Sánchez trata de relanzar a Navantia como principal proveedor de Australia

Desde el año 2006, la empresa pública española perteneciente a la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), que controla el 100% de su capital, mantiene una filial en Australia y cuatro oficinas en las principales ciudades del país oceánico.

Pero, ¿qué interés tuvo abrir la puerta en un mercado tan lejano? Fundamentalmente se debió al nicho de negocio que supuso el anuncio de la modernización de la marina australiana ante el paulatino rearme en la región del Pacífico, con la inversión de ingentes cantidades de dinero público en programa de defensa y que puso sobre aviso a las empresas extranjeras con capacidad para acceder a estas jugosas adjudicaciones.

Así, desde 2006 hasta 2018 al menos Australia se convirtió en un socio estratégico para España, con la construcción de buques de apoyo logístico o lanchas de asalto, la cesión del diseño de las fragatas F-100 españolas para construirlas en sus astilleros, el suministro de tecnología de combate para estos proyectos o la adjudicación temporal del mantenimiento técnico y mecánico. Unos contratos que superaron los 2.400 millones de euros.

Sin embargo, el giro político dado por el Gobierno de Canberra a partir de 2018, con la adjudicación a la empresa británica BAE Systems de un concurso de fragatas en el que Navantia partía como favorita, abrió una nueva etapa comercial donde primaba más la alianza anglosajona - «factores emocionales», explicaron- que los criterios meramente económicos.

Así, España, Francia o Italia vieron perder algunos grandes contratos con la marina australiana pese a presentar mejores ofertas. En este sentido, fue muy sonada la reciente crisis diplomática con París tras romper un acuerdo con empresas galas para construir submarinos valorados en más de 58.000 millones.

En suma, cuando todo parecía perdido por la irrupción de Reino Unido, los problemas técnicos surgidos ahora en el citado contrato de las nuevas fragatas (sobrepeso de los diseños) ha abierto una nueva ventana de oportunidad que quiere aprovechar Navantia. El astillero público español sigue bien posicionado en el país del hemisferio sur con contratos de mantenimientos en vigor, pero aspira a objetivos mayores como antaño.

De ahí la importancia de la reunión bilateral mantenida este martes en Moncloa entre Pedro Sánchez y su homólogo australiano Anthony Albanese, en el marco de la cumbre de la OTAN, de la que Australia es uno de los 14 países invitados.

Una cita de la que salió el anuncio del envío de una delegación española de alto nivel en los próximos meses para tratar de invertir en varios sectores económicos y, sobre todo, reposicionar a Navantia como «empresa fiable» ante los futuros contratos de defensa que salgan a concurso, según explican fuentes conocedoras de estos acuerdos.

La marina australiana cuenta en la actualidad con doce lanchas de desembarco construidas en San Fernando (Cádiz) y cuatro barcos iniciados en Ferrol y terminados en sus astilleros. Se tratan de dos buques LHD basados en el Juan Carlos I, el barco insignia de la Armada española, y otros dos barcos logísticos, el último de los cuales fue recepcionado en 2021.