Giro bolivariano
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Sánchez, que reconoció hace un año a Guaidó como representante legítimo de Venezuela, se desdijo ayer sin dar explicacionesLa primera sesión parlamentaria de control sobre el Gobierno en esta legislatura devolvió a primer plano el episodio del ministro de Transportes, José Luis Ábalos, con la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez. Aunque la confrontación descarnada en que se convierte la dialéctica derivada de preguntas ... e interpelaciones formuladas por la oposición no sirve para revelar la verdad de las cosas. Todavía se desconoce cuál era la intención de la vicepresidenta bolivariana al arribar a Barajas, a sabiendas de que tenía prohibido transitar siquiera por la Unión Europea. La afirmación gubernamental de que la mandataria venezolana no accedió en ningún momento al espacio Schengen contrasta con la inexistencia de una descripción oficial sobre lo que Rodríguez hizo durante las horas en las que permaneció en el aeropuerto español.
Es evidente que la insistencia del ministro Ábalos en que su encuentro con Delcy Rodríguez no constituyó una reunión pretende salvar su negación inicial, para eludir el contenido de lo tratado entre ambos. Pero tras reconocer que erró en comunicación, el titular de Transportes eludió precisar en qué pudo equivocarse. El presidente Sánchez y el ministro Ábalos coincidieron ayer en que este segundo evitó una crisis diplomática, que al parecer habría consistido en advertir a la vicepresidenta venezolana de que no podía poner el pie en España. Pero aún no se conoce la razón que llevó al Gobierno a asignar la tarea al ministro de Transportes, no solo sorteando la función ordinaria de los departamentos de Exteriores y de Interior, sino concediendo a la gestión un rango político que por sí mismo suscita interrogantes.
Todo para que ayer el presidente Sánchez denominase «líder de la oposición» a Juan Guaidó, mientras el ministro Ábalos se refería a él como «presidente encargado» en la misma sesión plenaria. Está claro que la diatriba no conmueve al resto de la Unión Europea, mostrándose como una discusión puramente doméstica. Pero no por ello deja de ser relevante que España se divida políticamente ante la evolución de los acontecimientos en Venezuela. Que el mismo presidente que reconoció hace un año a Juan Guaidó como representante legítimo de la República de Venezuela, Pedro Sánchez, conduciendo a la Unión Europea a hacer lo propio, se desdijera ayer sin dar más explicaciones.
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