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Ray Mendoza y Alex Garland, en el set de rodaje de 'Warfare: Tiempo de guerra'.
Alex Garland: «Nos olvidamos de las guerras por cobardía»

Alex Garland: «Nos olvidamos de las guerras por cobardía»

El realizador de 'Civil War' y el exmarine Ray Mendoza codirigen 'Warfare: Tiempo de guerra', una angustiosa recreación en tiempo real de una misión en Irak que salió mal

Iker Cortés

Madrid

Miércoles, 16 de abril 2025, 18:18

Los angustiosos 95 minutos que dura 'Warfare: Tiempo de guerra', la película coescrita y codirigida por Alex Garland y Ray Mendoza, son de los que no se olvidan. Basada en una experiencia que el propio Mendoza vivió en 2006 en Irak, la cinta recrea, en tiempo real y a partir de los recuerdos del grupo de soldados de los Navy Seals que la protagonizó, una misión de vigilancia en Ramadi que acabó de la peor de las maneras posibles.

No hay héroes ni grandes gestas. De hecho, apenas se apunta el cometido de estos jóvenes marines que, en plena noche y casi como si fuera un juego, accedieron a un bloque de apartamentos en territorio insurgente para vigilar las posiciones del enemigo. La fraternidad y la camaradería que se desarrollan durante la tensa espera dan paso al miedo, el dolor y los ataques de pánico cuando los soldados son descubiertos, convirtiendo la evacuación del edificio en la única forma de salvar la vida.

Con un montaje de precisión quirúrgica, Garland y Mendoza realizan una fantástica labor a la hora de describir los espacios donde se desarrolla esta contundente historia que humaniza a los soldados, exponiendo incluso sus miserias, y explota de forma visceral la extrema violencia en el campo de batalla, obligando al espectador a aferrarse a la butaca y a apartar la mirada en los momentos más incómodos. El resultado es una película realista, seca y cruda, que se aleja del cine bélico al que supuestamente pertenece, un género que Garland ya abordó con su anterior película, 'Civil War'.

Fue precisamente durante su producción cuando él y Mendoza se conocieron, pues el segundo participó como asesor en la cinta, diseñando las escenas de batalla. Los dos estuvieron hace un par de semanas en Madrid presentando la película que llega este miércoles a la cartelera española. «No sé si esta era una película necesaria para el género, pero sí puedo decir que es interesante, útil y abre otro tipo de conversación con el público», explica Garland, que asegura que a la industria audiovisual no se le da bien escuchar a los veteranos. A su lado, Mendoza lo corrobora: «Nadie se inmuta cuando se suicida un veterano. Abandonamos a nuestras familias, volvemos y no se preguntan por qué estamos sobremedicados, deprimidos o acabamos en la calle. La película te da un contexto y muestra cómo son las cosas realmente. No hay música, ni un desfile cuando regresamos. La cinta es un recordatorio de esto y esperamos que genere conversaciones al respecto».

Tres fotogramas de la película.
Imagen principal - Tres fotogramas de la película.
Imagen secundaria 1 - Tres fotogramas de la película.
Imagen secundaria 2 - Tres fotogramas de la película.

En este sentido, la cinta es un ejercicio interesantísimo de concreción que obvia los motivos del conflicto. Pese a todo, Garland está convencido de su mensaje antibelicista. «Creo que la guerra es el último recurso y no se debe entrar en ella sin comprender que es horrible y que los soldados serán heridos física y psicológicamente, al igual que los civiles, y que eso generará un trauma generalizado tanto para el país invasor como para el país atacado», apunta. Para Mendoza, en cambio, depende de los espectadores determinar si la cinta promueve o refuerza las posturas antibélicas o ayuda a entender por qué alguien se adentra en una. «Nosotros simplemente presentamos esta recreación honesta de cómo es un combate. No quería centrarme en los porqués de la guerra, quería explicar qué y cómo és la guerra, qué aspecto tiene».

Clima prebélico

Resulta llamativo que la cinta rinda al final un homenaje a los protagonistas reales de la historia, colocando sus fotografías en pantalla y mostrando la visita al set de rodaje de Elliot, el soldado que no recuerda nada de lo que ocurrió aquel fatídico día y que inspiró a Mendoza esta película. Cabe preguntarle a Garland si no temía que un final así restara fuerza al mensaje. El guionista de '28 días después' niega la mayor. «Yo tenía la extraña preocupación de que el público tuviera la sensación de haber visto realmente lo que ocurrió, cuando en realidad se trata una recreación. Si hubiera habido un documental reporteros de guerra, no sería la misma historia porque nos estamos basando en recuerdos de las personas que son bastante más complejos y subjetivos que el metraje de una cámara», explica el cineasta.

