Alarma tranquila
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La ciudadanía da un ejemplo del civismo al asumir con normalidad el confinamiento, que hoy se traslada masivamente al ámbito laboralEl primer día del estado de alarma sumió ayer a los españoles en una sensación de irrealidad, que hoy volverá a hacerse patente cuando gran parte de la población activa afronte la jornada laboral. La inmensa mayoría de los ciudadanos ofreció una muestra de admirable ... civismo al respetar con plena naturalidad un mandato tan excepcional como el de no salir a la calle más que para comprar productos básicos, acudir al puesto de trabajo, regresar de él o atender a familiares dependientes. Cada cual obligado a reconocerse en los lindes de su hogar sin más escapatorias que unas llamadas y mensajes al resto de la familia y a los allegados. Cada cual motivado en compartir on-line noticias, datos y vídeos para dar muestra de que sigue perteneciendo a una tribu más extensa que la de su domicilio particular. No hicieron falta más que algunas insistencias por parte de las fuerzas de seguridad para reconvenir a transeúntes que intentaron soslayar la orden de permanecer en casa si no hubiese un motivo legalmente previsto para salir.
Las medidas de confinamiento con excepciones para combatir el coronavirus se pondrán a prueba hoy, cuando empresas y administraciones se esmeren en reducir al máximo los contactos y la movilidad de sus empleados. Porque solo podrán alcanzar toda su efectividad si la actividad profesional es también confinada. En ese sentido, parece conveniente que, junto a las normas publicadas en el BOE, poderes públicos y expertos transmitan indicaciones y recomendaciones que amplíen los efectos de la restricción legal. Aunque aún más importante es que, a partir del Consejo Europeo de hoy, el Gobierno de Pedro Sánchez fije por fin el catálogo de compensaciones y estímulos con que podrán contar las actividades empresariales y profesionales que se suspendan o vean reducida su productividad por «fuerza mayor».
Es difícil que las autoridades persuadan a la economía real de que opte por el teletrabajo cuando empleados públicos continúan esperando instrucciones al respecto y medios para operar desde sus domicilios. Las instituciones siguen escalonando medidas ya previstas sin anunciarlas hasta el momento de su aplicación. Pero aunque ciñan las restricciones de la alarma y otras a dos semanas de duración, el ciudadano que acepta su reclusión lo hace consciente de que su confinamiento se prolongará, soñando ya con el reencuentro con los suyos.
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