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Los debuts en formato largo de reconocidos cortometrajistas no siempre dan el fruto esperado. Hay quien se defiende mejor en las distancias cortas y un buen cortometraje no asegura necesariamente el talento de su responsable a la hora de afrontar un metraje mayor. Levantar una ... película puede llevar muchos años, incluso no cumplirse nunca. Resulta reconfortante, por tanto, disfrutar con una producción de trayecto complicado cuyo resultado es estimulante.
'Ventajas de viajar en tren', ópera prima del donostiarra Aritz Moreno, es tan imperfecta como fascinante. No es fácil afrontar como primer filme un libro que aglutina varias historias, una dentro de otra, como si fuese una colección de muñecas rusas, especialidad del escritor Antonio Orejudo, cuya novela homónima es trasladada a la gran pantalla con guión de Javier Gullón. Una tarea atrevida, de por sí complicada, que llega a buen puerto en manos de un director curtido en festivales como la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián, donde Moreno presentó una gamberrada deliciosa, 'Portal mortal', antes de llamar poderosamente la atención con 'Cólera', una pieza estremecedora rodada en plano secuencia con Luis Tosar a la cabeza del reparto, pieza fundamental a la hora de vender este primer gran paso en una carrera prometedora que, probablemente, se moverá más allá de nuestras fronteras.
'Ventajas de viajar en tren' es una caja china en la que confluyen personajes excéntricos con sus respectivas pequeñas grandes historias. Relatos delirantes, absurdos, pero perfectamente posibles, se atraviesan unos a otros reflejando el fútil comportamiento del ser humano, con un sentido del humor peculiar e hipnótico. Todo empieza en un viaje en tren, atendiendo a la tradición oral más accidental. Dos desconocidos conversan, o más bien uno habla y otro escucha: ¿Le apetece que le cuente mi vida? A partir de tan cotidiano momento cualquier cosa puede pasar en un laberinto de anécdotas que se conectan con algarabía y van retorciéndose a medida que avanza la acción en manos de un alquimista inquieto que se torna inquietante en un excepcional pasaje central que apunta a contener una de las mejores secuencias de la historia de nuestro cine reciente.
Pilar Castro borda un rol tan ingenuo como perturbador, compartiendo encuadre con un oscuro Quim Gutiérrez. De fondo, la voz de Massiel suena atronadora. El trabajo actoral del resto del reparto principal, formado por Luis Tosar, Ernesto Alterio y Belén Cuesta, corona la osadía de un filme diferente que apunta a ser de culto inmediato. Quizás no case como debiera el bloque de Javier Botet y Macarena García, un excelente relato corto en sí mismo cuya existencia puede atender a la necesidad de dar un respiro al conjunto entre tanto giro enfermizo.
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