De izquierda a derecha, María Jesús Montero; el secretario general del PSOE de Sevilla, Javier Fernández; el líder del PSOE, Pedro Sánchez, y su homólogo en el PSOE-A, Juan Espadas. E. P.

Sánchez echa el resto con Montero

La vicepresidenta será la nueva líder del PSOE andaluz y se suma a la lista de ministros que harán oposición territorial al PP

Miércoles, 8 de enero 2025, 08:03

El presidente Pedro Sánchez deshojó la margarita finalmente el martes y su apuesta para asumir la secretaría general del PSOE andaluz será su número dos en el Gobierno y también en el partido, María Jesús Montero. Con ella al frente, confía en recuperar para los ... socialistas el poder perdido en un bastión clave, tanto política como sentimentalmente, de manos del PP de Juanma Moreno. Y todo ello bajo crecientes presiones internas para que la propia Montero tomara las riendas de la otrora poderosa federación autonómica, una vez que fue calando la idea de que la continuidad de Juan Espadas resultaba baldía para el objetivo de recobrar posiciones electorales en 2027.

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En todo caso, en la dirección del partido consideran que Montero atesora la suficiente autoridad como para erigirse en la alternativa de consenso. Asimismo, tras la decisión auspiciada por Sánchez -que se materializará este miércoles ante los propios afiliados del PSOE andaluz en un acto público-, se suma así a la ya notable nómina de ministros movilizados por su jefe de filas en el proceso de renovación de las organizaciones territoriales para situar en los liderazgos a sus cargos de confianza e intensificar la oposición a los populares, que gobiernan la mayoría de las comunidades tras los comicios autonómicos del 28 de mayo de 2023.

Si el presidente ya había jugado fuerte en Madrid, al aprovechar la renuncia forzosa de Juan Lobato para precipitar el ascenso de Óscar López -su exjefe de Gabinete y actual titular de la cartera de Transformación Digital- a la secretaría general como ariete frente a Isabel Díaz Ayuso, ahora vuelve a hacer prácticamente lo mismo, aunque ésta vez de manera más acusada si cabe, con Montero. De hecho, lo que representa la dirigente sevillana resulta obvio con solo constatar las responsabilidades que ejerce como vicepresidenta primera del Gobierno, ministra de Hacienda y vicesecretaria general del PSOE.

Ella es precisamente la escudera de Sánchez, la que le habría sustituido constitucionalmente si el jefe del Gobierno hubiera dimitido tras su excepcional retiro de cinco días de finales de abril motivado aparentemente por la situación judicial de su esposa, Begoña Gómez. Y es también, junto a Félix Bolaños, la negociadora en jefe del Ejecutivo en una legislatura enormemente compleja, en la que la coalición PSOE-Sumar precisa del apoyo de todos sus heterogéneos socios de investidura y, encima, de modo simultáneo para poder hacer valer su programa de actuación.

Volver a ser «competitivos»

La indudable determinación del presidente -Montero añadirá una más a la elevada carga de sus funciones- evidencia que el mandato a los suyos en el cierre del congreso federal, celebrado precisamente en Sevilla hace poco más de un mes, para que se pusieran las pilas y el partido vuelva a ser «competitivo» ante las municipales y autonómicas de 2027 no constituía una mera frase animosa en un contexto difícil. Con la legislatura en el alero por las exigencias de los socios y sus rivalidades cruzadas y atosigado por las causas judiciales que afectan a su entorno familiar, partidario e institucional, Sánchez echa el resto comprometiendo a una pieza como Montero con el futuro del PSOE en Andalucía, lo que es casi tanto como el del Gobierno.

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Aunque al líder socialista le alcanzó en la cita electoral del 23-J con la decisiva victoria en Cataluña, la erosión en territorio andaluz, con un Juanma Moreno que encadena su segunda legislatura afianzado, incide sobremanera en el contrapoder territorial que ejerce el PP -Senado incluido- y en el hecho de que el PSOE ya no sea la fuerza más votada del país. Sánchez dio la puntilla a Susana Díaz con el triunfo en las primarias de Juan Espadas, su candidato, pero éste no ha dotado del impulso esperado a un partido en horas bajas. La rehabilitación en el congreso federal de los expresidentes Manuel Chaves y José Antonio Griñán, tras ser exonerados por el Tribunal Constitucional en los ERE, tuvo mucho que ver, también, con reavivar las brasas de una hegemonía hoy apagada.

Junto a ello, la carta de Montero certifica la arriesgada estrategia de Sánchez de situar a ministros de su Gobierno -con el cariz institucional que sus cargos comportan- para recomponer las federaciones del partido, amarrarlas con afines desde Ferraz y lanzar los pulsos con el principal partido en la oposición. Así lo había resuelto ya el presidente con la titular de Ciencia, Diana Morant, al frente de los socialistas valencianos tras perder Ximo Puig la Generalitat , a lo que ha seguido la llamada 'operación López' en la Comunidad de Madrid y la designación como candidata oficial de la ministra de Educación y portavoz, Pilar Alegría, para relevar a Javier Lambán en el PSOE aragonés (aunque ella sí tendrá aspirante alternativo). Y un camino similar se espera para Ángel Víctor Torres, con intención de que repita en la secretaría general de Canarias.

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La sombra del Gobierno -y de Montero- sobre la política local ya ha planeado este principio de año durante la moción de censura que ha desalojado al PP de la Alcaldía de Jaén tras el pacto de los socialistas con una agrupación municipal. Una maniobra en la que los populares denuncian la mano de la vicepresidenta y sus promesas de aligerar el lastre de la deuda que arrastra la localidad jienense, poniendo la pica en la única capital de las andaluzas que retorna así al PSOE.

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