Secciones
Servicios
Destacamos
Mi hijo cursa este año Sexto de Primaria en el CEIP Las Gaunas, en Logroño. Ha recibido clases de sexualidad impartidas por las dos psicólogas de Serise, Bárbara Sáez y Ruth Arriero. Yo estuve en la reunión previa, en la que se nos explicó de ... qué iban las charlas, qué temas iban a tratar, qué dudas iban a responder y de qué manera. Me pareció, incluso, que pecaban de prudentes.
Al contrario que los Abogados (poco) Cristianos, que toda la tropa vocinglera de Vox y que el poli local ese que estuvo en Gran Hermano (curioso currículum para un defensor de la moralidad), yo sí sé de lo que hablo.
En las charlas se abordan las cuestiones que preocupan a todo chaval de 11 ó 12 años. Les hablan de las cosas que empiezan a sucederles: las niñas tienen la regla, a los chavales les sale vello en los testículos, comienzan a notar sensaciones extrañas, a veces placenteras y a veces dolorosas, sobrevienen las primeras poluciones nocturnas, empiezan a sentir atracción física, a explorar su propio cuerpo, tal vez a masturbarse. Son vivencias naturales, cotidianas, incluso hermosas: la vida avanza y todos ellos van dejando atrás la niñez y entrando en la adolescencia, esa época turbulenta y llena de riesgos en la que definirán su personalidad. Algunos sentirán pulsiones homosexuales, otros no, pero conviene que todos sepan que hay diferentes maneras de vivir la sexualidad y que todas deben ser aceptadas si existe respeto y cariño.
Hay gente tan ofuscada que en esto ve problemas. Lo malo es que, como saben que diciendo lo anterior no tendrán audiencia suficiente, optan por inventarse barrocas fantasías de reprimidos, como si las clases de Sexto de Primaria se hubieran vuelto de repente salvajes sucursales de Sodoma y Gomorra.
No he encontrado a muchos padres que en esto encuentren motivo de escándalo. Al contrario: casi todos entendemos que nuestros hijos están a punto de cruzar una frontera decisiva, hecha de miedo, de fragilidad y de tentaciones, y que la información es la mejor herramienta (quizá la única) para cruzarla sin sufrir daños irreparables. Quienes ponen el grito en el cielo porque a los niños les den clase de educación sexual, no solo les condenan a vivir con angustia su adolescencia, sino que les abocan a una solución mucho peor: buscar en internet la información que sus padres les niegan. Y esa es una idea nefasta, peligrosísima. Con su primer smartphone, el niño o la niña reciben el acceso a un caótico mundo de imágenes, no todas saludables ni pertinentes. Más vale que estén preparados para digerir el aluvión que se les viene encima y que se mezclará con su propio amanecer hormonal. La táctica del avestruz resulta la peor estrategia posible, la única que debemos evitar a toda costa.
Resulta descorazonador que en el año 2020 tengamos que andar aún explicando estas cosas.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.