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Daniel Guzmán (Madrid, 1973) asegura que el barrio de Aluche donde creció le ha proporcionado «las respuestas y las herramientas» que ha necesitado en la vida. En su ópera prima, 'A cambio de nada' (2015), exorcizó la separación de sus padres y convirtió en actriz ... a su abuela de 92 años en una historia de iniciación que rebosaba corazón y que obtuvo los Goyas a la mejor dirección novel y mejor actor revelación para Miguel Herrán. Siete años después, Guzmán, que fue grafitero de renombre y boxeador antes de consolidarse como actor, regresa al barrio con 'Canallas', en los cines desde el 1 de abril.
Crónica de pícaros y supervivientes en esta España corrupta del pelotazo, 'Canallas' es una comedia desaforada que narra los chanchullos de tres amigos de la periferia para buscarse la vida al margen de la ley. Junto a Luis Tosar y el propio Guzmán encontramos a Joaquín González, amigo del director desde los 14 años y sin ninguna experiencia previa ante la cámara. Aunque nos parezca mentira, se interpreta a sí mismo. ¿Que quién es Joaquín González? En el reciente Festival de Málaga se movía a sus anchas en el AC de cinco estrellas, interrumpiendo entrevistas porque su socio chino le llamaba al móvil para tratar sobre un barco cargado de petróleo atracado en Rotterdam. También contó que había vendido medio millón de mascarillas a Ayuso que se quedaron en el aeropuerto. En 'Canallas', como en la vida real, presume de negocios al más alto nivel, pero enseguida descubrimos que está acosado por las deudas y vive en un piso en Orcasitas junto a su madre, una hija campeona española de yoyó y un hermano obsesionado por las artes marciales.
-Todos conocemos a un Joaquín…
-Sí. Todo el mundo me lo dice, siempre hay un Joaquín en tu vida, un tipo que se inventa una realidad para soportar sus miserias, una vida que no acepta. Él se lo cree. Si le entrevistas te dirá que vende petróleo, se cree que es rico. Hoy le ha dicho al productor que ha puesto 500.000 euros en la película. Es la España de la picaresca, la gente que se monta su película para soportar la realidad.
-Nos podemos reír de este perdedor, pero a gente como él a veces le sale bien.
-Sí. Los pelotazos inmobiliarios, los intermediarios… La picaresca del Lazarillo de Tormes. Yo le conozco desde los 14 años. Los amigos siempre hemos dicho: tú ríete de Joaquín, pero un día hace una de las suyas y se retira. Lo dice en la película: un día doy el pelotazo y me vais a llamar don Joaquín. Mientras, sigue viviendo con su madre en Orcasitas.
-En este país se admira mucho al que da el pelotazo, sin importar mucho las consecuencias.
-¿Cómo es ese dicho? Quien no roba y jode es porque no tiene dónde. Engrandecemos la cultura del pelotazo. El protagonista se llama empresario, cuando es un especulador. Es la España de los terrenos rústicos recalificados, del rescate a los bancos, del negocio perfecto.
-Ha hecho cine social sin que lo parezca.
-Ese concepto está estigmatizado. Parece que no puedes hacer una comedia popular hablando de lo social. Como si fuera un tema manido, cuando en el cine español se ha hecho toda la vida: Achero Mañas, Fernando León, Elías Querejeta… ¿Y 'Full Monty'? Los ingleses y los franceses lo hacen. Lo social no solo es drama y tristeza. También es barrio, la mayoría social de este país. Y en el barrio hay comedia, orgullo, ganas de salir adelante. Mira mis colegas. Uno es fontanero, otro electricista, otro taxista… Desde que se levantan hasta que se acuestan están riéndose.
-¿Y cómo le ven a usted esos amigos de barrio?
-Pues igual que soy, un poquillo más cabroncete a lo mejor, más canalla. Ellos son los que me ponen en mi sitio, los que me anclan al suelo. Sin estos amigos no sería nada.
-¿Y qué le dicen del cine español?