Exponiendo esas secuencias detrás de las cámaras y las imágenes de los soldados, Garland recuerda al público cuál era su motivación. Aun así, es consciente de que se puede malinterpretar: «Creo que si uno adopta el lenguaje del cine normal, ese final sí podría restar valor al mensaje de la película, pero esta no es una película normal. De hecho si preguntas a cualquiera por un filme que haya tratado de hacer el mismo ejercio, ¿lo hay? A mí no se me ocurre. Hay que enfocar esta película con una mirada diferente a la de una película normal, no es como 'Black Hawk derribado', sin atacar esa película, ¿eh? Ni tampoco es como 'En tierra hostil', que a veces me lo han dicho, pero no. Vuelve a ver 'En tierra hostil', entiende cómo funciona el cine, y luego ve esta. Son películas diferentes», sostiene con cierto orgullo.

Un fotograma de la película.

'Warfare: Tiempo de guerra' llega además en un clima prebélico y de rearme en la Unión Europea, tras la invasión de Ucrania y el conflicto en la franja de Gaza, lo que sin duda hace que la cinta cobre un nuevo significado. «Es que las guerras se nos olvidan, ya sea por cobardía o para protegernos, y esa cobardía sucede particularmente entre los civiles porque no quieren confrontar la realidad de lo que su país u otros países hacen. No quieren verlo y eso es perturbador. Así que cuando estamos más cerca de una guerra de lo que hemos estado en mis 55 años de vida, está bien pensar en la realidad y en qué es lo que pasa con la gente joven que es enviada a la guerra y con sus familias. Es bueno pensar en ello porque podría hacer que las personas sean más racionales al tomar decisiones», dice.

Curiosamente, la película anterior del cineasta hablaba de una guerra civil que se libraba en Estados Unidos tras el inicio de un tercer mandato a manos del presidente, algo anticonstitucional pero que Donald Trump ya ha dejado caer como posiblidad. ¿Se convertirá esa distopía en una realidad? «Eso depende de América -contesta Garland-. Deben decidir qué quieren. ¿Ocurrirá? No lo sé, pero espero que Estados Unidos se apegue a las reglas de su propia Constitución, solo porque suele ser cierto aquello de que no es bueno para nadie estar en el poder demasiado tiempo».

Un proceso colaborativo

Era la primera vez que Garland codirigía una película y encima con alguien que se ponía por vez primera detrás de las cámaras. Sin embargo, el cineasta asegura que ha sido una de las experiencias de trabajo «más fáciles» que ha tenido, con un papel más secundario: «Ray tenía más que decir porque esta era su experiencia y yo estaba allí para ayudarle a ejecutarla en términos cinematográficos. Así que si Ray decía: 'Esto es lo que pasó' y se había verificado con las entrevistas, entonces llegaba a la película».

«Yo podría haber hecho la película solo, pero no sería la película que visteis. También él podría haberla hecho solo y tampoco sería la misma. Así que la película que ves es una combinación de dos experiencias para hacer algo mejor», explica Mendoza, que no esconde que ambos están en posiciones ideológicas opuestas. «Si él y yo podemos unirnos y contar una historia en armonía...», reflexiona.

La reflexión lleva al realizador británico, que se reconoce como una persona de izquierdas, a recordar que durante la promoción de 'Civil War' la izquierda le atacó por decir que tenía buenos amigos de derechas. «Me horrorizó. ¿Cómo demonios se supone que vamos a llegar a ningún lado si no se nos permite ser amigos y trabajar juntos? Es una locura. Y creo que una de las cosas que la izquierda debe entender es que creen que la derecha es responsable de la situación global en la que nos encontramos, cuando la derecha y la izquierda son igualmente responsables. Cuando les digo eso a los de izquierda, se enfadan muchísimo porque, ya sabes, normalmente señalan a Trump y dicen: '¿Cómo puedes decir que estamos a la altura de eso?'. Bueno, ¿qué es Trump? Es una reacción contra ti. Si no lo quieres, compórtate de otra manera y no obtendrás esa reacción. Esa es la verdad», concluye.

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