Aritz Moreno: «Cuento verdades a través de la mentira»
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El donostiarra Aritz Moreno estrena este fin de semana 'Ventajas de viajar en tren', la adaptación de la sorprendente novela homónima de Antonio OrejudoNo lo parece, pero es la primera vez que Aritz Moreno (San Sebastián, 1980) se pone a los mandos de un largometraje. El donostiarra, curtido cortometrajista, ha apostado para su debut por adaptar 'Ventajas de viajar en tren', la surrealista e imposible novela de ... Antonio Orejudo. Pese a su numerosos personajes, a sus capas y la cantidad de historias que se cruzan, ha salido bien parado.
-Uno normalmente escogería una película lineal para su ópera prima. ¿Le va la marcha o qué?
-Sí, sí. Si voy a hacer algo, me interesa hacer algo que me motive, algo diferente. Sobre todo es que es un proceso tan largo que tiene que ser algo que cada día me ponga mucho y esto fue un poco así con 'Ventajas de viajar en tren'.
-¿Cómo entró en contacto con la novela?
-La novela la leyó Leire Apellaniz, que es mi compañera en la productora Señor y Señora, me la trajo y me dijo: «Léela, que es increíble, pero creo que es imposible hacer una película, aunque el libro está guay». Me flipó y yo sí que vi en mi cabeza la película, una película especial y bastante marciana, pero eso era precisamente lo que me ponía. A mí me gustaba mucho la mezcla de géneros, la propia estructura, que creía que visualmente podía funcionar mucho, y tenía puntos que visualmente eran muy potentes, en ese universo tan surrealista.
-Javier Gullón es el responsable del guion, pero ¿cómo se seleccionaron las historias de la novela que iban a formar parte de la película?
-Ese es un trabajo previo que hice yo, un tratamiento de unas 20 o 30 páginas en el que apunté qué es lo que se quedaba fuera y qué entraba en el filme. Una vez hecho, hablé con Leire e hicimos una lista con nuestros guionistas favoritos y Gullón era el primero. Fue todo muy friki, porque acabábamos de abrir la empresa, éramos dos personas y no teníamos un duro. Conseguí su email, no sé muy bien cómo, y le mandé la novela y nos dijo que sí. Ha hecho un trabajo de adaptación que me parece ejemplar, un curro increíble. Yo sí tenía claro que me tenía que mantener lo más cerca posible de la novela porque creía que podía funcionar, la verdad, y los diálogos funcionaban muy bien verbalizados, pero luego hay cambios inevitables y Gullón ahí fue muy hábil.
-¿Tenía claro el casting desde el principio?
-Pues la verdad es sí. Yo ya había trabajado con Luis Tosar en mi último cortometraje, 'Cólera' (2013), y ya habíamos establecido una relación. Fue el primero al que le enseñamos el tratamiento y le gustó muchísimo, tanto que nos dijo que le encantaría hacerla, pero eso fue como tres años antes de hacer la película y de ahí a que terminara estando en la cinta va un mundo. Pero al final tuvimos suerte de juntar a toda esta gente en el espacio-tiempo cuando todos trabajan muchísimo.
-Quizá uno de los trabajos más sorprendentes sea el de Belén Cuesta, que acaba de escaparse de la comedia a la que parece abonada con 'La trinchera infinita' y aquí también deja un poco de lado su vis cómica. ¿Lo veía tan claro?
-Soy muy amigo de los Moriarti (Jon Garaño y José Mari Goenaga) y estuve en el rodaje de 'La trinchera infinita'. Yo tenía claro que ese personaje en concreto con Belén podía ser muy divertido e interesante y cuando nos dijo que sí fue un subidón, porque funciona muy bien. No soltaré 'spoilers' pero protagoniza una de mis secuencias favoritas de la película.
-Es su primer gran proyecto, ¿qué debilidades y qué fortalezas se ha visto?
-(Ríe) Ahora mismo cambiaría bastantes cosas, pero no las voy a decir. De todas maneras, estoy muy satisfecho porque yo quería hacer una apuesta, asumiendo incluso que iba a equivocarme. Yo quería equivocarme porque es la mejor manera de aprender y en algunos casos, efectivamente, me he equivocado y lo haría de otra manera. ¿Fortalezas? Pues, por ejemplo, con los cortos sufría muchísimo durante los rodajes. Eran solo tres días y lo pasaba fatal. Aquí iba asustado porque me esperaban siete semanas y media y pensaba que iba a morir en el intento, pero me he sentido más cómodo, cosa que no me esperaba. En los cortos, me sentía más inseguro a la hora de trabajar con los actores, pero en la película ha sido un poco lo contrario. Me han ayudado muchísimo, me he sentido muy a gusto y creo que me ha reafirmado en mi forma de trabajar con ellos.
-En una película con tantas capas y tantas historias, ¿ha sido muy difícil lograr el equilibrio?
-Fue lo más difícil y es donde más me ayudaron los actores porque al dirigir tu tienes una visión más global de todo y obviamente no llegas a todos los sitios porque estás en lo técnico, lo visual, lo estético, la interpretación… Ellos están centrados en su personaje y cuando se me pasaba alguna cosa, me daban indicaciones e implementábamos cosas suyas y propias.
-Viendo la película, uno se acuerda de cintas como 'Delicatessen', 'Amelie' o el primer Fesser.
-Son cineastas que me gustan, pero no están entre las referencias que trabajamos para la película, aunque entiendo que salgan. La referencia principal fue 'El club de la lucha', de David Fincher, y, sobre todo, cómo sería si la hubiese dirigido Wes Anderson. Otra referencia, que era un poco como nuestra biblia era mirar 'Magnolia' de Paul Thomas Anderson, pero también mucho cine coreano.
-La película se aleja del realismo, pero ¿qué verdades diría que cuenta?
-Yo creo que cuenta bastantes verdades, lo que pasa es que las cuenta a través de la mentira, que era también lo gracioso de esto. Es una película muy honesta, en el sentido de que desde el principio queríamos que fuese una película autoconsciente de que es una película y se lo anunciase al espectador en la cara constantemente durante la proyección. Desde el principio, en los posters, ya usamos esa frase de «La verosimilitud está sobrevalorada», como diciendo que lo que vas a ver es falso. Aunque es de perogrullo, queríamos jugar con ello.
-'La trinchera infinita', 'El hoyo', 'Errementari', 'Ventajas de viajar en tren'. ¿Qué está pasando con el cine vasco?
-No sé decirte. Yo estoy muy contento por ellos y por lo nuestro. Tampoco ha sido nada repentino. Los Moriarti llevan trabajando bastante tiempo, están también Asier Altuna, Borja Cobeaga... Es verdad que los Moriarti que han abierto muchísimo camino y han ayudado mucho a quitarnos ciertos prejuicios y a tener una mirada más internacional, a pensar ya desde el inicio del proyecto que este puede gustar en cualquier parte del mundo.
-¿Y no se corre el riesgo de que esa proyección más internacional vaya en detrimento de la identidad de ese cine?
-No. 'Ventajas de viajar en tren' tiene una identidad muy local. Se habla de Murcia, de cosas muy reconocibles del universo que hemos construido, pero ahora que hemos estado en Tokio me sorprende mucho que la gente de allí la hacían muy suya y se veían reflejados y para mí eso es la hostia.
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