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Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo están separados por un puñado de metros en el Congreso y, este fin de semana de convención socialista e interparlmentaria popular, por los 170 kilómetros que distan entre La Coruña y Orense. Pero los discursos del presidente del Gobierno ... y del líder de la oposición evidenciaron este domingo que ambos afrontan el nuevo ciclo electoral que se abrirá con las elecciones gallegas del 18 de febrero asomados a los bordes del abismo político que hoy les aleja, sin que la tregua que representó su pacto para renovar al fin el CGPJ bajo una insólita mediación de la Comisión europea y la reforma exprés de la Constitución para suprimir el peyorativo término «disminuidos» haya cuajado más allá de una distensión puntual. Se avecina otra larga batalla en las urnas como ha quedado evidenciado este sábado y domingo en tierras de Galicia, primer eslabón de una cadena de comicios que engarzará las vascas y las europeas antes de verano en un contexto que podría galvanizarse aún más si Pere Aragonès anticipa las catalanas.
Las intervenciones dominicales de Sánchez y Feijóo, arengando a los suyos para que se movilicen –y, en el caso del líder del PP, lanzando una nueva OPA contra los electores de Vox y los socialistas desafectos que no le alcanzó el 23-J con la confianza de que este 18-F sí le baste para retener la Xunta– reflejaron bien a las claras que la acerada pugna política nacional va a trasladar su teatro de operaciones a Galicia en el mes que queda para las autonómicas.
La vicepresidenta segunda del Gobierno, la gallega Yolanda Díaz, insiste en que si el bloque «progresista» se activa por encima de los 800.000 sufragios que congregó en julio, el cambio será posible después de cuatro mayorías absolutas de Feijóo, con lo que eso implicaría para la entereza del liderazgo del hoy presidente del PP. Pero esa conjunción de intereses ya ha tropezado con los riesgos que entraña para la izquierda el cisma entre Sumar y Podemos.
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Los partidos que confrontan con Alfonso Rueda, a los que se añade el nacionalista BNG, se aferran a la movilización reactiva frente a las derechas para abanderar que hay alternativa y, en el caso del PSOE, para truncar la impresión de que sus pactos someten a Sánchez a una debilidad irreversible. Pero si bien es cierto que las izquierdas acumularon más sufragios que las derechas el 23-J, también lo es que el PP pasó de rebasar al PSOE por 10.000 papeletas en 2019 a superarle en más de 200.000 el 23-J. Feijóo hizo Galicia inexpugnable para Vox. Uno de los retos de los populares el 18-F es que siga siéndolo.
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