimientos, que hicimos antes de la película, y que luego ellos publicaron. Eso dejó claro a muchísimos profesionales lo que tenían de base, con mi trabajo corporal y con mi físico, sin ningún tipo de efecto, ni maquillaje. Para mí esa producción fue determinante y muy bonita, dura, y una aventura enorme. Estábamos en los estudios de Pinewood de Toronto, pero Guillermo del Toro estaba a la vez rodando 'Pacific Rim' en las otras naves. De golpe estaba yendo a unas naves a ver escenarios increíbles, volvía a las nuestras y otros escenarios increíbles. Y yo estaba currando con gente que tenía un Oscar y había dinero para hacerla. No sé, fue una experiencia vital preciosa. Y de los últimos personajes, otro que es top en mi carrera es Dracula en 'El último viaje del Demeter' que allí se estrena ahora.
-¿Cuál ha sido la peor sesión de maquillaje?
-Es que se diluyen... La más larga fue la primera de '[REC]', que fueron ocho horas, el maquillaje más restrictivo fue en 'Puertas al infierno', que no podía ver durante todo el día, era totalmente ciego, apenas oía, y en algunas tomas, incluso cerraban una membrana que no me permitía respirar, y hasta que no cortaban, no me la abrían. No sé, ha habido días de maquillaje horribles, porque después de seis horas maquillando, ha habido algún cambio de plan, y no ruedas, entonces es como, joder, seis horas a la basura, pero bueno, esto es el trabajo de un actor, con o sin maquillaje, esto pasa a menudo.
-¿Le ha llegado a pasar como a Robert Englund, que dijo que una vez se quedó dormido mientras le maquillaban de Freddy Krueger, y se despertó asustado?
-No, asustado nunca. No es tan fácil dormirse pero es verdad que a veces a las 4 de la mañana empezamos con el maquillaje y hay veces que vas dando cabezadas. Es que a Robert Englund lo maquillaban a veces en una camilla y se podía quedar frito, pero yo siempre he estado en sillones de maquillaje y facilitándole el trabajo a los maquilladores, porque muchas veces tienen que ir retocando por delante, por detrás, agarrando de un sitio, tirando de otro... Si tú dejas el peso muerto, ellos no pueden tocar por ciertas partes, así que yo siempre procuro estar al servicio de que terminen lo más rápido y lo mejor posible.
-Hemos visto su vis cómica en una serie como 'El vecino' y también la más dramática en el largometraje que coprotagonizó junto a su amigo David Pareja, 'Amigo'. ¿Cambia mucho el proceso a la hora de adentrarse en uno u otro personaje?
-Cambia, pero solo en el momento en que vas a hacer la escena. Respiras, te metes un poco en el tema y depende de la rapidez y la claridad que tengas sobre el personaje, lo que lo hayas trabajado, pues tiene más facilidad de acceder a él. Lo que no cambia es que cuando cortamos. Sea terror, sea drama, sea comedia, sea lo que sea, yo siempre estoy de bromas. No entro tan a saco como otros actores, con este método Stanislavski de vivir casi ahí dentro. Ojo, es muy divertido eso y a veces he podido jugar, entrar un poquito, estás ahí, sacas información, de esas inmersiones, y luego las usas, porque las apuntas, y sabes ir a ellas. Así no gasto mucho espacio, tiempo, ni energía de los demás.
-Dirigió un segmento de 'Al final todos mueren' en 2013. ¿Cuándo dará el salto y dirigirá un largometraje completo?
-Llevo unos años cada vez más en serio pensándolo, pero debería haberme puesto más fuerte, porque como sigo dejándome llevar por la vida... Sigo trabajando como actor, y quiero hacer esto también, así que tengo escritas varias pelis, una serie, y sigo acumulando proyectos porque tengo la firme intención de dirigir, pero voy a dejar de decir que pronto, solo cuando suceda. No tengo ninguna prisa, pero sí tengo mucha decisión de que sucederá, porque me parece que cuando a alguien me lo ponga fácil... Si es verdad que como mi vida ahora mismo es medianamente sencilla para disfrutar y conseguir muchas cosas, no me estoy esforzando tanto en sacar la otra parte. Pero sí, tengo una mentalidad de director muy marcada desde que empecé. En los rodajes he aprendido a callar y a dejar que cada uno haga, pero desde que entré como actorcillo, ya era también directorcillo. Hacía mis cortillos y mis mierdas, así que no podía no decir: «Oye, eso de ahí va a salir en la edición, va a ser contraproducente». Y al final acababa con ganas de decir, quítate, voy a hacerlo yo, porque la estás liando.
-¿Y los directores se picaban?
-No, pero algunas veces, como al principio lo hacía sin discreción y empezaba pim pam, que ya llevaba un par de comentarios, y yo mismo me decía: «Javier, ¿por qué no te callas la puta boca? A ver si te relajas. Haz tus propias pelis, Robert Rodríguez». En alguna ocasión sí noté alguna cara o algún gesto de 'sí, llevas razón', pero percibía que no le apetecía que le dijeran nada. Así que ya está, ya llegará mi hora y cometeré mis propios errores.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.