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«Saben que nunca me levanto de una mesa de negociación y, sin duda, vamos a concitar un Gobierno progresista, pero lamento comunicarles que a día de hoy estamos lejos de cerrar un acuerdo». Con estas palabras – «muy lejos», diría en otro momento– Yolanda Díaz, ... líder de Sumar y vicepresidenta segunda en funciones, enfrió este lunes las expectativas de los socialistas y escenificó su apuesta por garantizar un peso significativo de su formación en un nuevo Ejecutivo de coalición presidido por Pedro Sánchez.
La comparecencia tras la reunión con el rey Felipe VI en el marco de la ronda de consultas para la investidura no hizo sino reforzar, con más contundencia, lo que ya se había encargado de advertir por la mañana el portavoz de su partido, Ernest Urtasun, asegurando que sus 31 diputados no son «un cheque en blanco» para el PSOE.
Díaz asegura que «no hay líneas rojas» en la negociación y que el diálogo sigue, pero apunta a que los principales escollos tienen que ver con la disposición de su formación a seguir «ganando y consolidando derechos» y con las «diferencias sustanciales» singularmente en materia de vivienda. Con todo, garantizó que trabajará con toda la «discreción, responsabilidad, altura de miras y mucho diálogo» para que el acuerdo salga adelante.
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Urtasun citó, además de ésta, otras discrepancias relacionadas con la jornada laboral y el despido, el salario mínimo interprofesional, una ley de cuidados, la aceleración del ritmo de la reducción de emisiones contaminantes o el control de los precios de la cesta de la compra. «En muchos de estos temas estamos aún lejos. Pedimos al PSOE cerrarlos lo antes posible», afirmó Urtasun.
Podemos, mero espectador hasta la fecha en las negociaciones, rebajó unas horas antes la presión exhibida por Urtasun. «Para lanzar una suerte de órdago hay que ser creíble», señaló su coportavoz, Pablo Fernández. La desazón de la formación morada, otrora voz y mando de las fuerzas de izquierda, va 'in crescend' a medida que el equipo de Díaz rebaja su papel hacia la irrelevancia. Y es que en Podemos aún escuece la herida por no haber tenido voz en el debate de investidura de Alberto Núñez Feijóo. No son pocos los que creen que su posición más combativa habría estado mejor representada en figuras como Ione Belarra en lugar de una portavoz considerada más tibia como Marta Lois.
Si el pleno de la semana pasada ya acentuó estas diferencias, lo cierto es que el proceso de disolución de Podemos en Sumar está siendo una gota malaya. Primero fue la elaboración de las listas del 23-J, se hizo patente cuando se quedó fuera de las portavocías adjuntas en el Congreso y volvió a ponerse de manifiesto en la ronda de contactos con el Rey, a la que solo ha acudido Díaz cuando en 2019 asistieron –además de Pablo Iglesias– la propia Díaz por En Marea y Alberto Garzón por IU.
El adiós de Alejandra Jacinto ha sido otra merma más en sus filas. La excandidata de Podemos en la Comunidad de Madrid y miembro de la Ejecutiva del partido, comunicó este lunes que abandona la política para volver a su actividad profesional como abogada especializada en el derecho a la vivienda. Jacinto fue fue el fichaje estrella de Iglesias para las autonómicas de 2021 y también fue elegida por Díaz como portavoz del área de Vivienda en Sumar para las últimas generales a las que concurrió en el número 15 pero no logró escaño.
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