-Ja, ja. Son la hostia, les tengo que llevar yo. Dos de ellos me llaman 'subvencionao'. Ya, ya, les contesto. ¿Sabes qué pasa? Que de estos 3 millones que ha costado la peli, el ICAA (Instituto de Cinematografía, dependiente del Ministerio de Cultura) solo me da un 30%, lo demás hay que ponerlo. Cuando les explicas los números dicen: ahhhh. Les han bombardeado con que el cine español está subvencionado y es malo, van con la radio y la tele puesta y se lo creen. Pero les das los datos y te reconocen que es difícil hacer cine.
-¿Alguno de esos amigos vota a Vox?
-Hombre, Joaquín está ahí ahí. Ha sido un fiel representante del Partido Popular, pero ahora dice que no lo están haciendo tan bien, que él se va un poquito más a la derecha. El PP está tibio, como ese tipo de cine fórmula que hacemos y que está muerto, con el miedo al fracaso todo el rato.
-Oiga, ¿por qué le ha marcado tanto el barrio?
-Porque he tenido allí mi vida entera, mi época más importante. Marcó mi personalidad. La calle me ha dado respuestas y herramientas, una visión de la vida. Al final hago películas mitad ficción mitad realidad por todas esas experiencias que he vivido. Mis amigos han sido la familia que yo elegí cuando la mía estaba rota, esa familia no biológica sustituyó a la otra. Yo he vivido cosas con ellos que no te puedes imaginar.
-¿Cree que la vida en el barrio actualmente es como la que conocimos nosotros?
-No. Desde la revolución tecnológica ya no hay relación en la calle. Los chavales viven en una burbuja, les han jodido la vida con los PAU, esos barrios burbuja que son cárceles. Yo en verano llegaba a casa a las once de la noche. Y me pasaba de todo. Jugaba a las canicas, a las chapas, venía con la cabeza abierta… Sueno a abuela Cebolleta, pero lo que he vivido en la calle no lo he vivido en ningún lado. Los chavales de ahora lo ven, pero no lo viven. Les están hundiendo con las pantallas, la comida rápida… Antes vivías. Por eso tengo historias que contar.
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-En 'A cambio de nada' reclutó a su abuela y ahora a su amigo. Le tienen que odiar los actores.
-¡Y lo hago siendo actor! Tiene que ver con el cine neorrealista, que siempre me ha gustado: De Sica, Fellini… Los actores no profesionales tienen una verdad que si das en el clavo traspasa la pantalla. Eso ayuda a los actores a no estar en la impostura. Pero la próxima película la voy a hacer solo con intérpretes profesionales, no puede ser que lleve 17 años para dos largometrajes.
-¿Se pasa mal tanto tiempo sin rodar?
-La primera versión de 'Canallas' la escribí nada más terminar 'A cambio de nada'. No me costó encontrar financiación, enseguida estuvieron Movistar y Universal. He tardado tanto porque los no profesionales te multiplican por cinco el trabajo. Rodé 256 horas de material, cuando para una película se suelen filmar 50. Rodé cinco películas hasta que conseguí lo que quería. Estuve diez horas diarias durante un año y medio para montarla.
-En 'Canallas' sale un grafiti de Tifón, su seudónimo durante su juventud.
-A pesar mío… El bloque de pisos de Joaquín en la peli es su casa de Orcasitas en la vida real, esa arquitectura gris y soviética. Hace muchos años, para putearle le pinté en su portal 'Johnny el Guapo', como se hacía llamar. Cuando rodé me di cuenta de que se veía un Tifón…
-¿Ha abandonado su faceta como actor?
-Con estas películas imposible. Este año me habían salido tres protas y he tenido que decir que no. No he podido trabajar ni tener vida, ni ver a mis colegas. Me gusta muchísimo actuar, el teatro, el cine… Si sale algún papel, bien, y si no, seguiré contando historias. Aunque económicamente no me alimente mucho. Mi pasión es escribir y dirigir, ser actor no depende de mí.
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