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Los pulsos entre el ministerio de Trabajo y el de Economía han sido recurrentes en las dos últimas legislaturas. El primero, controlado por Yolanda Díaz desde enero de 2020, ha sido la plataforma desde la que Unidas Podemos, y, ahora, Sumar, han desplegado las políticas ... más emblemáticas de sus programas electorales: la reforma laboral, subida del SMI o la reducción de la jornada laboral. Estas cuestiones siempre han provocado roces con Nadia Calviño y su sucesor en el cargo, Carlos Cuerpo, de perfiles más técnicos, y con la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, negociadora por el PSOE, en los que Díaz ha salido victoriosa. Pero no siempre ha podido rentabilizarlo electoralmente.
La última de estas batallas la ha protagonizado la reducción de la semana laboral a 37,5 horas, recogida en el acuerdo que socialistas y magentas firmaron para pactar la investidura de Pedro Sánchez. Después de más de un año de retraso en su implementación y tras un rifirrafe entre la líder gallega y el ministro Cuerpo, en el que la representante de Sumar le llegó a calificar de «mala persona»_al entender que estaba «bloqueando» su medida estrella, ambos alcanzaron un acuerdo para que el texto vaya al Consejo de Ministros y de ahí a la Cámara baja sin cambios con respecto a lo pactado con los sindicatos y que, además, el anteproyecto se tramite por la vía de urgencia.
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Pero una cosa es el acuerdo con el PSOE para la toma en consideración en el Congreso y, otra bien distinta, las modificaciones que la iniciativa pueda sufrir durante su tramitación parlamentaria –los socialistas no renuncian a introducir enmiendas–, lo que podría restar alcance a la medida y minar la credibilidad de Díaz. Tampoco ayuda la aritmética parlamentaria, con Junts en rebeldía y Podemos examinando cada coma de cada decreto.
Díaz ha abandonado la estrategia de no hacer ruido para mantener una estrategia de presión continuada hacia el socio mayoritario de la coalición. De hecho, nada más firmar la paz con Cuerpo, la vicepresidenta segunda ha abierto otro frente con María Jesús Montero, después de que esta sugiriera que la subida del SMI no fuera acompañada de una rebaja del IRPF para los sueldos más bajos.
Una pugna que recuerda a las vividas en los tiempos en los que Nadia Calviño ocupaba la cartera de Economía. La última se produjo en diciembre 2023, poco antes de su salida del Gobierno con la cuantía para el subsidio de desempleo de fondo. En aquella ocasión, Díaz se volvió a salir con la suya y la ayuda subió hasta los 570 euros. Eso sí, un mes más tarde, un Podemos ya separado de Sumar, unía sus votos a las derechas para tumbar el decreto, que consideraban un «recorte» para las pensiones. Se acabaría aprobando, con cambios, en junio.
Antes ambas vicepresidentas habían chocado por la subida del SMI, la prohibición de despidos en pandemia o el alcance de la 'ley rider'. Pero la bronca más sonada se produjo a tenor de la reforma laboral, en 2022, cuando Calviño trató de reescribir la propuesta de Díaz. Finalmente, la vicepresidenta segunda, logró que se aprobara un texto, no sin gran suspense en el Congreso, que revertía algunas de las cuestiones de la reforma del PP que más mermaban el poder de los sindicatos.
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