Discapacidad crónica

La Rioja tiene ya Presupuesto. Según Concha Andreu será el «instrumento más eficaz... para paliar las consecuencias sanitarias y los dramas de muchos negocios y de muchas familias riojanas», que no es una ambición menor, y menos oído de boca de la capitana en ... pleno naufragio pandémico. Un subidón de ánimo que enfría, claro, el entender del partido más aventajado de la oposición. Para el PP son unos números malos, muy malos. Habla de «las Cuentas de don Celso» con retranca y permite adivinar cierto animus iocandi, si no 'jodiendi', en el afán de la bancada popular con la chanza. Y si uno pretendía conocer dónde ayer anidaba el equilibrio en el claustro de La Merced, el lugar donde lo excelente se encontraba con lo pésimo y lo blanco y lo negro sumaban para confundirse aunque fuera en un gris perla o marengo, tan elegantes, que podría valer a todos para una ocasión tan excepcional... pues finiquitaba la función sin respuesta. ¿Ciudadanos?, bien, gracias. Pablo Baena, que es de los que pensaban que la pandemia nos iba a cambiar, se ganó el sueldo a base de recordar las veces que había descolgado el teléfono para tratar de sentarse «para mejorar estos Presupuestos que no son buenos». Dice que llamaba a tal fin al grupo socialista, que me da que es como llamar al callista por una caries. Aunque también es cierto que de haber llamado a don Celso o doña Concha el intento habría concluido tal cual el anterior. Todo, en fin, tan igual a lo de hace un año, todo tan prefabricado, tan maleado, tan triste que se impone que no, que la pandemia, estimado Baena, tampoco ha cambiado a sus ilustres señorías.